En la entrevista que definiría su ingreso al taller de Aranwa Teatro, una tímida muchacha se confesaba frente al maestro. “Me daría un poco de vergüenza decirle a los demás que soy actriz”. Él la miró y atinó a responder: “¿Por qué? ¿Los abogados no dicen que son abogados? ¿Los profesores no dicen que son profesores? Cuando seas actriz, tienes que decir así: ¡Soy actriz!”. Lo que siguió fue una sonrisa dulce.
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Así como tuvo la capacidad de animar a una novata, Jorge Chiarella Krüger (1943-2021), ‘Coco’, también se caracterizó por inyectarle vida a sus compañeros de teatro. Uno de ellos fue Alberto Ísola, quien recuerda: “Yo siempre le decía: ¿cómo puedes ser tan optimista? Y me acababa contagiando. Me acuerdo de muchas cosas que vivimos juntos, y de esas rescato la complicidad. A veces nos daban ataques de risa en los ensayos y era terrible. Éramos como dos niñitos”.
Esa complicidad también la tuvo con un periodista incrédulo de las posibilidades del teatro. Frente a las derrotas constantes y a los problemas del sector de las artes escénicas, Coco escuchó y escuchó. En un gesto solidario, y aún con el cansancio propio de un ensayo con sus alumnos de la Universidad Católica, le dijo al incrédulo que debía creer y apoyar. Los frutos llegarían en algún momento. Sus palabras tuvieron asidero no solo por su amabilidad y su trayectoria sobre las tablas, sino por su conocimiento de causa. Chiarella también fue periodista.
El hombre que en las últimas décadas se dedicó a regentar junto a su esposa Celeste Viale y a su hijo Mateo el teatro Ricardo Blume entrevistó al afamado director inglés Peter Brook, al expresidente cubano Fidel Castro y al armonicista John Sebastian. Su paso por este Diario fue necesario para formar su carácter.
Porque el hombre con el que se formaron los jóvenes ya había descifrado el mundo y sabía dirigir su ímpetu. Quizá solo los que pinten canas sepan de sus inicios en el teatro de la PUCP. La anécdota se remonta a su juventud, cuando era miembro de Letras y las tablas lo llamaban. Ricardo Blume había sido elegido para enseñar y Coco Chiarella no estaba dispuesto a que un rocanrolero de televisión (por su paso en la teleserie “Kid Cristal”) le dijera qué hacer. Los prejuicios se quedarían en el aire cuando vio a Blume –a quien luego admiró– pulcro como nadie. A Chiarella no le quedó otra que revocar su decisión de abandonar.
—Se abre el telón—
A la fecha sería imposible recordar cuántas obras dirigió, pero ahí queda su recuerdo con el grupo Alondra y la célebre “En un árbol sin hojas”, escrita por Viale y protagonizada por Aurora Colina, Martha Figueroa y July Naters. Y también las más recientes, como “Bunker” (de la pluma de su hijo Mateo), “La controversia de Valladolid”, “Pánico” (de Rafael Spregelburd) y la serie dedicada a Leonidas Yerovi (“Un país tan dulce”, por citar solo una).
—Amante del arte—
Coco Chiarella pasó a mejor vida víctima de un cáncer que no pudo resistir. “Ha sido más o menos repentino. Era muy agresivo”, confirma Mateo Chiarella, quien recuerda a su padre como un hombre a carta cabal.
“Era un profesional, un ser humano noble, bueno, pero además creativo, inteligente y sobre todo perseverante. Luchador. Logró sacar un teatro de manera particular [el Ricardo Blume de Jesús María] y eso es por su amor al teatro y al arte en general”, cuenta.
En efecto, Coco Chiarella amaba el arte. En su paso por El Comercio, por ejemplo, fue responsable de las amenidades de la sección cultural, y, por tanto, uno de los propulsores de que la icónica historieta “Selva misteriosa”, de Javier Flórez del Águila, se publicara tras ganar un concurso en 1971.
Quienes lo conocieron también supieron de su afición por la armónica, instrumento que, en algún momento de su vida, tocaba seis horas al día. De hecho, participó en el Concurso Mundial de Armónica en Alemania, llevándose el cuarto puesto y, a nivel latinoamericano, el primero.
“Era músico. Fue discípulo de Enrique Iturriaga y compuso mucho para teatro”, agrega Mateo.
¿Y cuál será el futuro del teatro Ricardo Blume, que él fundó? Mateo anota que la idea es continuar con el legado y trabajo de su padre.
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