Mario Vargas Llosa tiene claro que su talento como escritor no lo convierte, de forma automática, en una persona con dotes de cineasta. Durante la presentación de un ciclo de películas basadas en su obra en México, el director recordó su incursión en la pantalla grande y la calificó de complicada y muchas veces funesta.
El autor dijo que su versión de “Pantaleón y las visitadoras” fue una catástrofe, de la cual se considera exclusivamente responsable.
No soy ni seré nunca, ni remotamente, un cineasta, dijo el Nobel peruano, que también consideró que pocas veces una novela ha sido bien llevada al cine; aunque puso como excepciones a El gatopardo, del italiano Luchino Visconti (1963), basada en una novela de Giuseppe Tomasi di Lampedusa, cuya versión cinematográfica es tan extraordinaria como la novela, o El proceso (1962) del estadounidense Orson Welles, sobre un texto de Franz Kafka.
El cine me gustó mucho a partir de una cierta edad. Me cuentan que los primeros intentos de llevarme al cine fueron un fracaso total porque apenas se apagaban las luces yo empezaba a chillar muerto de terror y tenían que sacarme, relató el escritor.