Como a muchos, a Miguel Iza el fútbol lo ha acompañado desde sus primeros años de vida, pero en su caso no llegó a expresarse del todo en las canchas de su barrio. Desde pequeño fue consciente de sus limitaciones, por eso nunca soñó en convertirse en jugador profesional sino que atesoraba momentos únicos de sus ídolos en numerosas revistas, periódicos y álbumes. Es hincha de la U y del Barcelona de España, pero como fanático del deporte rey sigue los grandes torneos del mundo. En las tablas, el tema del balompié tampoco le ha sido ajeno. Hace siete años fue parte del elenco de “Horas extras”, una historia sobre cuatro oficinistas que deben preparar un informe justo cuando Perú se juega la clasificación al mundial. En 2016, en la pantalla grande, se convirtió en un entrenador de provincia gracias a la película “Calichín”. Esta vez, con la obra “El señor Armand, alias Garrincha”, Iza tiene la oportunidad de conocer un poco más a uno de los grandes ídolos del futbol brasileño a través de los fantásticos recuerdos de un hombre que cree haberle salvado la vida a Manuel Francisco dos Santos, verdadero nombre de Garrincha, el endiablado gambeteador de las Copas del Mundo de 1958 y 1962.
Armand, el protagonista de la puesta con la que el Teatro de la Alianza Francesa reabre sus puertas, es un jugador frustrado que no conoce directamente a Garrincha, pero que de alguna manera mantiene un vínculo cercano a él. Es a partir de este extraño nexo que se desarrolla la trama de la obra dirigida por el francés Gilbert Rouvière, que se estrena este 21 de mayo.
¿Podría decirse que “El señor Armand, alias Garrincha” es una obra sobre el fanatismo deportivo?
Es un viaje por el mundo del fútbol, pasa por muchos de los aspectos de una persona que está vinculada a él. Habla del deporte en sí, de la humanidad, de las ganas de vivir, de todo un poco. Tiene bastante de búsqueda, de explicar porque las cosas pasan de una manera y no de otra.
¿Una símil entre el fútbol y la vida misma?
Atraviesa esos temas. El ser humano a pesar de su pequeñez tiene la posibilidad de torcer su destino, de luchar mientras puede. La obra nos dice que hay que pelearla siempre aunque no sea tu destino. Por ahí va el rollo.
En la actual coyuntura es una alternativa interesante para los amantes del fútbol.
Sí, porque Garrincha es un ícono, pero específicamente del mundo pobre del fútbol. Él se caracterizó porque nunca se alejó de su raíz. No fue tentado por los millones como, por ejemplo, sí pasó con Pelé, que fue su compañero de equipo. Él conservó ese espíritu intacto, por algo lo llamaban la alegría del pueblo. Es la clase de jugador que el hincha nato siempre va a admirar. Además luchó contra la adversidad. Tenía polio, escoliosis, es famoso por sus piernas torcidas. Tenía todo en su contra y sin embargo lo llaman el mejor regateador del futbol.
Muchos dicen que era mejor que Pelé, ¿tú que crees?
Yo no lo he visto mucho. Garrincha jugó la mayor parte de su carrera en los años 60 y yo nací en el 68. Lo he visto más por video. Pero una cosa es verlo jugar con la pelota y otra en un partido completo. Me han pasado uno que tengo que ver porque me interesa saber cómo se movía, cómo se paraba en la cancha. Para decir si es mejor que otro hay que analizar y ver muchos partidos. Pelé tenía una visión muy amplia. Por ejemplo en la final de México 70 le hace un pase a Carlos Alberto que entra por derecha. Cuando ves eso te preguntas ¿cómo lo vio si estaba de espaldas? Ese fue el gol con el que Brasil gana la final. A Pelé sí lo vi un montón, pero decir quién es mejor es difícil. Lo que sé es que la habilidad de Garrincha no la he visto hasta que apareció Ronaldinho. Ese regate, ese juego que hace que te rompan la cintura va más allá de si va a ser o no gol.
¿Y a ti cómo te iba en las canchas?
Era muy malo. No había opción ni de pensar que podía dedicarme al fútbol, desde chiquito me di cuenta. Toda mi afición por el fútbol se concentró en coleccionar y en ver como hincha. En el barrio a los malos nos mandan al arco. Ahí andaba yo. Pero desde chiquito, coleccionaba todo lo que tenía que ver con el fútbol. Mi mayor diversión era juntar revistas periódicos, algunas camisetas como la de Perú, de la U, pero eso sí. todos los álbumes habidos y por haber, del campeonato nacional, de la Copa América, del mundial. Recuerdo que tenía una colección de las revistas Ovación y otras desde el año 73 hasta el 82, que en algún momento mi mamá las botó. La tenía harta con el fútbol y futbolistas. También guardaba los periódicos de los mundiales y ese tipo de cosas.
Una de las tantas cosas que nos ha quitado la pandemia es la posibilidad de ir al estadio…
Soy poco de ir, pero creo que esto podría compararse con el teatro. Y no hay nada comparable como estar sentado en una butaca y ver a los actores frente a ti. Todas las experiencias de teatro virtual que se han hecho para mantener el vínculo con el espectador son encomiables, pero es diferente, no es vivencial.
Esta obra marca el regreso del teatro presencial, ¿Cómo has vivido este año sin sentir el calor del público?
He estado muy dedicado a la docencia y no he hecho mucho teatro en los últimos años. Solo iba a hacer talleres y este monólogo era lo único planeado, así que no sentí mucho el golpe.
Más información: Lugar: Teatro de la Alianza Francesa. Dirección: Av. Arequipa 4595, Miraflores. Horario: Del 21 al 30 de mayo. Los viernes sábados y domingos a las 6:30 p.m. Puede verse de manera presencial (con el aforo reducido al 30%), online y en video. Entradas: Joinnus.
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