“Cocaine Bear”: la historia real del oso que comió 15 kilos de droga y ahora es una hilarante comedia

El 11 de septiembre de 1985 un avión Cessna bimotor que sobrevolaba la Cordillera Azul en los Estados Unidos tuvo un desperfecto grave, dejando caer un preciado cargamento de cerca de 400 kilogramos de cocaína en la frontera de los estados de Georgia y Tennessee. El piloto del vuelo, un exagente antinarcóticos convertido narcotraficante de nombre Andrew Carter Thornton II, fue encontrado muerto horas después en un suburbio de Knoxville. En su cuerpo, además de armas de fuego, cargaba una bolsa de lona con 35 kilos de la droga, peso que había impedido que su paracaídas se abriera en el momento crucial.

Unos 200 kilómetros al sur, en el parque nacional de Chattahoochee–Oconee, un oso negro de 80 kilogramos de peso encontró parte del cargamento con resultados fatales. Su cadáver fue hallado por un cazador cuatro meses más tarde, con una autopsia posterior determinando que el animal había consumido alrededor de 15 kilogramos de cocaína y había fallecido de una combinación de hemorragia cerebral, hipertermia, insuficiencia respiratoria, renal y cardíaca. Cerca al cuerpo había otra bolsa de lona con lo que se calcula fueron unos 40 kilogramos de la importación colombiana.

Apodado ‘cocaine bear’ (oso cocainómano) o Pablo Escobear - en honor al infame narcotraficante-, el cuerpo del oso fue supuestamente conservado con taxidermia y actualmente es exhibido en un centro comercial de Kentucky. Sin embargo, su historia también tendrá otro intento de inmortalidad con una película que llega a los cines peruanos este 27 de abril.

Titulada “Oso intoxicado” (“Cocaine Bear” en el idioma original), la cinta dirigida por Elizabeth Banks toma amplias libertades de la historia original, cambiando el destino del oso de una víctima del irresponsable actuar de los seres humanos con la vida silvestre a una máquina de matar de 225 kilogramos empoderada por narcóticos, una especie de retribución de la naturaleza violenta e incontenible de manera similar a cómo surgió Godzilla de los peligros del poder atómico.

No son las únicas adiciones a la historia, y Banks teje un complejo grupo de personajes que se ven involucrados con los ataques del animal como Sari (Keri Russell), un madre soltera que entra al bosque en búsqueda de su hija y su amigo; Bob (Isiah Whitlock Jr.) un detective en búsqueda de la organización criminal responsable de la droga; Eddie (Alden Ehrenreich) y Daveed (O’Shea Jackson), dos narcotraficantes encargados de recuperar el cargamento y Syd (Ray Liotta en uno de sus últimos roles) como el capo de la organización criminal.

A diferencia de otras películas de horror que utilizan animales como “Jaws”, “Cocaine Bear” camina en el delicado arte entre el horror y la comedia. “Para mí, el horror y la comedia son dos caras de la misma moneda”, indicó Banks en la gira mediática para promocionar la película. “Lo mejor que puedes hacer es llevar al público a una auténtica montaña rusa, haciéndolo reír, gritar, y saltar: ese era el objetivo de esta película.”

Esto no quiere decir que “Cocaine Bear” carezca completamente de un mensaje, y además de la obvia enseñanza de que las drogas son malas – tanto para los humanos como los animales -, la cinta intenta tejer una trama de las relaciones entre padres e hijos. Todos los personajes son protectores o protegidos de alguna manera, variando estos lazos desde el saludable amor de una madre a su hija a extremos tóxicos y abusivos.

Pero fuera de esta parte de la película queda de lado ante la hilarante imagen de un oso utilizando cocaína como si se tratara de Popeye y su lata de espinaca. “Cocaine Bear” presenta hora y media de comedia, ‘gore’ y acción que te harán cuestionar al espectador si, sin saberlo, también han sido intoxicados por un estupefaciente.