Cuenta Fernando Iwasaki Cauti que durante sus primeros años fuera de su país algunos le preguntaban sobre cómo así un escritor peruano podía tener un apellido japonés. Entonces decidió indagar sobre sus antepasados orientales, pero en el camino descubrió también sus nexos con otro espacio geográficamente más cercano, el Ecuador.
“Supe de parte de mi madre que su familia vivió en Guayaquil. Y hurgando un poquito descubrí que el Ecuador era para ellos un lugar muy especial”, añade en esta entrevista con “El Dominical” durante el más reciente Hay Festival Arequipa.
El autor de “Neguijón”, “El libro del mal amor”, entre otras, tiene también vínculos con Ayacucho. Su abuelo Daniel Cauti Castillo nació en Humantanga. Este crisol de identidades quizás explique muchas cosas en un escritor peruano que terminó viviendo (y escribiendo) en pueblo español.
“Tan curioso como es que un señor japonés de Hiroshima terminara en el Perú o que un músico italiano terminara en Huamantanga, pues que un peruano termine en un pueblo de la provincia de Sevilla en Andalucía es más o menos lo mismo, y es algo que en esta época podemos reivindicar”, asevera.
Fernando Iwasaki considera que existen muchos antecedentes históricos que demuestran lo rescatable que es esta mezcla de identidades.
“El inca Garcilaso nació en el quechua, como lengua materna, aprende latín, viaja a Europa, escribe en español, traduce en italiano. Él es un precursor de todos los ciudadanos de distintos lugares del planeta que pueden sentirse ciudadanos de la tierra sin ningún problema de identidad”, concluye.
PRESENTA LIBROEn este video realizado por “El Dominical” Fernando Iwasaki presentó, además, su libro “Somos libros, seámoslo siempre”, publicado por la Universidad de Sevilla en el que recoge información sobre librerías de viejo, trastos de escribir y autores olvidados.
“Todos los años se celebra en Sevilla la Feria del Libro antiguo y la universidad le encarga a un escritor un libro que tenga como temática los textos antiguos, las librerías de viejo, autores olvidados. Y esos son temas que a mí siempre me han obsesionado. Acepté el encargo y quise ponerle ese título porque en realidad nuestro himno nacional que tiene un verso parecido me permitía hacer este juego que solo los peruanos podríamos entender”, revela.