La carrera del poeta chileno Pablo Neruda por el Premio Nobel de Literatura no fue fácil. Tardó más de 20 años en lograrlo y tuvo que sortear innumerables obstáculos, entre los cuales estuvieron involucrados un peruano y la misma CIA. Hasta que finalmente un 10 de diciembre de 1971, es decir, hace 50 años, pudo tomar entre sus manos el máximo galardón que se le puede dar a un escritor, y pasar a la historia como el tercer latinoamericano en conseguirlo.
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Desde que el joven Ricardo Eliecer Neftalí Reyes Basoalto —nombre de pila de Pablo Neruda— empezó a escribir poesía, buscó convertirse en el mejor. De acuerdo con el diplomático y estudioso nerudiano Abraham Quezada, “producto de su talento y de su pericia poética rápidamente fue conocido en Chile y en el entorno vecinal de países, porque tiene una obra que podría calificarse como original, abundante y novedosa”.
A partir de los años 20 hasta los 50, Neruda escribe ocho libros (entre ellos, “Veinte poemas de amor”, “Residencia en la Tierra” y “Canto general”), que son quizá los libros más importantes de su producción. Él ya era consciente de su calidad poética y creía que merecía el Premio Nobel. “Neruda sabía que en América Latina había solamente otro poeta que le podría hacer el peso, ese era César Vallejo, a quien consideraba su auténtico par”, apunta Quezada.
El poeta chileno siempre estuvo atento a la producción de Vallejo. “Hay una carta privada que se la manda a Carlos Morla Lynch desde Asia, en julio de 1931, en la que le comenta la poesía de Vallejo, y se la comenta con molestia —detalla el estudioso nerudiano—. Se nota que lo hería la calidad poética de Vallejo, pero Neruda no lo dice en ninguna parte todavía. Cuando Vallejo muere, recién dice: ‘Vallejo era el mejor poeta del Perú, el más grande, y era mi verdadero hermano. No competíamos, porque nuestra poesía era distinta’”.
Desde los 50 hasta 1973 (año en que fallece), Neruda escribe más de 30 libros. Esta es la etapa en la que gestiona su talento. “Neruda comienza a administrar los viajes y con quién se va a reunir. Por ejemplo, se reunió cuatro veces con los mandatarios en Palacio de Gobierno del Perú”, rememora. Además, es amigo de intelectuales peruanos como Esteban Pavletich, Genaro Carnero Checa, Sebastián Salazar Bondy, Juan Mejía Baca, etc.
“Salazar Bondy publicó entre los años 54 y 64 por lo menos cinco artículos grandes sobre Neruda en los diarios. En una parte dice que Neruda es una ‘siderúrgica de poesía’, dado que escribía muchos poemas. Y Arturo Corcuera dijo que Neruda no fue un árbol, fue un bosque; no fue un planeta, sino una constelación; no fue un poeta sino una cordillera de poetas. Están hablando del vendaval poético que era el lenguaje nerudiano”, subraya el diplomático.
En 1956, Pablo Neruda fue nominado por primera vez al Premio Nobel. Su campaña para obtener el galardón ya estaba en marcha y daba frutos. Sin embargo, muchos antinerudianos se propusieron descalificarlo, como el uruguayo Ricardo Paseyro y el peruano Eudocio Ravines. “Era un militante comunista cajamarquino, pero se cambió de bando y pasó a ser un duro anticomunista. A Neruda le causó mucha tristeza que un hombre que estaba unido al pueblo de repente dejara todo y lo critique a él y a todo el Partido Comunista Chileno”, explica Quezada.
De hecho, el bate le dedicó a Ravines el poema “Un tal Montero”, en el que lo desenmascara y le dice: “El pobre renegado / de chamudés en chamudeces vive, / sobrevive en hoteles presuntuosos / deslenguándose más y más amargo / hasta dilucidarse en el vacío / ya sin más compañía que su ombligo”.
Otra barrera para la obtención del Nobel fue su militancia comunista. Está probado, por ejemplo, que en 1963 la CIA realizó operaciones encubiertas para evitar que Neruda ganara. Y tuvo éxito: ese año fue el griego Yorgos Seferis quien obtuvo el premio. Un año después, le otorgaron el Nobel a Jean-Paul Sartre, pero este no lo aceptó y aseveró en una carta pública que Neruda era el que lo merecía.
Ardiente paciencia
Tal como pronunció Pablo Neruda en las líneas finales de su memorable discurso al recibir el Premio Nobel, luego de una ardiente paciencia de más de dos décadas el poeta conquistó finalmente el espléndido galardón que merecía. El 21 de octubre de 1971, la Academia Sueca se lo comunicó oficialmente, y el 10 de diciembre se realizó la ceremonia de entrega.
¿Pero por qué lo ganó ese año? De acuerdo con Quezada, primero, porque se estaba viviendo el boom latinoamericano y había un interés por los escritores de esta parte del mundo. Segundo, el triunfo de Salvador Allende, porque instaló a Chile en una experiencia sinigual: ganó un gobierno marxista de manera democrática. Tercero, la campaña de Neruda para ganar el Nobel, entre cuyas tácticas se contaba que Allende lo había enviado como embajador a Francia, la capital cultural de Occidente. “Y había una razón de fondo: ¡ya estaba bueno que no ganara el Premio Nobel!”, acentúa el diplomático.
El Gobierno Chileno recibió la noticia con mucho júbilo. Se trataba nada menos que del segundo Nobel para Chile y el tercero para América Latina. “Fue un momento de triunfo, regocijo y de justicia, porque el poeta se lo merecía hace décadas, pero que había sido postergado por razones por todos conocidas, pero por nadie dichas”, afirma el estudioso nerudiano.
Como parte de las celebraciones, embanderaron varias ciudades chilenas y hay una población en Santiago que pasa a llamarse Pablo Neruda y sus calles tienen los nombres de sus libros. Y le envían el plano arquitectónico al poeta. “Pero la gran celebración ocurre en noviembre de 1972, puesto que se le hace un gran homenaje en el Estadio Nacional de Chile. Ese es el homenaje real, porque allí estaba físicamente el poeta”, comenta Quezada.
Reacción peruana
En el Perú también se alegraron mucho. En 1971, Juan Velasco Alvarado era el presidente y él se había reunido dos veces con el poeta en Palacio de Gobierno. Ya lo conocía bien. “Al ministro de Educación, Alfredo Carpio Becerra, le correspondió entregar algunas impresiones sobre el Nobel a Neruda. Él manifestó su complacencia y satisfacción, para luego esbozar que había sido elegido entre muchos otros porque se lo merece, por sus grandes cualidades y más aún por ser poeta revolucionario”, detalla Abraham Quezada.
Los amigos peruanos de Neruda estaban felices. Decían que era el reconocimiento no a un chileno, sino a un latinoamericano. La relación del poeta con el Perú siempre fue muy cercana. El mismo Neruda manifiesta la importancia de nuestro país en su poesía, en una entrevista en Lima en 1966. “Neruda tenía una relación antigua e intensa con los escritores y la élite cultural peruana. Visitó 10 veces el Perú y hay muchos de sus poemas que están relacionados con este país: ‘Alturas de Machu Picchu’, los poemas sobre Vallejo, los poemas de su viaje a Paita, etc.”.
En conclusión, hace 50 años celebraba Chile, celebraba el Perú, celebraba el planeta entero. “Por fin se coronaba la obra de un poeta portentoso, enorme, conocido en todo el mundo como el poeta del amor, de la justicia y de la humanidad violentada, al cual se le coronaba con el premio de los inmortales”, indica el diplomático.
El discurso que Neruda pronunció aquel 10 de diciembre de 1971 luego de recibir el galardón ha quedado grabado en nuestra memoria. Sin embargo, pocos han logrado ver el manuscrito de este discurso, en el que Neruda escribe con su típica tinta verde y hace correcciones con una tinta verde más clara. Abraham Quezada posee una copia de este documento. “Se puede ver que hay un cambio de ubicaciones del final. Cambia de lugar la cita de Rimbaud y cierra con eso”, cuenta el investigador.
Y este cambio esencial hace que el poeta corone el discurso de manera colosal: “Debo decir a los hombres de buena voluntad, a los trabajadores, a los poetas, que el entero porvenir fue expresado en esa frase de Rimbaud: solo con una ardiente paciencia conquistaremos la espléndida ciudad que dará luz, justicia y dignidad a todos los hombres. Así la poesía no habrá cantado en vano”. Luego de 50 años, su mensaje sigue vigente.
Lea aquí el discurso completo de Pablo Neruda.
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