Pedro Suárez Vértiz reunió en Yo Pedro, su libro que será presentado oficialmente este 20 de julio en el marco de la Feria Internacional del Libro de Lima, una selección de reflexiones y sueños que han marcado su vida. A continuación un adelanto de esta publicación que Somos presentó en exclusiva.

Recuerdo que siempre todo me resultó fácil. Aprendí piano solo, sin profesor. Sacaba melodías de mi cabeza o las que escuchaba por la radio. Mis hermanos sufrieron mucho con el colegio, mis amigos repetían de año; yo jamás. Aprendí la guitarra a los doce, también solo, y fui el primero de mis amigos que usaba afinaciones distintas. Era la única manera de sacar covers de Rolling Stones, Led Zepellin o B-52s, porque el sonido del rock anglo con la afinación normal sonaba flaco. Con la afinación estándar solo tocaban los que hacían covers de Sui Generis y era un error tocar rock con esa afinación.

Recuerdo que mi primera banda, Paranoia, fue un éxito desde el comienzo, llenábamos todas las kermeses. Salí del colegio y entré a la universidad, pero no a estudiar música. El primer disco que saqué con Arena Hash fue el más vendido de todos los tiempos en el Perú. Cuando ocurrió ese éxito intempestivo y aplastante, la verdad me preocupé. Manuel Garrido Lecca, nuestro productor, nos dijo: Hemos empezado por el final. Este tipo de éxito llega luego de mucho años y ustedes lo han tenido debutando. Me asusté.

Luego de la corta pero fructífera y exitosa carrera de Arena Hash, pensé que ya me tocaban las vacas flacas. Sobre todo cuando mi enamorada, hoy mi amada esposa, quedó embarazada, aunque según mi ideología los embarazados fuimos los dos. No había compañías discográficas, el Perú estaba prácticamente en ruinas y acababa de ocurrir el paquetazo del 92 antecedido por el primer gobierno de Alan. No existía mercado alguno. Sin embargo, mi primer disco como solista pegó muchísimo y desde ahí todos mis discos tuvieron sorprendentemente, igual suerte. Nunca he lanzado una canción que no hay gozado de popularidad, y realmente no lo entendía. Por eso cuando apareció mi problema neuromuscular lo asumí como que ya me tocaba un bajón.

Todos tenemos que enfrentar pequeñas dificultades, siempre. La vida es así, nos cuestiona, nos asombra, nos preocupa. Siempre hay pequeñas piedras, pero esta noticia fue realmente desconcertante. yo estaba preparado para todo, menos para un problema muscular que se manifestaba en el habla; jamás lo imaginé. Tomé seguros para todo, accidentes, infecciones, muerte, pero no para esto. No estaba preparado, pero asumí el reto y tomé la decisión de no darle ni media vuelta más. Nunca me dio lástima, nunca derramé una sola lágrima. Simplemente me lo eché al hombro y me dispuse a que nada inmutara mi felicidad de tantos años.

Puedes ver el adelanto en su totalidad en la edición impresa de Somos. (pág. 60)