Contesta por Zoom desde Buenos Aires –donde acaba de ofrecer un concierto– y a punto de viajar a Sao Paulo –donde cantará en otro–. Y la siguiente parada de Jonathan Pierce, vocalista y líder de The Drums, será en Lima, este sábado 2 de abril. El show en el Anfiteatro del Parque de la Exposición no es el primero que dará en el Perú, pero es bastante especial porque sirve para celebrar los 10 años de su fantástico disco “Portamento”. Un verdadero clásico contemporáneo de la música indie, que la agrupación tocará en su totalidad (más algunos ‘hits’ de sus otros discos).
LEE TAMBIÉN: Conociendo Rusia: el curioso nombre de la nueva estrella del rock argentino que visitará Lima
Quienes hayan asistido a un concierto de The Drums sabrán de la energía de sus canciones en vivo, de la nostalgia agridulce de sus letras, y de la enorme simpatía de Pierce sobre el escenario. Un ‘frontman’ carismático y talentoso que tiene razones para festejar la década cumplida de este álbum, con sabor a revancha, reivindicación y reconciliación personal. Sobre eso hablamos con él.
¿El proceso creativo de “Portamento” fue muy diferente al que manejas ahora? ¿Qué lo hizo especial?
Justo antes de grabar “Portamento” habíamos lanzado nuestro álbum debut [”The Drums”, 2010], que había sido aclamado por la crítica y a la gente le había gustado mucho también. Ese primer álbum lo hice básicamente yo en mi cuarto, con algunos equipos y un mal micrófono, sin dinero, solo tratando de escribir algunas bellas canciones. En ese momento realmente no me di cuenta de que el mundo me iba escuchar, así que componía temas medio caprichosos, soñadores. Eran muy poco personales y más bien idealistas. Pero se hizo muy popular y fue una gran sorpresa para mí. Entonces cuando llegó el momento de hacer “Portamento”, tenía plena conciencia de que la gente iba a escucharnos y por eso sentí la necesidad de hacer algo más significativo, de hacer un álbum mucho más personal, honesto, menos soñador. El proceso de grabación no lo cambié, también lo hice en mi casa. Casi todo el “Portamento” lo grabé en mi cocina. Tenía la computadora sobre la mesa de la cocina, un amplificador encima de la refrigeradora, porque era la habitación más grande de mi pequeño departamento en Nueva York. Me instalé allí y se convirtió en ese hermoso, dulce y triste álbum. En ese momento pasaba por una ruptura importante así que estaba bastante triste, desesperanzado, y mucho de eso se transmitió en el disco. Decidí no guardarme nada y simplemente hablar de lo que estaba sintiendo. Y así es como me gusta pensarlo: que “Portamento” es el inicio de un estado en el que todavía me encuentro, uno de aprender a ser más abierto y honesto conmigo mismo y con el público.
Pregunta honesta: ¿no te llega a cansar el hecho de presentar el “Portamento” completo a un ritmo de tres conciertos por semana?
[Risas] Para serte honesto también, me encanta tocar el “Portamento”. Creo que podría tocarlo por el resto de mi vida. No lo voy a hacer, por supuesto, pero si tuviera que hacerlo, lo haría. Y esta es la razón: cuando lo grabé, yo era una persona muy infeliz. Cuando te sientes así, la vida se vuelve muy frustrante y mentalmente caótica. Y allí estaba yo hace 11 años, lanzando “Portamento”, saliendo de gira mundial, sin disfrutar un solo momento de todo eso. Estar en el escenario, tocando, mirando a mi alrededor, a los miembros de mi banda ser felices, y preguntándome por dentro ¿por qué todos están tan felices excepto yo?, ¿por qué no siento nada, qué pasa conmigo? Todo eso hacía las cosas peores. Así que ahora siento que puedo entrar en una máquina del tiempo y soy capaz de volver a tocar ese álbum de nuevo, pero esta vez, gracias a todo el trabajo de terapia que he hecho, con la psilocina y los hongos, trabajando mucho para detectar por qué estaba sufriendo, puedo rehacer el pasado. Por fin puedo tocar este álbum con mucha alegría en el corazón, con un sentimiento de libertad que nunca pensé que podría sentir. Por eso me encanta todo esto, porque finalmente lo siento sanador. Puedo darle un gran abrazo a ese joven Jonny y decirle que todo va a estar bien.
De hecho en tus canciones se siente esa mezcla entre lo divertido y lo deprimente. ¿Son dos cuestiones muy separadas en tu vida? ¿O cómo se mezclan?
Creo que ha habido una conexión entre la comedia y la tristeza desde el principio de los tiempos. Esa es la razón por la que la que muchos comediantes de ‘stand-up’ son tan depresivos, o nos enteramos de que mueren por suicidio o por una sobredosis. Yo no creo que la gente feliz pueda dedicarse a la comedia. Creo que aprendes a ser comediante para sobrevivir, para lidiar con la dureza de la vida. Tratas de hacer que la vida sea divertida, ya sea para ti o para otras personas. Ese es tu mecanismo de supervivencia. Por eso no me sorprende para nada que yo mismo haya puesto algunos chistes o momentos graciosos en las letras de canciones tan tristes. Porque la tristeza es muy dura y tratar de sacar de allí algo gracioso le da un poco de aire. Como escribí en una de mis canciones (“Under the Ice”): “If you see me gently smiling baby, You should know I’m just trying not to cry” (“Si me ves sonriendo suavemente, deberías saber que solo estoy tratando de no llorar”). Es algo así. Creo que la tristeza y la risa pueden coexistir, y mucho más cerca de lo que pensamos.
Cambiando de tema, sé que no te gustan mucho las bandas clásicas. ¿Podrías sugerirnos algunas que hayas disfrutado recientemente?
Oh, Dios, creo voy a ser bastante controversial al decirte esto, pero realmente no escucho bandas. Estoy más metido en la música electrónica, en el house, techno, drum and bass. Yo crecí con un gran amor por la electrónica, de niño solo tocaba cajas de ritmos y sintetizadores. De hecho, cuando comencé con The Drums fue casi un accidente, cuando agarré una guitarra después de que toda mi vida había hecho electrónica. Yo nunca había tocado una guitarra, pero eso es justamente lo que se hizo popular [risas]. Así que me pegué a eso. Pero, a ver ¿Qué he estado escuchando?... Ya sé. En julio estaremos en un festival, el Abysmal Fest, y una de las bandas allí se llama Julie. Hacen una especie de grunge/shoegaze/alternativo, medio inspirado en los 90. Son muy especiales, y tener a una banda liderada por una mujer siempre es algo que me agrada. Así que de todas las bandas recientes, yo recomendaría a Julie.
¿Has pensado qué serías si no fueras el cantante de The Drums?
Sería terapeuta [risas]. Sé que lo soy en una parte muy profunda de mi corazón. Soy muy curioso con la gente, conmigo mismo también. Me gusta saber qué nos hace ser como somos, qué nos hace actuar como actuamos, qué cosas nos hacen diferentes. Es como resolver un pequeño rompecabezas que nos lleva al origen de por qué una persona es violenta y la otra es amable. Creo que de todas las profesiones en el mundo es una de las más interesantes, y la más gratificante también, cuando puedes arreglarlo.
Jonathan, para terminar, ¿tienes algún recuerdo en particular de Lima?
Tengo un recuerdo hermoso. Fue en el 2012. Estábamos cenando en un restaurante marino, con la banda y todo el equipo, y de repente escuchamos a alguien cantando, un sonido que venía de afuera, y me di cuenta de que era una de mis canciones. Salimos y había un centenar de chicos allí, algunos con sus guitarras acústicas, y estaban tocando y cantando “How It Ended”, justamente del “Portamento”. Me emocionaron tanto que me sacaron unas lágrimas. Fue un momento muy bonito. Eso es algo que va a estar siempre en mi corazón.
Es un disco que va de la cocina al restaurante entonces…
[Risas] Es algo que siempre digo: gran gente, gran comida. No necesito mucho más que eso.
The Drums se presentará este sábado 2 de abril en el Anfiteatro del Parque de la Exposición. La productora Veltrac Music informa que aún hay unas pocas entradas disponibles. Pueden adquirirse en la plataforma Joinnus.com
Contenido Sugerido
Contenido GEC