Saffia Pawlett, que reside en Middlesbrough en Inglaterra (Reino Unido), nunca se imaginó que cuidar a su pequeño sobrino de tres años de edad iba provocar un total desastre en su casa. Ella recibe al niño durante algunos fines de semana, con el fin de que su hermana pueda tener un respiro pero esta vez quizás lo piense dos veces.
Las veces que suele quedarse en casa no hay muchos sobresaltos: el pequeño juega, pasea y hace videollamadas con la abuela. En resumen, la pasan genial. Pero la última ocasión en la que Saffia se quedó con el niño las cosas cambiaron drásticamente.
“Estaba sentada en nuestra sala de estar con el pequeño en FaceTime con mi madre mientras él le contaba sobre los búhos que habíamos visto ese día y me preguntó si podía tomar un helado”, contó Saffi Pawlett a través de una publicación de Facebook.
“Él es muy independiente y le gusta conseguir las cosas por sí mismo”, añadió la joven. Es por eso que ella animó a su sobrino a que vaya por el helado, indicándole que estaban “en el cajón inferior del congelador”. Saffia continuó conversando con su madre un rato, hasta que se dio cuenta que el tiempo se hizo demasiado largo por lo que fue hacia la cocina.
“Pensé que era extraño que no hubiera regresado pidiéndome que le abriera el helado. En broma le dije a mi madre: está callado, eso nunca es una buena señal”. Y en definitiva, no lo era. La británica fue hasta la cocina y allí descubrió que el pequeño había derribado, sin querer, dos botes de pintura blanca derramando el líquido sobre el piso. Además, pintó la puerta, armarios y a él mismo.
“Cuando lo vi por primera vez me quedé atónita y en silencio, realmente no tenía palabras. Lo observé durante lo que pareció una hora (siendo realistas, fueron unos 10 segundos). ¡Creo que estaba congelada en estado de shock!”, narró Saffia Pawlett. Finalmente tomó el incidente con humor y según contó le costó cerca de dos horas limpiar todo el desastre y también lavar al pequeño travieso.