MARTÍN ACOSTA GONZÁLEZ (@martiacosta) Redacción online
Colocar mensajes en las cajetillas de cigarros y acompañar los spots de temibles advertencias no ha disminuido significativamente el consumo de tabaco. Por eso, para el publicista Carlos Dulanto, replicar el ejemplo en alimentos y demás no traerá la solución por sí sola.
Es que así como la publicidad no vende por sí sola, tampoco es capaz de promover el no consumo de un determinado producto. “La publicidad no vende, lleva al punto de venta. Hay otros factores que concretan la venta (el tipo de producto, calidad, etc.)”, afirma Dulanto.
“Hay que entender que la publicidad no es está hecha para gente estúpida. Ver al consumidor como la víctima no es lo ideal. Hoy por hoy, el consumidor tiene más información. Son gente que piensa y toma decisiones”, señala el publicista en declaraciones a elcomercio.pe.
Para Carlos Dulanto, planner de Neu Havas Worldwide, la Ley de promoción de la alimentación saludable para niños y adolescentes, o también llamada ley de la comida chatarra, “es una buena iniciativa pero hay muchos vacíos y cosas por regular”. Para él, el Congreso ha cometido “un exceso”.
NIÑOS Y LA PUBLICIDAD Si bien los niños están expuestos a una publicidad agresiva, en donde se utilizan figuras de la televisión o se opta por entregar regalos, son finalmente los padres quienes deciden la compra y lo más importante: enseñen a sus hijos qué productos consumir.
“Los niños pueden estar expuestos a la publicidad, pero ellos no son finalmente quienes deciden. Quienes deciden son los padres. Entonces no podemos echarle la culpa de todo a la publicidad. Porque hoy en día la decisión la toma una persona más informada. Son los padres los que deben educar a sus hijos en estos temas”, dijo.
“Eso no quiere decir que no se puede ajustar la norma, pero esa ley por sí sola no va a mejorar las cosas”. Para Dulanto, el Congreso entra en un terreno que es meramente educativo y que pertenece exclusivamente a los padres.
En los colegios, los niños no tendrán a su alcance productos cuyo consumo es peligroso para su salud. Según la norma, los quioscos no venderán alimentos de esta clase, pero qué pasa fuera del colegio donde los niños tienen tiendas y puestos ambulantes.
Un niño no consumirá un determinado jugo en el quiosco, pero sí un sánguche en un fast food.
COMO LOS CIGARROS Para Dulanto esta ley condiciona a las empresas pero de ninguna manera provocará una disminución en el número de anuncios en los medios. Para ello cita el ejemplo de los cigarrillos.
“Se ha demostrado que los anuncios de cigarros, llenos de advertencias, generan mayor ansiedad y provoca que la gente fume más. Las marcas de cigarro no están perdiendo nada. Está demostrado que estos mensaje no hacen fumar menos”.
Con respecto a la comida es difícil asegurar qué sucederá. Aunque muchas personas piensan que pese a los avisos la gente seguirá consumiendo estos productos. “No todas las personas están familiarizadas con palabras como grasas trans. Lo que creo es que se tiene que regular mejor”.
“Esta es una oportunidad para las empresas y los publicistas de ser un poco más creativos y hacer una publicidad diferente. Si lo vemos por el lado positivo, van a exigir a los publicistas a presentar nuevas formas y mensajes. No tan simplón como regalar juguetes para vender”, agrega.
Finalmente, indicó que con una publicidad “más transparente no se pierde nada y se gana mucho. Si no le mentimos al consumidor, este va a reconocer eso”.