Aunque nunca conoció a Felipe Pinglo, siempre se consideró su admiradora. Fue precisamente el emblemático tema “El plebeyo” el que cimentó la carrera de María Jesús Vásquez desde abril de 1937, cuando por primera vez su voz encandiló desde la radio. Su debut, en realidad, se produjo un par de meses antes en Radio Grellaud. Pero ocurrió a las 9 de la noche “cuando todos dormían”, comenta Joe Flórez, yerno de la intérprete y su biógrafo oficial. “En los años 30 del siglo pasado -agrega-, muy pocas personas en Lima tenían este aparato. Por eso la mayoría de las emisoras apagaban sus trasmisiones a las 10”. En Radio Goycochea, donde fue llevada por el director artístico Eduardo Sierralta, Jesús entonó tres temas: “Por qué me has abandonado”, “Murió el maestro” y “El plebeyo”. El inmediato éxito hizo que la contrataran.
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En 1938, con apenas 17 años, el músico Pedro Espinel la lleva al Teatro Segura para rendirle homenaje a Pinglo, que había fallecido dos años antes. Cantó ocho canciones del autor y, por insistencia del público, repitió tres veces el vals que relata las desventuras Luis Enrique, “el hombre que supo amar”. Desde entonces se convirtió en una de las mayores difusoras de las canciones del ‘bardo inmortal’. En total grabó 21 de sus temas. Pero su producción musical en más de 60 años de trayectoria se resume en un promedio de 80 discos LP, alrededor de 100 discos de 45 rpm y 200 más de 78 rpm. Además de valses, polkas, tonderos, festejos y huaynos, su canto de jilguero inmortalizó pasillos, tangos y rancheras.
Al cumplirse el centenario del nacimiento de la Reina y Señora de la Canción Criolla ocho destacados personajes de la música peruana cuentan cómo la conocieron y algunas anécdotas que vivieron a su lado.
Bartola (intérprete)
A mí me ayudó mucho a crecer profesionalmente - se tomaba el tiempo para escucharme y corregirme con mucho cariño la melodía, la letra y hasta lo que quería decir el compositor. La mayor grandeza de nuestra reina absoluta de la música criolla es su inmensa humildad para enseñar. La admiraba porque se acercaba a Zoilita Soriano a Anita Sosa, a las jovencitas de ese tiempo y nos enseñaba con mucha dedicación y tiempo. Sin que uno se lo pidiera ella siempre estaba allí, nos apapachaba, nos acogía como una madre que quería que sus hijos sean mejor, sin ningún egoísmo ni complejo. Con ella compartí escenario en 1971 cuando filmé para Danzas y Canciones del Perú. Augusto Polo Campos me llevó y ahí conocí a la increíble María de Jesús Vásquez que era un gorrión, un jilguero cantando. Todos nos maravillábamos de su increíble voz, dulzura e interpretación. Me llevaba 35 años y pude verla en el mejor momento de su carrera artística, en la década de los 70. La veía tan inmensa porque siempre fue la mejor cantante de música criolla de todos los tiempos. “El plebeyo”, “Cuando me quieras”, “Desdén”, “La pasionaria”, son temas tan emblemáticos en la voz de Jesús que también los he grabado. Me encantan sus canciones, su interpretación y lo que decían sus canciones. Las letras de los compositores antiguos son poemas.
Susana Baca (intéprete)
A Jesús Vásquez la descubrí en la radio, en la sonrisa de mi madre y cuando ella guardaba silencio para escucharla. Su voz llegaba y tenía profundidad, algo que me convocaba. Era como un amanecer, diáfana. Pasaron muchos años hasta que logré conocerla personalmente, cuando Chabuca Granda me llevó a un homenaje que se le hacía al señor Óscar Avilés en el Teatro Municipal. Yo acompañaba orgullosa a mi amiga y de pronto veo a esa voz que me había deslumbrado siempre, entrar al teatro. Era chiquitita, abrigadita. Casi afónica saludó a Chabuca y yo me quedé impresionada. Me decía a mí misma, ¿cómo va a cantar esta mujer si en este momento no tiene la voz limpia? Chabuca en secreto me dijo: “ya vas a ver Susanita, ya vas a ver”. Jesús Vásquez salió al escenario y de pronto su voz era como un relámpago, como truenos. Era también como la lluvia y luego como los pajaritos. Era todo. Toda la naturaleza que cantaba y, claro está, era la Jesús Vásquez que yo conocía y a la que vi después en El Embrujo. Nunca fui su amiga, nunca me invitó a tomar café a su casa ni yo tuve la suerte de poder invitarla a la mía, pero siempre que nos vimos teníamos una mano apretada, una complicidad única de sabernos cantantes. Ella sabía que yo la había escuchado desde niña y yo que ella había llegado a mí también desde mi madre, como mi madre.
Manuel Donayre (intérprete)
Recuerdo que un 24 de noviembre, cuando cumplí 6 años, fui al circo Acapulco. Mi papá debía estar conmigo, pero no llegó. El hijo del dueño del circo, que tenía un número donde llevaba botellas sobre una cuerda, me invitó a su show y para mi sorpresa me hizo cantar. Ese día impacté a todos, incluyendo a Jesús Vásquez, que estaba presente junto a Roberto Tello y Luis Abanto Morales. Ella exclamó: “Hoy nace una nueva estrella”. Años después me la encontré en un centro musical y en un canal de televisión. En 1967, durante la visita de Pedrito Rico y Marisol, recibí del alcalde Luis Bedoya Reyes las llaves de la ciudad. Fue Jesús quien me llevó a la municipalidad. Pude trabajar muchos años a su lado. Siempre me he sentido orgulloso de que haya dicho que yo era su ahijado, porque aquella noche en el circo, prácticamente, ella me descubrió.
Cecilia Bracamonte (intérprete)
De Jesús tengo los mejores recuerdos. Hemos tenido una amistad muy estrecha. He estado en su casa, ella en la mía. Por ella he tenido una admiración tremenda, como no la he sentido con ningún otro artista. Creo que para la mayoría de las intérpretes peruanos, Jesús Vásquez fue, es y será la Reina y Señora de la canción criolla. Ella fue la madrina de aros de Augusto y mía, nos queríamos muchísimo. Yo la conozco prácticamente desde que empecé a cantar, desde los 14 años. Ya cuando entre a Panamericana a “Danzas y canciones del Perú” nos veíamos mucho porque intercambiábamos ideas de los temas que cada uno haría para no cruzarnos. Pero además, lo que más recuerdo y resalto de ella es su grandeza, su humildad. Siempre fue muy simpática, con gran sentido del humor, como antes éramos los criollos y todavía lo somos. Cuando se inauguró El Chalán mi hija estaba chiquita y yo no tenía con quien dejarla, así que la llevaba, la dejaba en el camarín y venía Jesús a cuidármela. También llegaba Eloísa Angulo, Alicia Lizárraga, Esther Granados, Delia Vallejos, las más grandes cuidando a mi hija mientras yo cantaba. Así nos apoyábamos y así de grande era nuestra amistad. Compartíamos todo, hasta cuando Jesús decía: “me voy a mandar un ‘tanganazo’”. Eso era clásico a la hora de almuerzo. El ‘tanganazo’ era su roncito con Coca Cola. Ella es parte de esos seres que llegan cada 100 años. Lo más lindo que puede dejar una artista en su paso por este mundo es esa estela de lindo recuerdos, de haber sido una persona grata para todos. La recuerdo siempre con una sonrisa. Y carcajada también.
José Escajadillo (compositor)
Tuve el honor de conocerla cuando recién empezaba mi carrera. La conocí en el programa que más sintonía tenía en ese tiempo que era “Danzas y Canciones del Perú”. Esa noche nos tocó actuar y para mí fue una gran satisfacción conocer a la mujer que mi madre más admiraba. Mi madre se sabía todas su cancones y recuerdo que cantaba “El expósito”, aunque ese tema la ponía triste, y las canciones de Felipe Pinglo. Esa noche en el programa, en los entretiempos, empezamos a charlar y a hacer amistad. A partir de entonces, se empezó a interesar por mi música y me pidió algunos temas. Llegó a grabar tres, “Donde tu vayas”, “Jamás impedirás”, “Cada día”, ganadoras de festivales. En una ocasión que viajó a Ecuador para una presentación, me llamó por teléfono para consultarme que si la letra de mi canción “Soledad de ti, soledad de mí”, que había cantado en Guayaquil, era exactamente la que correspondía o se había equivocada. Imagínate, tremendo honor para mí. Así de respetuosa y profesional era.
Pepe Torres (guitarrista)
A los 17 años yo ya tocaba la guitarra y lo hacía con el dúo Martha y Pablo y a partir de entonces tuve acceso a artistas de renombre. A Jesús Vásquez la conocí cuando uno de sus guitarristas se enfermó, poco antes de una gira por el norte. Fue el ‘Diablo’ Dávila quien me reclutó y me dio el boleto para el bus que salía a las 8 de la mañana. Al día siguiente pedí dinero prestado para ir a la estación. Pero llegué tarde. Se me venía el mundo abajo y subí desesperado a un taxi que siguió al bus, cuando lo alcancé allí estaba Jesús. Me vio con mi guitarra y mi maletita y me dijo “siéntate, hijito”. Le conté lo que me había pasado y se rió. Como yo no tenía dinero ella me invitó a almorzar. Al llegar al hotel ensayamos un poco y a eso de las 4 o 5 de la tarde un músico me advirtió, “ten cuidado con ella que canta muy sincopado. No trates de seguirle el ritmo ni trates de acomodarlo”. Yo tocaba, pero no sabía mucho de música. Y efectivamente, en pleno show siento que ella se sale de ritmo. Traté de enmendarlo y al final el descuadrado terminé siendo yo. Luego de esa anécdota nos hicimos amigos. Ella tenía 35 años más o menos. Yo vivía enamorado de ella, era una mujer hermosa, excelente amiga y muy buena persona.
Pepe Villalobos (compositor)
La conocí en los años cincuenta. Una vez nos encontramos en Miami. Cada uno había ido por su lado, pero la vi paseando y me pidió que la acompañe. Entramos a una casa donde vendían joyas de fantasía. Había cajones de cositas lindas y para probarse una sortija se sacó su propio anillo. Compró unas cosas y salimos de la tienda. Una cuadra después se acordó de su anillo. Entramos corriendo y después de escarbar un rato entre tantas chucherías, lo encontró y se puso feliz. Así era ella, tan bonachona y alegre que no había quien no quisiera estar junto a Jesús. En otra ocasión también coincidimos fuera del país y al enterarse de que estaba en otro hotel se cambió al mío porque éramos muy amigos y le gustaba jugar cartas, contar chistes. Siempre fue muy sencilla, hicimos una hermandad junto a otros compañeros. Ella dominaba muchos géneros y para mí siempre será la Reina y Señora de la Canción Criolla.
Eva Ayllón (intérprete)
Jesús Vásquez fue mi maestra, mi amiga, mi compañera de cuarto, de giras al extranjero. Era además una persona que daba consejos. Me acuerdo de que le gustaba mucho usar el lápiz labial rojo, le fascinaba. Nunca le gustaron las injusticias, porque cuando uno empieza siempre hay alguien que quiere hacerte bullyng, como se llama ahora. Una sola vez tuve la oportunidad de cantar con ella, pero fue cuando ya estaba un poquito mal. Antes nunca me atreví a pedírselo, era demasiado el respeto que le tenía. La he visto en su gloria plena, rodeada de un gentío y siempre repartiendo sonrisas. Era una mujer extraordinaria, muy querida por todos. Cuando ella llegaba a algún lugar yo corría desde la otra esquina para hacerle una venia. Era nuestra reina.
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