Semanas después de provocar gritos de pavor y confirmar su estatus como maestro del terror con The Conjuring, el director James Wan regresa con Insidious: Chapter 2, el que podría ser su último brindis al género que le ha abierto las puertas a las superproducciones de Hollywood.
The Conjuring, el drama de una familia que experimenta una serie de fenómenos extraños tras mudarse a una casa en las afueras de Rhode Island, ha recaudado más de 240 millones de dólares (182 millones de euros) en la taquilla mundial desde su estreno el 19 de julio.
Ahora, sin apenas tiempo para digerir ese éxito, el cineasta vuelve a proponer otro viaje a lo desconocido con una secuela del filme que en 2011 ingresó 100 millones (76 millones de euros) a partir de un presupuesto de 1,5 millones (1,1 millones de euros) en la que reaparecen los actores Patrick Wilson, Rose Byrne, Barbara Hershey y Lin Shaye.
Reunir a todo el equipo fue lo más complicado, afirmó Jason Blum, productor de Insidious: Chapter 2, durante un encuentro con un grupo reducido de medios, entre ellos Efe.
Propuse a James y a Leigh (Whannell, el guionista) rodar una segunda parte, y me dijeron que lo considerarían, pero que no lo harían si no daban con una buena idea. Tardamos bastante, pero decidí esperar. Era más importante hacer una buena película que hacerla rápida, añadió.
Blum, la mente detrás de éxitos de bajo presupuesto como la saga Paranormal Activity y cintas como Sinister (2010) o The Purge (2013), cree firmemente que el reciente rendimiento de The Conjuring en la taquilla sólo puede resultar beneficioso para su obra.
Va a suponer un impacto extra. The Conjuring es fantástica, y James hizo un trabajo magistral. La gente va a querer ver otra cinta suya rápidamente, apuntó el productor, satisfecho de que la propiedad se expanda incluso con una atracción dentro del parque Universal Studios de Hollywood, que abrirá el próximo día 20.
James Wan y Leigh Whannell, amigos desde que compartieran clases en la Universidad de Tecnología y Diseño de Melbourne (Australia), debutaron por todo lo alto con Saw (2004), lo que dio comienzo a una de las franquicias de terror más lucrativas de la historia.
Después llegaron Dead Silence (2007) e Insidious (2010), donde una familia lucha contra unos espíritus malignos que amenazan con poseer a su hijo, en estado de coma, y arrastrarlo al mundo de los muertos.
En esta ocasión, el argumento, con más elementos cómicos, gira en torno al misterioso suceso que sufrió el patriarca de la familia Lambert (Wilson) en su infancia y que mantiene a sus seres queridos conectados a una oscura dimensión.
No obstante, dar con elementos nuevos y sorprendentes fue una ardua tarea, según confesó Whannell, hasta el punto de admitir que tenían cero propuestas cuando se sentó con el realizador a debatir el proyecto.
Son películas que ayudan a psicoanalizar mi miedo a la oscuridad y a lo desconocido, declaró Wan. La idea de que tu hogar, tu santuario, ese espacio personal, ha sido invadido por algo que no comprendes, crea un terror en el que todos nos podemos identificar, agregó.
Los días de sus colaboraciones con Whannell parecen tocar a su fin. Tras hacerse un nombre en el mundillo del terror independiente, ahora se prepara para el mayor reto de su carrera: el rodaje de Fast Furious 7, con Vin Diesel, Dwayne Johnson y Jason Statham.
Estoy creciendo. Siempre he tenido aspiraciones y me atrae probar cosas nuevas. Ahora, con esta gran película de acción para el verano, pretendo mantener la filosofía que he aprendido: los personajes y la historia importan, no todo es espectáculo e imágenes potentes. No me intimida porque tengo un pasado. Pero sí me crea algo de ansiedad lo rápido que la quieren hecha, manifestó.
El rodaje comienza este mes y el estreno está previsto para julio del año que viene.