Madeleine Billings era una joven risueña de 23 como cualquier otra. Iba a la universidad, sobresalía en los estudios y practicaba deportes; sin embargo, escondía un terrible secreto: había pasado la mitad de su vida intentando no comer.
Según sus padres, la chica, de Denver (Colorado, Estados Unidos), tenía un “aspecto engañosamente saludable” y había atravesado una serie de tratamientos, recibió terapias y probó diversos medicamentos.
Hicieron de todo para salvarla de la anorexia nerviosa. Lamentablemente, no lo lograron. La joven falleció mientras dormía, el 30 de diciembre de 2021, días después de celebrar las fiestas navideñas.
“Ella era brillante, pero al final se volvió psicótica”, dijo Nick Billings, padre de Madeleine, en conversación con el medio TODAY. “Quiero decir, en las conversaciones que tuve con ella la última semana de su vida, Maddie ni estaba allí. Todo era la enfermedad”.
“Ese cerebro estaba obsesionado con un refresco, y si ella había tomado o no un sorbo de la bebida normal o de dieta sin darse cuenta. ¿Y qué significaba eso? Hablé con ella durante horas, durante días consecutivos sobre ese tema”, añadió.
Su madre, que es psicóloga clínica, fue testigo de los momentos en los que Maddie parecía darse cuenta del peligro que corría su salud, solo para continuar restringiendo severamente su alimentación.
“Las voces, los pensamientos sobre el trastorno alimentario que tenía, que eran tan crueles y críticos para ella, eran tan fuertes que todos los comportamientos volvían a aparecer y no pudo hacerlo”, declaró Lisa Billings, la madre.
Un viaje que lo cambió todo
Los padres notaron que algo andaba mal con su hija cuando ella tenía 13 años. Ese verano, Maddie hizo un viaje en Francia en el que conoció a una chica que tenía un trastorno alimenticio.
Por esos meses también fue a un campamento de fútbol. Cuando volvió a casa, la risueña niña no era la misma.
Sus padres la mandaron a terapia intensiva y Maddie se recuperó rápidamente, pero cuando comenzó la escuela secundaria y se enfrentó a un horario de clases desafiante, además de la prácticas deportivas, su trastorno alimenticio volvió.
Maddie era muy buena en todo lo que hacía, pero también tenía una ansiedad incontrolada que manejaba a través de su trastorno alimenticio, dijo su padre.
Con idas y venidas, la chica logró acabar la escuela y se mudó para asistir a la universidad; sin embargo, los encierros por la pandemia le causaron una fuerte depresión que, según sus padres, agravaron su trastorno. Durante su último año, se enfermó mucho más.
“Ella fue la súper mujer durante mucho tiempo”, señaló Lisa. “Y luego fue como si las ruedas se desprendieran y todo comenzara a salir mal… ella estaba físicamente hecha un completo desastre al final”.
El ritmo cardíaco de Maddie era tan bajo que, cuando se ponía de pie, a veces se desmayaba. La pareja llevó a la chica a emergencias tres veces “sintiendo que nuestra hija se estaba muriendo frente a nosotros”.
En diciembre del año pasado, la joven estaba en una lista de espera de un centro de trastornos alimenticios, pero no habían camas disponibles.
“Se quejó todo el día antes (de morir) de lo cansada que estaba y de que tenía mucho frío”, señaló su madre.
Prestarle atención a las señales de alerta
Finalmente, Maddie falleció mientras dormía, el 30 de diciembre de 2021. Ahora, sus padres piden a otras familiares prestar atención a las señales de advertencia de la anorexia, como una alimentación restringida y un miedo intenso a subir de peso.
“Si tienes un niño que realmente se está desempeñando y encuentras droga, suenan las alarmas y haces algo. Pero si tienes ese mismo hijo y no está terminando sus comidas, o solo está comiendo ciertas cosas, lo superas y dices: ‘Oh, no es gran cosa’, dijo Nick Billings, refiriéndose a la poca importancia que a veces se le da a la anorexia.
“Esta enfermedad te va a matar. Te aísla, te hace pasar hambre y te mata”, agregó.