MARÍA PÍA BARRIENTOS Redacción online

Primera escena. Media docena de hombres en boxer se zarandean. Gordos. Flacos. Guapos. Calvos. Hay de todo. Se empujan, se tocan, se rozan, pelean. Buscan arrebatarse un trozo de tela roja que terminan partiendo en mil pedazos. Poco después comienzan los besos. Él lo mira excitado. De pronto agarra su cabeza. Vigoroso empieza a besarlo. Él coge de la cintura al que llama amigo. Ambos se tienden en el suelo. El otro abre las piernas. Con ellas abraza su torso. Continúan besándose, sobándose. Pero no. No se trata del inicio de una película porno. Es una escena de El Mercader de Venecia, uno de los más grandes clásicos de William Shakespeare, esta vez representado por la compañía alemana DresdenStateTheater.

A algunos podría sonarles a la prostitución de una de las más emblemáticas obras del planeta. Sin embargo, al ver la obra entera nos topamos con una propuesta tan visceral como conmovedora y en la que incluso estos elementos encajan. Una pieza con tintes de humor, violenta por partes, pero siempre poderosa, que usa este estandarte teatral como terreno de experimentación e insumo para crear.

Esta es solo una de las creativas propuestas que encierra el Festival de Teatro Clásico de Almagro, lugar en el que algunas de las piezas ineludibles de la dramaturgia universal convergen, pero lo hacen con un nuevo maquillaje, de plano, o con la cara lavada.

EL FESTIVAL En su edición número 36 el encuentro teatral clásico más importante de España presenta más de 50 obras que le dan un nuevo aire y refrescan aquello que muchos continúan creyendo un territorio en el que la experimentación queda fuera. Este se lleva a cabo hasta el 28 de julio en el pintoresco Almagro, en Castilla de la Mancha, tierra del buen Quijote y también del conquistador Diego de Almagro.

Este año el festival tiene como lema El color de los clásicos y su extensa paleta está compuesta por obras de reverenciadas compañías españolas e internacionales, teatro independiente (Almagro off), para niños y micro teatro (piezas que duran unos 15 minutos).

Entre las propuestas que resaltan encontramos, por ejemplo a Otelo, de la compañía chilena Viajeinmóvil. En la representación vemos a dos actores haciendo las veces de cuatro, y a veces hasta 5, en escena. Jaime Lorca se desdobla en el patrón y su sirviente casi al mismo tiempo. Teresita Iacobelli hace lo propio. Uno mueve frenéticamente la cabeza de un maniquí, el otro sostiene su torso moreno de plástico. Usan a las marionetas para poder ser dos al mismo tiempo. Así componen una puesta en escena rotunda y cargada de dramatismo.

Asimismo encontramos a Tomás Moro, una utopía, obra presentada por Universidad Internacional de La Rioja (UNIR), la Fundación Festival Internacional de Teatro Clásico de Almagro y Es.Arte. Aquí vemos a un luego canonizado ex pilar de la corte inglesa inmolándose en pos de la convicción y a un historiador moderno, vestido de contemporáneo frac, contextualizando la historia.

Los escenarios elegidos para exhibir las puestas en escena son tan históricos como los productos que expone: iglesias antiquísimas, una antigua universidad renacentista y el célebre corral de comedias, el cual fue construído en 1628.

¿CREATIVIDAD O EXCESO? Pero, qué tan válido es el tomar un texto y dotarlo de una intención totalmente diferente a la original. Para el connotado director teatral Guillermo Heras existen tres formas de abordar un texto clásico. Una de ellas es la lectura alterativa, según explica durante su ponencia en la primera jornada de críticos del festival, evento organizado por UNIR y al que también fue invitado elcomercio.pe. Por su parte, el crítico Miguel Ayánz, del diario español La Razón, durante la crítica a la obra El Mercader de Venecia, afirma que el cambiar de esta manera un texto no le hace justicia al autor y va demasiado lejos.

Sea como fuere, las diversas propuestas que confluyen en el festival, tanto las posmodernistas como las versiones más clásicas, ratifican lo que sabemos, pero que muchos en nuestro país parecen olvidar: que en teatro hay infinitas formas de abordar una misma historia y que la creatividad y la exposición de un punto de vista propio son primordiales.