En Punta Hermosa ya no queda ni rastro del movimiento que se veía hace una semana. Cuando se hicieron virales fotos y videos de varias personas sin mascarilla ni distanciamiento social, en lo que visiblemente era una fiesta dentro de un local ubicado en la antigua Panamericana Sur.
Restaurantes, calles y comercios vacíos dan cuenta de la aparente precaución con la que están actuando residentes y visitantes. “El movimiento ha bajado mucho. Parecía que estaba volviendo, pero ya bajó. Ahora la gente compra pocas cosas y no están saliendo mucho a restaurantes”, señala una de las comerciantes del único mercado del distrito.
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En el Paseo de los Tablistas, el panorama por ratos llega a ser desolador. Como pocas veces se ha visto, el pequeño malecón luce casi vacío. Todos los ingresos han sido cerrados y son el personal de Fiscalización y Seguridad Ciudadana quienes controlan a los que realizan actividades acuáticas permitidas.
“Costó mucho que las personas se acostumbren. Antes reportábamos varios incidentes, en cambio ahora pareciera que todos están tomando conciencia. Siempre nos preguntan cuándo se va a poder hacer uso de las playas y les decimos que nadie puede saber eso”, cuenta un agente de serenazgo mientras revisa la copia del Decreto Supremo 002-2021, publicado el 14 de enero tras los nuevos anuncios del presidente Francisco Sagasti.
Como ya se conoce, la restricción de ingreso a playas va hasta el 31 de enero en Ica, Arequipa, Moquegua, Tacna, Tumbes, Piura, Lambayeque, La Libertad. Así como también en las provincias de Huarmey, Casma y Santa del departamento de Áncash, en Lima Metropolitana y en la provincia Constitucional del Callao.
Para el alcalde de Punta Hermosa, Jorge Olaechea, estas restricciones no deberían continuar. Como ya lo ha expresado en anteriores oportunidades, el burgomaestre apuesta porque cada municipio controle los aforos de las playas y las medidas de bioseguridad. Además, sugiere que solo los residentes del distrito sean los que hagan uso de las nueve playas con las que cuenta su jurisdicción.
Olaechea señala que su distrito ha trabajado una propuesta para tener un aforo del 40% en estos lugares y pide al Gobierno Central que de facultades para que cada municipio pueda fiscalizar y controlar estos espacios públicos.
“Estos lugares son fuentes de vida y de sano esparcimiento. En esta pandemia, donde se pide cuidar la salud mental de las personas, es casi terapéutico ir al mar y pasar un momento en la playa. Además, hay muchas personas con alguna discapacidad y que, hasta por prescripción médica, deben hacer terapias ahí. Si nosotros como municipalidad vemos que podemos controlar aforo y garantizar que se cumplan protocolos de bioseguridad, porque negarse a darnos la potestad para fiscalizar estos lugares”, dice Olaechea a El Comercio.
En San Bartolo, el panorama cerca a las playas también es desértico y las opiniones coinciden con lo planteado por el alcalde de Punta Hermosa. Vecinos consultados por El Comercio señalan que se deberían manejar horarios para que las personas puedan acceder a estos espacios, colocar señalética y controlar aforos, etc.
“No se ha comprobado que las playas sean un foco de contagio. Creo que el Gobierno debería centrar su atención en otros ambientes en donde hay aglomeraciones y caos. Aquí estamos en un espacio libre. Hay que apelar a responsabilidad de las personas” explica David Guzmán, residente de San Bartolo que ha decidido pasar la emergencia sanitaria en el balneario.
En el distrito se han dispuestos dos ingresos peatonales y hay agentes de serenazgo caminan por la zona de playas. Además, se ha colocado una bolla a unos 100 metros de la orilla con la cual se permite controlar las actividades acuáticas. “El distintivo se ha colocado a una distancia promedio a la que los surfistas corren las olas. Hemos tenido problemas con gente que se metía al mar con una tabla, pero que no hacía nada y se quedaba en la zona cercana a la orilla. Con esto ya podemos controlar un poco más que se cumplan las disposiciones emitidas por el gobierno”, dice un agente de serenazgo.
En la zona del Mercado de San Bartolo, los “jaladores” de restaurantes también se mantienen alerta. Ante cualquier grupo de personas o auto, muestran la carta con la esperanza de atraer a los comensales. “Llevo trabajando un mes y medio aquí y está difícil eso de traer gente. A veces tenemos suerte y encontramos clientela para el mediodía. Ya después de las dos o tres de la tarde todo está vacío”, señala una joven extranjera que trabaja en dos comercios de la zona.
De acuerdo con el último reporte del Ministerio de Salud publicado el 13 de enero, la distribución de los casos de COVID-19 en los distritos del sur chico es la siguiente: San Bartolo (283), Punta Hermosa (231), Punta Negra (199) y Santa María del Mar (97).
Mano dura
Después de la fiesta que se realizó en uno de los locales de Punta Hermosa, el municipio decidió clausurar temporalmente el local y varias gerencias vienen trabajando para mejorar los lineamientos administrativos con el fin de evitar que se saque la vuelta a la ley. En una breve entrevista con El Comercio, el alcalde Jorge Olaechea explicó lo sucedido.
“La policía hizo dos operativos ese día, a las 5 de la tarde y entre las 8 o 9 de la noche. Ellos son la autoridad competente para controlar ese tipo de eventos, nosotros como municipalidad no podemos irrumpir en esa propiedad, detener personas y multarlas. A la hora en que la policía pidió el apoyo de las gerencias correspondientes para ir a verificar esos locales, nosotros los apoyamos”, señala.
Asimismo, el alcalde explica que este establecimiento sí contaba con los permisos necesarios debido a que cambió el rubro de su negocio a restaurantes. “Rechazo la actitud de los malos empresarios que valiéndose de este tipo de actividades que son parte de la reactivación económica, pretenden sorprender a las autoridades”, dice.
Olaechea señala que desde que empezó la emergencia sanitaria, su distrito ha recibido a una gran cantidad de personas ya que algunos han vuelto a residir de manera permanente y otros han alquilado casas y departamentos. La comuna estima que se han alcanzado picos de más de 50 mil personas residiendo en el distrito.
“Esta temporada ha sido atípica. Usualmente después del verano el distrito estaba vacío, pero ahora hemos hecho el esfuerzo de contratar más personal para poder cumplir con las medidas dadas por el Gobierno Central. No podemos perder recursos vigilando restaurantes día y noche para evitar que hagan fiestas, ese es un trabajo de la policía”, enfatiza.