A pesar del fuerte choque económico que ha sufrido el Perú por el COVID-19, se perciben señales de mejora. El economista Elmer Cuba precisa a El Comercio sus expectativas para lo que se viene el siguiente año.
—Estamos a menos de tres meses de que termine el año y se viene un 2021 importante para dejar esta crisis atrás. ¿Cómo ve las perspectivas de mejora?
Las cifras negativas nos van a acompañar con seguridad hasta febrero, porque la gran recesión del confinamiento comenzó el 15 de marzo y fue muy fuerte. Este tercer trimestre del año todavía caeríamos en torno al 10%, pero ya en octubre [la situación] mejora por tres factores: la fase 3,5, para no hablar de la cuarta completa, ya empezó; se comienza a dar este bono gigantesco de casi 1% del PBI, un bono directamente al consumo para 8,5 millones de hogares; y lo tercero que es pura aritmética, pero funciona, es el feriado no laborable [del 8 de octubre], que cuando se compare con el mismo período del año pasado es un día más de trabajo. Eso te hace pensar que octubre ya es un mes de un dígito de caída [de la economía].
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—¿Todo el último trimestre será así?
Sí. [La actividad caerá] entre un 5% y 7% todavía. Esto se traslada a enero y febrero con caídas más pequeñas de 4% o 3%, y de ahí comienzas a comparar contra las otras caídas [de la actividad económica de marzo del 2020 en adelante]. Por eso todas estas cifras del próximo año son de rebote, vas a comparar todo el 2021 con un 2020 donde hubo cuarentena y paralización económica en el país.
—¿Si es un rebote, podemos decir que efectivamente estamos creciendo?
En términos de economía pura, eso no se llama crecimiento. Crecimiento es cuando aumentas tu capacidad productiva: cada vez eres capaz de producir más. En este caso la capacidad productiva ya está instalada. Este año es de la recesión del confinamiento; el próximo año es del rebote.
[El rebote] puede ser muy fuerte en función a dos variables: en el segundo trimestre del 2021 será fuertisimo por la base de comparación del 2020, y si un candidato promercado o reformista del Estado gana [las elecciones] el rebote será aún más potente. Además, si la vacunación que se espera a mediados del siguiente año también es exitosa, el segundo semestre del próximo año será fuerte. En un escenario de vacuna retrasada o con un candidato presidencial populista que gane, incluso, habrá rebote. Lo que no sabemos es la magnitud del mismo en tal caso.
—Ahí el Gobierno apunta a que el crecimiento sea de 10%. ¿La cifra podría ser mayor?
Tranquilamente. [Ahí] no hablemos de crecimiento, sino de rebote. Vas a comparar con un año en el que hubo cierre de la actividad económica.
—¿En el 2021 qué rubros serán claves para la economía?
Los sectores primarios, como minería y pesca, ya rebotaron. Van a seguir su trayectoria normal de actividad y ojalá ahí aumente la oferta. La parte crucial para la recuperación de la actividad no primaria va a ser la industria, que ha sido muy golpeada por los protocolos y la informalidad que combate. Pero no hablamos de un solo sector ahí, sino de toda la actividad no primaria, que es el gran empleador de las ciudades. Y especialmente los servicios, son claves porque son gigantes.
—¿Si se recuperan, la fuerte caída que hemos visto en el empleo, sobre todo por la cuarentena, podría revertirse en el 2021?
Las caídas oficiales que hemos visto hasta ahora, con el empleo derrumbándose, ya son historia. Pero en el camino sí han desaparecido puestos formales y han aparecido puestos informales. Según las últimas expectativas empresariales del BCR, la decisión de las empresas de contratar todavía está en el tramo indiferente. En la medida en que la economía se recupere y esto se perciba como permanente, recién se atreverán a contratar gente en empleos formales. La recuperación del empleo formal va a ser lo último en concretarse en el 2021.
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—Es decir, en el 2022 sería realmente visible.
Sí, efectivamente. El empleo informal, por otro lado, ya está creciendo por su propia naturaleza.
—El Gobierno ha adelantado que dará incentivos de empleo para la contratación formal y se evalúa un segundo subsidio a la planilla. ¿Para usted qué se debe considerar en este paquete?
El principal incentivo a largo plazo que le puedes dar al empleo formal es bajarle los costos de la formalidad, y acá está el famoso fallo del TC que hace que en el Perú sea muy difícil ser flexibles. Eso es 10 veces más importante que un subsidio transitorio. Mucho más potente. En segundo lugar, una medida que se cae de madura, en el contexto de la campaña [presidencial], es facilitar la entrada al mundo laboral de la gente que gana menos.
—Recientemente, el presidente del BCR, Julio Velarde, precisó que más de 2,3 millones de peruanos pasarían a la pobreza este año. ¿Coincide con esta estimación o considera que la cifra podría ser mayor?
No quisiera comentar las cifras del banco porque soy director, pero en general [esta estimación] coincide con estimaciones del MEF y de privados sobre que la pobreza ha aumentado fuertemente. Eso quiere decir que la familia que era clase media vulnerable ha entrado a la pobreza, y, al mismo tiempo, el que ya era pobre está peor que antes. Su ingreso ha caído, un miembro de la familia ha perdido el empleo o está vendiendo menos en el mundo del microcomercio. El impacto ha sido sobre todo urbano. Hay que estar preparados desde el Estado para tratar de aliviarlo.
[Este impacto] es transitorio, puede durar un año o año y medio, hay que ayudar a esas personas para que no la pasen peor. El Midis está más enfocado en la pobreza rural, que ha subido, pero en menos cuantía que la pobreza urbana. Hay que afinar los instrumentos ahí [para aliviar a quienes caen en pobreza en la zona urbana]. Parte de eso ha sido este bono que se va a entregar, pero a mi juicio pudo ser mucho más focalizado.
—Diversos expertos alertan también que no se puede vivir permanentemente de bonos. ¿En qué otras ayudas se puede pensar?
La mejor ayuda en verdad es reactivar la economía para generar empleo. La mejor política social es el empleo
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—¿Se pueden tomar acciones ahora para que la pobreza no incremente tanto?
Lo que ocurre es que hemos visto una caída dramática de los ingresos; y como la pobreza se mide en términos anuales, vas a tener menor ingreso y gasto [este año] que el año pasado. Pero es corto [el impacto]. El próximo año deberías tener cifras [de recuperación]. Si sube de 20% a 27% [del 2019 y 2020], podría pasar de 27% a 23% [del 2020 al 2021]. Ha sido un choque muy violento, pero corto. Esto es transitorio, no es como la crisis de los 80′ que fue toda una década perdida.
—El último miércoles el BCR comunicó que mantenía su tasa de interés de referencia en 0,25%, considerando que hay una mejora importante en el tercer trimestre pero todavía un debilitamiento de la demanda interna. ¿Este nivel de tasa se mantendría en el corto plazo?
Sí, sin duda. El banco, como ha dicho en su comunicado, está atento a nuevos datos y a seguir una postura monetaria expansiva el tiempo que sea necesario.
—Volviendo al empleo, estos últimos meses se ha visto una mayor afectación hacia la población femenina. Para las mujeres se han deteriorado más los salarios y puestos de trabajo. ¿Podrían aplicarse políticas diferenciadas y focalizadas para que el empleo para las mujeres, que ha sido más impactado, se recupere?
Ha sido un choque para todos y en particular para las mujeres que tienen hijos y que no pueden entrar en trabajo remoto. El peor escenario ha sido entre las mujeres que debieron elegir entre el dilema de trabajar o cuidarlos, porque así son las cosas por ahora en el país lamentablemente. Son las más perjudicadas. Incluso las que están en trabajo remoto con sus hijos en casa, tienen problemas. Pero en la medida en que [la crisis] es transitoria, sí pensaría en un bono dirigido la mujer que trabaja.
Por eso no me gusta mucho este bono universal. Es un bono ciego e innecesario darle a 8,5 millones de familias ese dinero. Se hubiera podido gastar el mismo dinero de manera más focalizada. A los mayores de 65 que están trabajando con miedo se les puede dar un bono, a los obesos, a las mujeres que tienen labores de cuidado; usarlo de manera más inteligente y no tan discrecional como el bono universal.
—Considerando la experiencia que ya tenemos con los bonos, ¿se pudo haber hecho esto ahora?
Sin duda. [El Gobierno] ha tenido seis meses para pensar en una mejor focalización del segundo bono a los más afectados. Las poblaciones no han sido afectadas por igual. [Hubo tiempo] para escoger a los más necesitados.
—En cuanto a los sectores que han sido más afectados como el turístico, ¿ve todavía una necesidad de que se diseñen alivios específicos, como en el ámbito tributario?
De todos los sectores el más golpeado sin duda es el turismo, y no sé si el crédito es la mejor manera de ayudarlo. La idea tampoco es perder el dinero público de todos los aportantes. [El FAE-Turismo] ayuda, pero pensaría en políticas de otro corte que no sea solamente crediticio. Quizás ayudar a los segmentos más afectados por el lado laboral un tiempo y esperar, porque no tiene mucho sentido gastar dinero público en una actividad que no se va a reactivar ni siquiera a inicios del 2021.
—¿Cómo podrían ser estas políticas?
Como no hay actividades en ese sector, no hay utilidades, IGV, no está pasando nada, no tiene sentido exonerarlos de ello. Simplemente pensar en políticas para ese sector, que ha sido arrasado por el COVID.
—En algún momento se discutió sobre si era correcto o no subir los impuestos para financiar la crisis. ¿Le parece que debe hacerse en los próximos dos años?
Hay que distinguir impuestos de la recaudación. Sí puedes mejorar la recaudación con la misma carga de impuestos. No veo que en el Perú haya espacio ahora para subir el IGV o la tasa de Impuesto a la Renta de las personas o empresas, que son las más golpeadas por esta recesión. Las familias han [visto] destruido su patrimonio, han sido despedidas, usraon su CTS, jubilación, se han endeudado; las empresas también se han endeudado con Reactiva Perú. Pero sí hay espacio para bajar la evasión. Hay un 30% de evasión en IGV y un 50% de evasión en IR. Creo que ese es el reto del próximo Gobierno.
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—El enfoque debería estar, entonces, en reducir la evasión y no en subir impuestos.
Así es, y con eso matas dos objetivos: vuelves a la sostenibilidad fiscal y puedes gastar más en salud y educación.
—¿El inicio de las elecciones presidenciales, como en otros años, generará aun más incertidumbre para las inversiones que ya están afectadas por el COVID-19?
Cuando se dé la vacunación el próximo año, que se espera que sea así, eso va a ser un cambio radical en la sensación de las familias para gastar más o menos. Igual va a ser un año de rebote porque vas a comparar con un país que paró en seco en los meses de marzo en adelante por la paralización de actividades. Si a eso le sumas una elección de alguien que va a profundizar las reformas para impulsar el crecimiento, eso puede ser mejor.
—¿El próximo año serán motores importantes la inversión pública y privada?
Por más que la inversión pública sea muy potente –que lo va a ser y enhorabuena–, no es suficiente si no reactivas la parte privada. La inversión privada es cuatro veces más grande que la pública. Por cada sol que gasta el Gobierno, cuatro soles gasta el privado. Ahí hay que volver a incentivar todos los grandes proyectos privados, los mineros y los no mineros, en general todos aportan sin ningún sesgo. [...] [Esto] Ya está en manos del próximo gobierno y de la campaña política.
—Con respecto a la campaña, ¿cómo ve las perspectivas hacia un candidato que impulse la economía?
Lamentablemente, en la campaña política hacia abril todavía la sensación de estancamiento y recesión va a estar presente en las familias, y será un mundo distinto para cuando el presidente asuma. Cuando el presidente nuevo asuma en julio, la economía va a estar rebotando 40% en el segundo trimestre. La economía que reciba el presidente nuevo será una economía rebotando, con inversión privada, pública y consumo familiar importantes. Pero la economía de debate político de este verano todavía será una economía saliendo [de la crisis], pero aún debajo del agua. Será muy difícil mantener discursos que no sean populistas. Ojalá que no sean así, sino que sean discursos reformistas.
—Finalmente, considerando el desempeño del Gobierno durante la crisis y el tiempo que le queda, para usted, ¿qué aspectos son urgentes de atender en el corto plazo?
Las cartas ya están echadas, se jugaron el 15 de marzo con la decisión tan fuerte de cerrar la economía y todo lo demás ha sido cómo tapar esa decisión para que no sea tan dañina. De aquí en adelante queda que el Gobierno trate de que la pandemia no rebrote de ninguna manera, y animar a que la campaña vaya por el camino de las reformas. Pero ya estamos en manos de la campaña [presidencial].
TOPES A TASAS DE INTERÉS: “[El proyecto] es dañino de todas maneras”
—La Comisión de Defensa del Consumidor del Congreso aprobó un predictamen que propone establecer topes máximos y mínimos a las tasas de interés para las operaciones de crédito en el sistema financiero el pasado miércoles. ¿Qué opina sobre esta propuesta?
Los países que tienen esos controles de tasas de interés quieren proteger a las personas de tasas altas, pero hacen lo contrario. Dividen el mundo en dos: por un lado, el sistema reacciona con tasas bajas, pero expulsa a los deudores riesgosos. Ellos se van al mundo informal y reciben tasas mucho más altas, de mucho más corto plazo, con métodos de cobranza bastante dañinos. En lugar de proteger a los segmentos que están con tasas altas en el mundo formal, los vas a desproteger, a empujar al mundo informal con tasas más altas. Es una ingenuidad mayúscula pensar que con esta medida vas a beneficiarlos a ellos. Es dañino de todas maneras.
—O sea, habría más desigualdad en el tratamiento financiero.
Sí. Son buenas intenciones, pero al final encarecerían el crédito para el segmento de mypes. Ellos solo tendrían acceso a un mundo informal y no regulado por la SBS.
—Otro tema aún en debate es el retiro de aportes de la ONP, propuesta aprobada por el Congreso que observó el Ejecutivo. Ahora también se apuntaría consensuar un proyecto.
Primero hay que ver cuál es el problema para encontrar la solución. En este caso el problema de la ONP es que mucha gente aportaba menos de 20 años y recibe cero. Ante ese problema, que siempre ha estado en la mesa, ningún Ejecutivo se atrevió a mejorarlo ni tampoco ningún otro Congreso. Con la pandemia sí, y en buena hora. El Ejecutivo ya dijo que para la gente que aporta por lo menos 10 años en adelante [habrá acceso a una pensión], porque es injusto darle atención a alguien que no aportado. Y ahí acaba el problema, no hay nada más que devolver porque en los sistemas de reparto esa plata no es individual.