Para llegar al mercado Modelo de San Miguel, Mónica Serrano tiene que salir todos los días temprano de su casa en San Juan de Lurigancho y tomar un bus hasta la avenida La Paz. Ayer, sin ningún tipo de transporte público que pudiera trasladarla o acercarla al menos, no le quedó otra que subir a una moto y viajar así hasta su centro de trabajo. Sin los ingresos por la venta diaria de pollo no puede sustentar a su familia. Quedarse en su casa no era una posibilidad.
Así como ella, miles de personas tuvieron problemas ayer para movilizarse debido a la suspensión intempestiva del transporte como parte de la inmovilización social obligatoria decretada en Lima y Callao por el gobierno de Pedro Castillo, restricción anunciada en un mensaje a la nación emitido minutos antes de la medianoche, bajo el argumento de que así evitarían hechos de violencia por el paro de transportistas.
El Metropolitano tampoco operó y la línea 1 del metro de Lima, que inicialmente movilizó a algunos pasajeros, tuvo que suspender sus actividades para adecuarse a las disposiciones del Ejecutivo. Esto mientras la incertidumbre y el caos se apoderaban de paraderos en vías como Evitamiento, Túpac Amaru, Javier Prado o la Panamericana Norte y Sur.
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“Mira la hora en que avisaron, yo estaba descansando porque soy de las personas que tienen que madrugar”, explicaba a “América Noticias” uno de los ciudadanos que en vano intentaba, desde el paradero Puente Nuevo, a las 5:30 a.m., encontrar un bus para acudir a su trabajo.
Quienes sí se beneficiaron de lo sucedido fueron los choferes de taxi colectivo, quienes aprovecharon la desesperación para elevar precios y trasladar a personas incluso en las maleteras de los autos. La informalidad ganó espacio no solo en la madrugada. Este Diario comprobó que incluso a las 10 a.m. varias minivanes recogían pasajeros en la avenida Javier Prado, altura del óvalo Monitor, ante la ausencia transporte público regular.
Escala de descontento
Los problemas para movilizarse fueron apenas el inicio de un día que terminó con una de las protestas más fuertes contra el gobierno de Castillo en Lima Metropolitana.
Aunque el Decreto Supremo 025-2022-PCM, que oficializó las restricciones, garantizaba la continuidad de rubros esenciales como el sector Salud, en el Hospital del Niño, por ejemplo, las colas para atender a pacientes eran enormes debido a que el personal médico no había llegado a tiempo al establecimiento de salud. Recién a las 11 a.m. abrieron algunas especialidades.
La alimentación tampoco estuvo asegurada para muchos. Pese a que el ministro de Justicia adelantó que los mercados atenderían, este Diario comprobó que algunos locales estaban cerrados y que la presencia de compradores era reducida. “Tenemos un 40% de la afluencia normal. Además, los comerciantes han tenido muchos problemas para llegar”, aseguró Jaime Gallegos, gerente general de la Empresa Municipal de Mercados.
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Para el mediodía empezaron las expresiones de protesta con un cacerolazo que se reportó en distritos como Lince, Miraflores, Jesús María, San Isidro, Cercado, Comas y Barranco.
A las 2 p.m., ya no era una protesta con ollas y sartenes, sino grupos de vecinos vestidos con la camiseta de la selección nacional que partían a pie desde La Molina por la avenida Raúl Ferrero o Miraflores por la avenida Arequipa rumbo al Centro de Lima.
Protesta y descontrol
La plaza San Martín fue el punto de concentración de miles de personas que llegaron para rechazar la inmovilización obligatoria. “Si no venimos nosotros, ¿quién va a hacer algo al respecto? [La inmovilización] está causando muchas pérdidas económicas. Queremos la renuncia de Castillo”, explicó una manifestante a El Comercio.
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A las 3 p.m., hora en la que el mandatario se reunía con miembros de la Mesa Directiva del Congreso, empezó la movilización. En grupos, los manifestantes avanzaron hacia la avenida Nicolás de Piérola para ingresar a Abancay con el objetivo de llegar al Parlamento.
En esta vía empezaron los enfrentamientos con la policía. En el cruce con jirón Huallaga, un grupo de personas lanzó botellas y palos contra el personal de la Sección de Operaciones Especiales y de la Unidad de Servicios Especiales, quienes respondieron con bombas lacrimógenas para replegar a los manifestantes. Lo mismo se reportó en los cruces con Ucayali y Santa Rosa, así como en la misma Nicolás de Piérola.
Mientras la violencia aumentaba a unos metros del Congreso, adentro, el presidente anunciaba, sin mucha explicación, el levantamiento de la medida que propició la masiva marcha. Eran las 5 p.m. y el sorpresivo anuncio no alivió el descontento por un día de confusión y desorden. Con el paso de las horas, la violencia se incrementó por la presencia de delincuentes infiltrados en la marcha que se inició de forma pacífica.
Al cierre de esta nota se reportaban al menos cuatro civiles y 17 policías heridos. En el Hospital de Emergencias Grau fue internado un hombre de 35 años con una herida punzocortante en el tórax. Además, hubo serios daños materiales en la estación Colmena del Metropolitano y las sedes del Jurado Nacional de Elecciones, Ministerio Público y del Poder Judicial, cuya presidenta, Elvia Barrios, denunció que vándalos asaltaron e intentaron quemar los sótanos y otras áreas de la Corte Superior de Justicia. Periodistas de distintos medios también resultaron agredidos y víctimas del robo de equipos. Los destrozos también alcanzaron un local de la cadena Tambo+, ubicado en la cuadra ocho de la avenida Emancipación.
A las 9 p.m., cuatro horas después de la suspensión del toque de queda, todavía no se publicaba el decreto que oficializaba lo dicho por el mandatario.
Debido a la violencia, la Dirección Regional de Educación de Lima Metropolitana confirmó que hoy tampoco habrá clases presenciales para salvaguardar la seguridad de escolares, docentes y familiares.