Después de décadas de estudio de las soluciones para eliminar la pobreza, la comunidad académica parece haber llegado a un consenso básico: además de mejorar los ingresos, para salir de la pobreza es imprescindible que los pobres crean en sus posibilidades y sean conscientes de qué significa ser pobre y qué no.
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En otras palabras, la pobreza no solo tiene que ver con un determinado nivel de ingresos, sino que también está relacionada con indicadores socioemocionales. Por eso, las iniciativas para erradicar la pobreza llevadas a cabo en los últimos años por países, ONGs y organismos internacionales han incorporado el concepto anglosajón del “bottom-up”, que consiste en que sean los pobres quienes definan su propia situación y, con ello, su vía de salida.
Esta es la lógica de un novedoso proyecto denominado “Semáforo de Eliminación de Pobreza”, que permite a las familias medir su nivel de pobreza e identificar estrategias personalizadas para solucionar sus carencias específicas. En apenas 20 minutos una persona puede completar la encuesta y saber qué significa no ser pobre y, con eso, plantear soluciones.
La encuesta realiza preguntas como si vives en un hogar seguro, si tienes baño, si sabes leer y escribir, si puedes controlar tus emociones, si piensas en los demás al tomar decisiones, si puedes sacar un crédito o si tienes ingresos suficientes. Los resultados se clasifican en rojo (pobreza extrema), amarillo (pobreza) y verde (no pobre).
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Por ejemplo, una familia marcará el rojo si solo puede acceder a agua potable tras ir a buscarla a un río o arroyo. El amarillo será la opción elegida si se tiene cerca un pozo y el verde será el color de los que cuenten con un grifo de agua potable en casa. En función de la cantidad de rojos y amarillos se crea un plan de acción con base a las necesidades que consideran más apremiantes.
Esta simplicidad ayuda a que las familias auto-diagnostiquen su nivel de pobreza y desarrollen estrategias personalizadas para abandonarla permanentemente. Adicionalmente, permite superar muchas de las limitaciones tradicionales de los programas de lucha contra la pobreza.
“Se trata de hacer un ejercicio de deconstrucción de la pobreza y estructurarla en problemas más pequeños y manejables que pueden ser resueltos a través de acciones. Con esto, las familias se empoderan, priorizan sus necesidades y son conscientes de los pasos que necesitan dar para dejar de ser pobres”, explica Ana Mercedes Botero, directora de Innovación Social de CAF.
Hasta ahora, el Semáforo está presente en 36 países de Europa, Iberoamérica, Norteamérica, África y Asia, y solo en Paraguay ha ayudado a 3.285 familias a salir de una situación de escasez extrema. La información generada es geo-referenciada creando mapas comunitarios que facilitan a las empresas, organizaciones de la sociedad civil y gobiernos visualizar áreas problemáticas con el fin apalancar recursos y complementarse.
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“Descubrimos que muchos de nuestros clientes aumentaron considerablemente sus ingresos, pero seguían viviendo en suelo de barro o durmiendo toda la familia en una misma habitación. El problema de fondo tenía más que ver con la identificación de sus prioridades que con ingresos”, dice Martín Burt, director de la Fundación Paraguaya, institución que está liderando la iniciativa.
Burt explica que las familias son las principales protagonistas del proceso de eliminación de la pobreza, y que son las encargadas de transformar realidades y generar planes de eliminación de pobreza que van más allá de las meras subvenciones, buscando provocar cambios en los patrones típicos que generan y mantienen la pobreza.
La lucha contra la pobreza sigue siendo una de las asignaturas pendientes de buena parte de América Latina. La radiografía social de la región indica que aproximadamente un tercio de los latinoamericanos son pobres, mientras que los vulnerables representan a cerca del 40% y la clase media rondaría el 30%.
Los esfuerzos para reducir la pobreza obtuvieron sus recompensas con el boom de las materias primas durante la primera década de este siglo, pero la región experimentó un estancamiento en los últimos años, que se ha agudizado con la crisis generada por la covid-19. Ante esta situación, parece inevitable incidir en acciones multisectoriales que incluyan indicadores como el nivel de ingresos y la generación de empleos, pero que también incluyan aspectos socioemocionales como los planteados por el Semáforo de Eliminación de Pobreza.