Una mañana de abril, Aurora Ayala pensaba en qué comerían sus hijos de 5, 7 y 16 años al día siguiente. A esta mujer de 37 años, la pandemia del coronavirus le había arrebatado el trabajo, el alimento y la sonrisa, pero no la esperanza. Pocos días antes del 20 de abril, cuando concibió una idea que cambiaría su rutina por completo, el padre José Luis, miembro del Movimiento Misionero Pentecostés, cerca de su hogar, en Villa María del Triunfo, apareció acudiendo a sus plegarias de auxilio y le regaló siete pollos. Ella le agradeció y luego, en el camino de regreso a casa, pensó que sería injusto quedarse con todo. “Hay vecinas que tienen hasta siete hijos. Entonces fui donde mis vecinas y les dije: ¿qué les parece si compramos comida con nuestra poca platita y las tres hacemos una olla común?”, cuenta la mujer a El Comercio.
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En medio del calor y de una pandemia súbita, sus amigas Antonia Sulca y Mauricia Lluvia armaron junto a ella la Olla Común del Asentamiento Humano Buena Vista en Villa María del Triunfo, un espacio donde comen alrededor de 180 familias de una cacerola gigante encendida con leña, pues cocinar con gas no es un lujo de todos los días. Entusiasmadas, solicitaron donaciones mediante las redes sociales, al ilustrar con fotografías las colas de personas esperando para recoger su ración de desayuno, almuerzo o cena, siempre que con suerte no tuvieran que suprimir alguna de las tres comidas del día.
Según datos del Registro de Ollas Comunes de la Municipalidad Metropolitana de Lima, el número de estas ha subido a más del doble. De las 377 ollas registradas en julio (de las que comían 48.045 personas), al 21 de noviembre ya se tenían 901 (con 100.293 beneficiarios de 27 distritos de la capital).
Cierre de conteo | Ollas comunes registradas | Raciones registradas | N° de distritos |
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Julio | 377 | 48.045 personas | 26 distritos |
Agosto | 512 | 57.833 personas | 26 distritos |
Septiembre | Sin registro | Sin registro | Sin registro |
Octubre | 762 | 83.265 personas | 27 distritos |
Noviembre | 901 | 100.293 personas | 27 distritos |
Fuente: Registro promedio de ollas comunes de la Municipalidad Metropolitana de Lima.
Sin embargo, el número real sería mucho mayor, ya que muchos vecinos aún siguen llenando el formulario de la página web de la comuna para dejar constancia de la existencia de sus ollas.
“En 2019, las ollas comunes no eran un recurso generalizado. Cuando viene el COVID-19, la gente pierde los trabajos y el acceso al alimento es mínimo. Al comienzo, hasta los comedores populares, que sí son instalaciones formales, cerraron por miedo al contagio. Es cuando las ollas aparecen como una expresión vecinal de emergencia y se convierten en un ‘boom’. Pero, así como un día se crea una olla, al siguiente día, podría desactivarse. O también podrían unirse entre ollas de diversas zonas aledañas, o separarse. Mucho depende de que las ollas consigan donaciones o puedan autogestionarse”, afirma el representante de la Municipalidad de Lima, Víctor Quinteros.
Así, en una ciudad con 761.400 desempleados (INEI) y 395.701 contagiados de COVID-19 (Ministerio de Salud), las ollas comunes surgen en algunos de los 16 distritos más afectados por el coronavirus, como Ate Vitarte, Bellavista, Pachacamac, Chorrillos y San Juan de Miraflores, según el mapa de calor de Essalud.
“Según la disposición del Gobierno Central, cada municipalidad debería hacer su registro de ollas comunes”, explica la regidora de Lima Metropolitana y presidenta de la Comisión de Medio Ambiente, Salud y Bienestar Social, Jessica Huamán.
Pero, debido a la dificultad del rastreo de ollas, las donaciones no llegan a todos los distritos. Al no existir un registro único formal, algunos municipios, ONG y colectivos preparan estimados para observar el panorama de las comunidades con necesidades de formalización, alimentación y cuidados sanitarios.
Un ejemplo de sistema de rastreo es “Manos a la Olla”, reciente proyecto ganador del concurso CAD 2020. Mediante este, el equipo de la Municipalidad Metropolitana de Lima ha gestionado diversas prácticas sociales de consejería a representantes de ollas comunes y entregado 275 mil 111 donaciones de alimentos. Sin embargo, debido al incremento constante de las ollas, la municipalidad también optó por pedir apoyo a la iniciativa privada invitándola a “adoptar una olla” distribuida en el mapa georreferenciado, donde se encuentran las 589 ollas que fueron contactadas por la institución y proporcionaron su ubicación exacta.
ALIMENTOS QUE NO LLEGAN
En un intento por aminorar la necesidad alimentaria durante la pandemia, el Gobierno emitió el Decreto Legislativo 1472, que facultó al Programa Nacional de Alimentación Escolar Qali Warma a brindar insumos por 90 días a personas vulnerables por la crisis sanitaria, a solicitud de las municipalidades.
Con base en los requerimientos municipales, Qali Warma ha invertido 26 millones de soles en Lima Metropolitana y Callao para “atender a poblaciones vulnerables”. En ese sentido, el programa entregó 7.198 toneladas de insumos a los municipios, que cubrirían las necesidades de 867.746 personas en estado de vulnerabilidad.
Sin embargo, la jefa del Programa de Descentralización y Buen Gobierno de la Defensoría del Pueblo, Mónica Callirgos, indica que los alimentos no están llegando a todos los necesitados. “El gran problema es que algunas municipalidades no están empadronando las ollas. En algunos casos, en el cono norte, por ejemplo, las ollas no están recibiendo los productos, justamente porque la municipalidad distrital no empadronaba. Se necesita una mayor coordinación y creo que el Ministerio de Desarrollo e Inclusión Social (Midis) debería tener un liderazgo acá para realmente iniciar una identificación”, asegura.
La presidenta de la Red de Ollas Comunes, Fortunata Palomino, confirmó que muchas ollas no están recibiendo los productos, lo cual genera incomodidad y suspicacias. “Hay ollas comunes que están recibiendo los insumos de octubre, recién, en noviembre”, indica.
Añadió que, en varios distritos, las organizadoras de las ollas han llevado el padrón a la municipalidad “pero les han dicho que ya se cerró el empadronamiento”. “Es injusto que pongan un tope. Algunas municipalidades nos dicen que no hay presupuesto y que no les va a alcanzar, o que no tienen personal para poder recepcionar esos padrones. Las municipalidades no quieren comprometerse”, sostuvo Palomino.
NI AGUA NI SANIDAD
Mientras tanto, cómo subsisten estas mujeres cocineras y sus vecinos, quienes integrarían los más de 6,5 millones de peruanos en situación de pobreza y los más de 900 mil en extrema pobreza, según datos del INEI.
Lisbeth Janampa, una madre de 55 años que dirige la olla común “Bendiciones de Dios”, en San Juan de Miraflores, comenta que su espacio tuvo un inicio complejo en mayo, pues los donativos de alimentos brindados por parroquias, organizaciones sin fines de lucro y personas naturales no alcanzaban para cubrir el hambre de las familias que pagaban por su ración 50 céntimos en días regulares y S/2 por una porción de postre los fines de semana.
“El aguatero no quiere subir a donde estamos y dice que nos dará agua gratis solo hasta fines de noviembre. Estamos ajustando un poco. Un saco de arroz se nos va en tres días. Tratamos de no usar mucho pollo, por lo mismo que está caro. De 9 soles el kilo a lo que estaba: 4 soles. Para la olla, tenemos que comprar casi 12 kilos de pollo. Gastamos en un día hasta 90 soles solo para el almuerzo, lonche no se cobra. La leña afecta nuestros pulmones, pero el gas es caro, de eso necesitamos como 4 galones semanales. Tenemos miedo, porque en estas semanas ya no está habiendo apoyo de entidades”, expresa Janampa.
La trabajadora social y vocera del colectivo Manos a la Olla, Gianina Meléndez, busca fortalecer las capacidades de administración y organización de las coordinadoras y lideresas de las ollas comunes en conjunto con ellas y el resto del equipo, a través de talleres dictados a las ollas de Con Unión Todo se Puede, Olla Común Virgen de Fátima, Vecinas Unidas – La Milagrosa y Olla Común La Esperanza, en la zona sur de Lima. Meléndez aseguró que la comida escaseó aún más desde hace dos semanas, atribuyendo parte de ello a la crisis política y la emergencia sanitaria que mantiene en incertidumbre a los sectores más pobres y provocó que las donaciones disminuyeran en 80%, según su perspectiva.
“De las cuatro ollas en las que interviene nuestro colectivo Manos a la Olla, solo dos fueron beneficiadas con alimentos hace un mes a través de Qali Warma, pero hasta ahora el tema de bioseguridad no se ha visto como parte de esa asistencia gubernamental. Ninguna de las ollas ha tenido, ni siquiera, el muestreo de la prueba rápida de COVID-19. Ha habido familias con el virus en algunos asentamientos y, cuando ocurrió eso, algunas de las mujeres dejaron de cocinar por miedo a contagiarse”, aseveró Meléndez.
El gasto promedio de las ollas comunes puede llegar a 1.356 soles para entregar 452 platos, estimó el colectivo Manos a la Olla. Según las dirigentas Fortunata Palomino, Aurora Ayala y Lisbeth Janampa, sobre todo se preocupan por cuidar a los niños, ancianos y personas con discapacidad o alguna enfermedad que acuden a la olla. Pensando en conseguir alimentos con proteínas, en vez de carbohidratos, acuden a los mercados para recoger productos sobrantes o piden donativos cada día. Es un trabajo extenuante.
Dentro de las raciones que obtienen de parte de Qali Warma de manera temporal, se concibieron insumos en arroz, aceite, menestras, azúcar, avena con quinua, leche y latas de conservas de pollo. Por parte de otras donaciones, las cocineras intentan conseguir guantes de látex, mascarillas, alcohol, entre otros implementos para cumplir con las recomendaciones sanitarias para ollas comunes estipuladas en la Resolución Ministerial 383-2020 del Ministerio de Salud. Por desgracia, en estos espacios sencillamente el dinero casi no alcanza para la sanidad.
DERECHO A LA ALIMENTACIÓN
En un estudio de la Red de información sobre Seguridad Alimentaria (FSIN, por sus siglas en inglés), se reveló que, en América Latina y el Caribe, 18,5 millones de personas se encuentran en situación de inseguridad alimentaria a causa de factores económicos y climáticos.
“Estamos enfrentando una pandemia de la COVID-19, pero también una pandemia de hambre en el Perú. Tenemos una triple carga de malnutrición: desnutrición, sobrepeso y obesidad, y anemia. El Instituto Nacional de Políticas Alimentarias de EE.UU. concluye que las familias pobres a nivel global, al ver afectados sus ingresos, cubren su alimentación en base a alimentos calóricos. Una de las expresiones de esa crisis es la aparición de las ollas comunes. No es simplemente una necesidad de alimentos lo que tienen, sino un derecho humano y es responsabilidad del Estado que se cumpla”, comenta el nutricionista y vocero de Acción Contra el Hambre, Alejandro Vargas.
Con base en un estimado de medios realizado por Acción Contra el Hambre, existen al menos 6 mil ollas comunes a nivel nacional. Por lo mismo, Vargas concibe necesario que las municipalidades empiecen un proceso de identificación y registro para, luego, pasar por uno de asistencia directa para que las dietas de los beneficiarios incluyan alimentos frescos y de origen animal.
En tanto, luego de dos meses y una paralización de los pendientes congresales a causa de la crisis política, al fin se asoma, en los asientos de la Comisión de Inclusión Social y Personas con Discapacidad, el proyecto de ley 5764, que “incorpora de forma excepcional las ollas comunes como Organizaciones Sociales de Base (OSB)” en la ley de los comedores populares (30790). Ya con un dictamen aprobado por la comisión, espera a ser aceptado para votación en el pleno.
“Entiendo que la aprobación se está dilatando por la coyuntura política de las últimas semanas, pero seguimos buscando que los municipios puedan apoyar este trabajo de registro que ya realizan las mujeres dirigentas. La ley se concentra en ser una medida excepcional. Dentro del dictamen, se incluye el trabajo del Midis y del Ministerio de Salud para aportar a la capacitación de dietas balanceadas”, explica la congresista por Alianza para el Progreso, Carmen Omonte.
Sería alrededor de tres meses el tiempo que le demoraría a una olla común formalizarse como un comedor popular, por su puesto, teniendo tiempo y recursos. Una propuesta compleja para muchas personas, considerando que, a la mañana siguiente, tal vez, el aguatero no llegue, las donaciones demoren o los platos se acaben.
INFORMACIÓN DE CONTACTO
Para donaciones a la olla común “Bendiciones de Dios”, en San Juan de Miraflores, contactarse con la responsable Lisbeth Janampa al 953001881.
Si perteneces a una olla común y deseas registrarte para ser considerado en el incentivo de donaciones municipales y privadas de Adopta Una Olla, campaña de la Municipalidad Metropolitana de Lima, puedes ingresar por este link al formulario.
Para realizar donaciones a las ollas comunes Con Unión “Todo se puede”, Olla Común Virgen de Fátima, Vecinas Unidas – La Milagrosa y Olla Común La Esperanza, puede contactarse con el Colectivo Manos a la Olla al 940380373. Este colectivo trabaja para, entre otros, obtener fondos solidarios en beneficio de estas ollas.