Quizá porque soy nieto, hijo y hermano de migrantes o porque he vivido un tercio de mi vida en el extranjero, hay un asunto que me da asco mientras sigo la campaña electoral: las declaraciones y actitudes xenófobas de algunos candidatos. Lamentablemente, estas han empeorado en las últimas semanas.
Cada vez con más frecuencia, los discursos negativos hacia los extranjeros que viven en el país han pasado a ser parte de la estrategia política de algunos candidatos. Solo la semana pasada, las declaraciones críticas de Verónika Mendoza y la actitud matonesca de Daniel Salaverry fueron muestras de ello.
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Sobre la candidata de Juntos por el Perú, el miércoles pasado señaló en una radio local: “¿Quién abrió la frontera y convocó a los venezolanos con falsas expectativas? Fue PPK buscando golpear a Maduro (no sé si lo logró) y flexibilizar el mercado laboral, lo que sí hicieron, reduciendo sueldos de los trabajadores”.
Más allá de la visión obnubilada que tiene la candidata sobre los motivos que han llevado a más de cinco millones de personas a escapar de Venezuela, su mensaje ataca directamente a la integración de los migrantes en el país. Además, no es cierto que la migración haya ayudado a flexibilizar el mercado laboral. Lo que ha hecho, más bien, es mostrar las altísimas barreras de ingreso que existen. Según estimaciones del Banco Mundial, antes de la pandemia el 90% de ellos trabajaba en el sector informal (22 puntos porcentuales por encima del promedio urbano).
Respecto al candidato de Somos Perú, el jueves pasado se difundió un video que lo muestra en una actitud vergonzosa y malcriada frente a un migrante venezolano. Increpado por esta persona, el candidato decidió bajarse de la camioneta en la que se trasladaba, lo insultó y señaló enfático: “¿Qué crees, que te tengo miedo? Anda a hacer lo que quieras a tu país, ¿crees que estás en tu país? […] Los voy a expulsar a todos los delincuentes de mierda. ¿Valiente te crees?”.
La generalización xenófoba de Salaverry necesita ser contrastada con la realidad. Según el Ministerio del Interior, de las 730.000 denuncias recibidas en el 2019, apenas 1,8% involucraban a venezolanos. Además, una investigación del Migration Policy Institute de setiembre del 2020 señala que en el Perú “la presencia de venezolanos no está relacionada con aumentos en las tasas de delincuencia”.
Lo grave es que estos candidatos no están solos. Semanas atrás George Forsyth también tuvo un discurso xenófobo refiriéndose al ingreso de extranjeros en Tumbes (“¿Dónde está el Estado para defender al peruano?”) y en una entrevista publicada en este Diario el candidato Rafael López Aliaga pintó de cuerpo entero su posición sobre la migración (“A la primera que un extranjero viole la paz de un peruano tiene que ser deportado”, afirmó).
Decir, sin embargo, que la xenofobia es producto de la campaña sería un error. Los candidatos están acomodándose a una triste realidad nacional. En setiembre del 2018 una encuesta de Ipsos estimaba que el 55% de la población peruana tenía una percepción negativa sobre la migración venezolana, e incluso el 47% consideraba que este grupo de migrantes les quitaría el empleo. Para abril del 2019, la percepción negativa había aumentado a 67%.
Por desgracia, el gobierno de Martín Vizcarra no hizo nada por cambiar esta visión. Incluso se esforzó en lograr el efecto contrario. Desde motivar una expulsión extremadamente mediática en aviones de la FAP de ciudadanos venezolanos hasta anunciar la creación de una brigada especial para delitos cometidos por extranjeros, su administración se encargó de estigmatizar al migrante venezolano. La prensa tampoco ayudó al enfatizar la nacionalidad de las personas cada vez que un venezolano ha estado involucrado en un delito.
El tema es que por promover discursos xenófobos ningún candidato está prestándole atención a problemas de fondo. Salvo mínimas excepciones, no existe mayor mención en los planes de gobierno a la situación migratoria de miles de personas que se encuentran en el país de forma irregular.
A esto se suma, además, el contexto crítico en que se encuentra el grueso de la población venezolana residente en el Perú. Según el Banco Mundial, con la pandemia 9 de cada 10 venezolanos en el país vieron reducidos sus ingresos y tras una cuarentena de 30 días el 92% cayó en una situación de pobreza o pobreza extrema.
¿Existe alguna propuesta real para atender estos temas? No se escuchan ni se incluyen en los planes de gobierno. Y como los venezolanos no votan, los candidatos tampoco se preocupan por ellos. Porque si la única propuesta es “que se vayan”, entonces que se acuerden de los tres millones de peruanos que alguna vez dejaron el Perú y hoy encontraron su hogar en un país distinto (ya sea de manera legal o no). A la gran mayoría de ellos nadie los ha querido sacar.
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