Un ginecólogo, dos obstetras y una técnica rodean a la gestante. En la sala de partos del hospital Luis Negreiros, la mujer tiene dos tareas que cumplir mientras trata de controlar el miedo y el dolor de las contracciones cada vez más intensas: pujar y evitar que la mascarilla se mueva de su cara. Pujar, mascarilla, respirar y repetir. Es el miércoles 23 de setiembre a la 1:43 p.m. y afuera otras tres mujeres con diferentes grados de dilatación escuchan el trance que pronto les tocará atravesar. En otro tiempo estarían acompañadas por sus parejas o familiares, pero estamos en pandemia y el estricto protocolo para evitar contagios ha aislado también el proceso de dar a luz.
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Apenas tres minutos después, el último grito, el más fuerte, precede al nacimiento del bebé. “Díganme ¿qué es?”, es lo primero que pregunta antes de que le acerquen a su hijo y logre sostenerlo por primera vez. Puede hacerlo porque, pese a las medidas de seguridad, ella no tiene COVID-19.
En ese mismo hospital, ingresa la noche siguiente otra gestante nueve horas después de romper fuente. Con 35 semanas de un embarazo llevado casi enteramente en medio de la pandemia, la mujer de 32 años llega al área de emergencias a las 7:27 p.m. del jueves 24. Esa noche pasan dos cosas que no estaban en sus planes: enterarse de que tiene coronavirus y engendrar por cesárea a un bebé prematuro en la sala de partos más protegida del nosocomio. Sin embargo, cuando nazca, no podrá tener un contacto demasiado cercano con él.
En el hospital Negreiros de Essalud nacen cada mes cerca de 400 bebés, de los cuales aproximadamente el 30% es de una madre con diagnóstico de COVID-19. Giovanna Callirgos, jefa de Ginecología del nosocomio, explica que se ha demostrado que no hay transmisión del virus durante el parto o la lactancia, pero persiste el riesgo de contagio por vía aérea. Por eso, evitan acercar demasiado el recién nacido con la madre hasta que ambos sean dados de alta, generalmente 24 horas después. “Dentro de todo tratamos de mantener el primer vínculo de la madre e hijo en los partos, pero lamentablemente en el área COVID-19 solo lo acercamos para que la madre lo vea y sepa que está bien”, explica a El Comercio. A los padres se les llama por teléfono para mantenerlos al tanto del estado de madre e hijo. Si no se trata de casos de coronavirus, podrán visitarlos brevemente.
En marzo pasado, el área de ginecoobstetricia del Negreiros, que antes ocupaba toda una planta del hospital, fue trasladada al Centro de Atención Primaria, ubicado al lado del edificio principal. Ahí se adaptaron consultorios para áreas de hospitalización, tópicos de emergencia, salas de parto y de operaciones. En el hospital se implementó una zona aislada para COVID-19 con protocolos aún más estrictos, que incluyen desde los equipos de protección personal para los médicos hasta la restricción de todo tipo de visitas.
Al ingresar, todas las gestantes pasan por la prueba rápida de descarte del virus en triaje. Quienes dan positivo o tienen síntomas son derivados en ambulancia a la zona diferenciada que cuenta con seis camas para atención especializada. En ambas áreas, una pantalla de plástico separa a la gestante de los médicos durante el parto.
“Mantenemos protocolos específicos para atender a tiempo y con seguridad a las madres con o sin diagnóstico, cada una en un área específica. Fue difícil al inicio porque teníamos menos personal [por edad o comorbilidades] y los partos no se detienen", agrega Callirgos.
TRES DE DIEZ
De marzo a la quincena de setiembre se han registrado 253.200 nacimiento en el país, según el Registro del Certificado de Nacido Vivo del Ministerio de Salud (Minsa). De estos, el 35% fue de madres con diagnóstico positivo a coronavirus, explica el doctor Guillermo Atencio, director de Salud Sexual y Reproductiva del Minsa. Es decir, 88.620 desde que empezó la pandemia.
Aunque el Negreiros es el segundo hospital con más partos del Seguro Social, después del Rebagliati, es el Instituto Nacional Materno Perinatal el que concentra la mayor cantidad de nacimientos en el Perú. El doctor Enrique Guevara Ríos, director dicho centro, explica que en su institución nacen cerca de 1.500 bebé cada mes.
Este es un promedio que se mantuvo casi invariable en los últimos 10 años hasta que empezó la cuarentena. En diálogo con este Diario, Guevara indica que en los últimos meses disminuyó el número de partos. “Tuvimos un pico de 1.800 en abril, pero empezamos a bajar hasta llegar a 1.116 partos en agosto. Probablemente las mujeres están dando a luz en el primer nivel de atención o en sus casas, esto será motivo de investigación”, dice.
En cuanto a los casos de gestantes con COVID-19, a la fecha han reportado 1.292 partos desde el 4 abril, cuando se registró el primer parto de una madre con diagnóstico de prueba rápida. En agosto, la cifra fue de 441 partos, el 40% del total de nacimientos atendidos ese mes. Según Guevara, en la mayoría de casos se trata de madres asintomáticas o con síntomas leves. Los casos graves son derivados a los hospitales de Emergencias de Ate y de Villa El Salvador o atendidos en la UCI del nosocomio.
Al igual que el Negreiros, este instituto también ha diferenciado sus ambientes debido a la pandemia con zonas de aislamiento para casos COVID-19 (dos salas de operaciones y siete de parto) y se ha suspendido el parto con acompañante. Lo que sí permiten es el contacto inmediato, al menos por un momento, de madre e hijo. “Colocamos al bebé sobre el pecho de la mamá porque es importante para su desarrollo cognitivo y afectivo. También porque promovemos que empiece la lactancia materna”, dice.
Sobre este punto, el doctor Guillermo Atencio reitera que no se ha demostrado que ocurra transmisión del virus durante la gestación, el parto o la leche materna; sin embargo, una vez que nace el bebé puede ser contagiado vía aérea si no se toman las medidas precaución como el lavado de manos antes de amamantar y el uso de mascarillas. La Organización Mundial de la Salud (OMS) respalda esta afirmación. En un informe de mayo pasado, indica que no se ha detectado el virus activo en la leche materna de ninguna mujer con sospecha o confirmación de la enfermedad. En cambio, la lactancia proporciona anticuerpos que promueven la salud de los bebés y los protegen contra numerosas enfermedades de la infancia. “Los numerosos beneficios de la lactancia materna superan con creces los posibles riesgos de transmisión y enfermedad asociados a la COVID-19”, señalan.
EL RETO A DISTANCIA
El día que se estableció el estado de emergencia por COVID-19 se suspendieron todos los consultorios externos para evitar aglomeraciones, y eso incluyó la atención de las gestantes, controles, ecografías y psicoprofilaxis.
Esto provocó que durante dos meses ninguna madre pudiera atender el desarrollo de su embarazo en el Instituto Materno Perinatal de Lima, explica Guevara. “La atención prenatal es importante para diagnosticar precozmente cualquier complicación, especialmente en las 12 primeras semanas. Todos eso se dejó de hacer en marzo y abril, eso fue sumamente serio”, dijo.
Por eso, en mayo empezaron a realizar teleconsultas y desde agosto se las atenciones son mixtas. Las gestantes que requieran orientación de los cuidados del embarazo deben comunicarse a través del aplicativo Whatsapp con número 942407841, en el horario de lunes a viernes de ocho de la mañana a dos de la tarde.
En el Negreiros ocurre algo similar. La doctora Callirgos indica que el personal que realiza trabajo remoto se encarga del seguimiento pre y post natal a través de llamadas telefónicas diarias. De acuerdo con la ginecóloga, este monitoreo ha permitido una importante reducción de problemas después del parto. De hecho, desde marzo solo han reportado un caso de efectos adversos. “Eso nunca se ha hecho, antes se les daba de alta y no sabíamos más hasta que volvían al retiro de puntos”, señala.
Sin embargo, sigue siendo insuficiente. Ambos especialistas señalan que el reto es reabrir paulatinamente los consultorios conforme se pueda controlar el nivel de contagio para atender a las gestantes antes y después del embarazo, especialmente en casos confirmados de COVID-19.
Un informe de la Organización Panamericana de la Salud (OPS) señala que las muertes de embarazadas por COVID-19 subieron en más de 100 casos en un mes en América. De 356 muertes en agosto, pasó a 458 en setiembre. Perú, con 35 casos de muerte posparto, se encuentra entre los primeros de la lista, detrás de México, Brasil, Estados Unidos y Colombia.
Por ello, la OPS hizo un llamado a que se “intensifiquen los esfuerzos para garantizar el acceso a los servicios de atención prenatal” de gestantes infectadas.