Joaquín Mariátegui es un personaje que durante toda su vida creció rodeado de fuertes influencias culturales. Comenzando por su padre, sobrino y homónimo del pensador José Carlos Mariátegui, quien contrajo matrimonio con una mujer francesa y quechuahablante, que fue la persona que acercó a Joaquín la música. “Cuando era chico, mi mamá tocaba esos órganos de plástico que venden en todos lados. Recuerdo que me gustaba sentarme en sus piernas y fingir que hacíamos algunas notas juntos”, cuenta. Aquellas fueron las primeras melodías que lo llevaron a inclinarse más adelante hacia géneros clásicos como el jazz o la cumbia.
Además, al ser el menor de cinco hermanos, a veces le tocaba envidiar sus obsequios durante las fiestas. “A mi hermano mayor le regalaron una guitarra eléctrica, y no me dejaban usarla porque era muy cara. Entonces, yo tenía que quedarme en la esquina renegando acerca de lo mal que tocaba –ríe–”, relata. Es a partir de aquí que Joaquín se da cuenta que su camino se encontraba en la música, precisamente con aquel instrumento, pero en versión acústica.
Su habilidad con la guitarra fue la que le abrió el camino hacia Bareto, banda de cumbia con la que alcanzó gran fama, pero el ritmo de vida llegó a sobrepasar sus expectativas. “Tenía que buscar mi propio sonido, por lo que migré hacia dos proyectos musicales paralelos: “Los Calypsos” y también fundamos Oriente Trío. Con la última banda, la idea era empezar a tocar jazz puro, hasta que nos dimos cuenta que no era lo nuestro. Jugamos con diferentes géneros, relacionados con los sonidos de la selva, hasta que terminamos siendo un grupo de cumbia-jazz fusión amazónica –ríe–, no podría definirlo”, explica.
Oriente Trío hace poco presentó su segundo álbum de estudio, llamado Haiku. Un disco que mantiene la tradición meramente instrumental del género y su nombre refiere a la sutileza y austeridad de la poesía con el mismo nombre. “Nuestras canciones son como pequeños testimonios. Jugamos con los silencios y con el espacio. A diferencia de nuestro primer álbum, en el que improvisamos mucho, con ‘Haiku’ sentimos que hemos hallado una sonoridad y lenguaje con el que nos sentimos más cómodos”, agrega.
Con respecto a los títulos que conforman el álbum, así como cuentan con temas completamente propios, ellos también toman inspiración de elementos de la música andina como en su canción “Ollantay”, la cual reversiona este clásico nacional; así como también sucede con “El gato que murió de pena mirando la vitrina llena de carne”, con la que realizan su propia mirada a la obra de Enrique Delgado en la que solo se ejecutan instrumentos.
Asimismo, Oriente Trío colaboró junto al artista Eduardo Tokeshi para realizar todo el diseño gráfico del álbum. “Tengo mucho que agradecerle, la verdad. Nosotros solo teníamos nuestras canciones grabadas en el celular; se las envié a Eduardo junto a lo que teníamos pensado acerca del concepto de ‘Haiku’, y él realizó el resto del trabajo de manera muy orgánica. Fue increíble que un artista de su calibre se encargara de la parte artística del disco”, cuenta.
¿Y sobre los siguientes pasos de Oriente Trío? “Conquistar el mundo, y superar a Bareto, mentira –ríe–. Hace poco hicimos el relanzamiento de Haiku en un concierto en Tierra Baldía, y próximamente tendremos más fechas en Lima y otras provincias”, concluye.
El nuevo álbum se encuentra disponible en todas las plataformas musicales.
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