Hace seis años, mientras los vecinos de Milagro Huamán celebraban la llegada de un nuevo año reventando cohetes en la calle, su familia, preocupada, acudía de emergencia a una clínica. Su hijo, Jimmy, quien tiene autismo, despertó perturbado por el ruido de los pirotécnicos. Asustado y confundido, intentó bloquear el fuerte sonido tapándose las orejas con las manos. Pero su desesperación por no saber lo que ocurría hizo que se aplastara con tal fuerza que terminó por lacerarse los tímpanos.
“Una característica de las personas con autismo es que sufren hipersensibilidad auditiva. Las puertas y ventanas de la habitación de mi hijo estaban cerradas, pero el sonido fue tan fuerte que lo asustó. Sangró durante dos días y requirió una operación”, asegura Milagro, quien hace seis años fundó la ONG ¡Soy Autista y Qué!, que busca generar conciencia para mejorar la calidad de vida para personas con autismo.
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Una situación similar es la que vive cada año, en las fiestas navideñas, Diana Osorio en su vivienda en Tablada de Lurín, en Villa María del Triunfo. Su hijo de 5 años se golpea la cabeza repetidamente tratando de apaciguar el ruido de la pirotecnia.
"La situación es desesperante. Grita, llora y se da golpes gritando ¡au! El estrés que le genera es tal que tenemos que encerrarnos con él en el baño donde lloramos por la desesperación de no poder ayudarlo", lamenta Diana.
Jaime Flores, terapeuta ocupacional en integración sensorial, precisa que la condición de hiperactividad auditiva hace que las personas con autismo sean más sensibles. Incluso, asegura, pueden percibir el ruido aproximadamente dos a cuatro veces más fuerte que una persona sin hipersensibilidad.
“Las personas con autismo no entienden la situación. Es un ruido inesperado que los aturde. La bulla les genera angustia, temor palpitaciones y sudoración, que son respuestas de nuestro cuerpo ante situaciones estresantes”, precisa Flores.
El terapeuta explica que, ante ruidos fuertes, los niños con autismo corren a cualquier lado para buscar donde guarecerse. “Pueden sufrir accidentes dentro de casa como en la calle”, dice.
—Recomendaciones—
Para Flores, el escenario ideal sería que las personas eviten usar pirotécnicos para celebrar festividades.
Además, lo que se puede hacer es identificar una zona de la casa donde se escuchen en menor medida los ruidos fuertes. "Los adultos deben permanecer junto a los niños para que puedan contenerlo. Un abrazo firme puede ayudar a que no se asusten", asegura.
También, indica, se pueden utilizar tapones de protección para cortar la entrada de los sonidos fuertes. “Es importante que hablemos con nuestros niños para anticiparles que habrá mucho ruido, pero que están seguros”, precisa.
—Los animales también padecen—
Ricardo Rondón, médico veterinario, explica que la pirotecnia ocasiona una sobreestimulación de impulsos sonoros, olfativos y visuales en los animales, que los confunde.
"Los animales no entienden de fiestas. Ante un sonido que los asusta, ellos reaccionan como un animal no racional. En primera instancia, salen corriendo y pueden terminar siendo atropellados", explica Rondón.
Susana Flores, presidenta de la organización Ángeles Peludos, recomienda a las personas acompañar a sus mascotas durante estas fechas y, sobre todo, que les coloquen placas con su identificación.
“En esta época se pierden muchos perros que salen despavoridos por el susto. Esto es peor para los animales callejeros”, critica Flores.
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