Expertos del Ministerio de Salud (Minsa) destacaron la importancia de iniciar un tratamiento temprano en niños y niñas diagnosticados con Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH). De esta manera se podrá disminuir los riesgos de estigmatización y las posibles disfunciones sociales que pueden surgir tanto en el ámbito familiar como escolar.
En ese sentir, la médica psiquiatra Sandra Orihuela enfatizó la necesidad de abordar el TDAH desde una etapa temprana debido a que los menores con esta condición necesitan desarrollar habilidades psicosociales ante los problemas que tienen para relacionarse con los demás.
“La intervención tiene que ser a tiempo, no hay que esperar, porque puede generarse disfunción social, sobre todo en la escuela. Mayormente estos niños son distraídos, no cumplen con las tareas, tienen bajo rendimiento y, por impulsividad, a veces son toscos y no se relacionan bien con sus compañeros”, comentó a la Agencia Andina.
Según explicó, una de los motivos más frecuentes por lo que la familia se demora muchas veces en acudir a un especialista para realizar un diagnóstico sobre la conducta de un infante es porque piensan que es “berrinchudo” o “malcriado” y que tal comportamiento ya “se le pasará cuando crezca”.
Principales señales de alerta
Para no caer en esa equivocación, te presentamos las principales señales a las que debes prestar atención sobre el comportamiento de tu hijo.
- Le cuesta permanecer concentrado en tareas o juegos.
- Fantasear mucho.
- Olvidar o perder las cosas con mucha frecuencia.
- Retorcerse o moverse nerviosamente.
- Hablar mucho.
- Parece no escuchar, incluso cuando se le habla directamente.
- Le cuesta mucho esperar su turno.
- Se distrae fácilmente.
- No logra estar sentado por tiempo prolongado.
- Va de un lado para otro o trepa en situaciones no apropiadas.
- No cumple ordenes específicas.
- Actúa de manera nerviosa golpeándose con las manos o los pies.
Intervención médica
Si los niños tienen menos de seis años, la terapia se enfoca en fortalecer sus habilidades sociales para mejorar su comportamiento, mientras que a los padres se les proporciona herramientas de educación psicológica para apoyarlos, organizarse y controlar sus impulsos.
En el caso de niños mayores, o adolescentes, se les ofrece apoyo académico para organizar sus procesos de aprendizaje, gestionar sus emociones y adoptar hábitos saludables.
Cabe destacar que la prescripción de medicamentos solo se considera si es necesario. Sin embargo, se educa a los padres y al entorno de los niños, incluidos los maestros, para que aprendan a no estigmatizarlos.
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