RODRIGO BEDOYA FORNO

Annie (Caity Lotz) llega a la casa de su madre a investigar la desaparición de su hermana y de su prima. Esa casa le trae malos recuerdos. Pero el lugar es también el centro de una serie de extraños fenómenos que tienen mucho de paranormal, pero cuyo protagonista puede tener raíces bastante terrenales.

Almas que penan. (horrible título para The Pact) es una película de terror interesante, tensa, que mezcla muy bien dos elementos muy caros al cine de terror: las historias de fantasmas y el slasher: aquellos filmes que muestran a un asesino en serie acabando con quien se encuentre a su paso.

El proyecto nació de un cortometraje del realizador Nicholas McCarthy, con el mismo título, que estrenó en el Festival de Sundance 2010. “En la primera presentación, varios productores me dijeron que querían hacer una película del corto, y yo les dije que de todas maneras”, recuerda el cineasta, quien conversó telefónicamente con El Comercio.

Para el cineasta, la idea de combinar los espíritus con los asesinos en serie vino de sus propios miedos. “Los fantasmas me asustan, la oscuridad también, pero lo que más me asustan son las personas”, se divierte el realizador. “Y esos dos miedo se reflejan en esos dos subgéneros del terror. La combinación de ambos, además, vino del hecho de que me gustan las películas en las que el mundo de las personas cambia drásticamente. Siempre he aspirado en lo que escribo a dar giros en lo que todo cambia, y en ‘The Pact’ hay eso”, complementa.

Cine compuesto Almas que penan” crea miedo a partir de los silencios, de las largas esperas, de esos momentos en los cuales nos sentimos solos en una casa abandonada, pensando que todo está tranquilo. “Es cierto que hay demasiado ruido en las películas de terror recientes, y si uno ve las cintas de ese género que de verdad dan miedo, todas usan el silencio. El exorcista es un claro ejemplo de un soundtrack que da mucho miedo con largos tiempos de silencio, comenta McCarthy.

Otra cosa que llama la atención de la cinta es que no tiene miedo a componer y a crear ambientes, a partir de un estilo clásico, en una época en la que las películas de terror estilo ‘found footage’ abundan.

Entiendo el atractivo de ese tipo de películas, dice el realizador. Son ideales para ver en una pijamada de chicas de 13 años. Y dan miedo, lo cual es el deber de toda película de terror. Pero resulta un poco extraño que todo aquello que es hermoso acerca de hacer cine, como componer imágenes, iluminarlas, se tiran por la ventana en este subgénero, apunta.

Me gustó que le vaya bien a ‘El conjuro’ –prosigue McCarthy–, que es una historia clásica de fantasmas. Al final todo depende de si la película asusta o no. No sé si todos se van a asustar con mi cinta, pero hay un grupo de gente que sí. Y todo está compuesto: no tengo ninguna intención de hacer una película grabada con una pequeña cámara de video en el corto plazo, comenta el realizador.

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