En el Distrito Federal (DF) de Brasil han resuelto ensayar una medida singular contra la cultura de violencia que hay en este país, un peso pesado en producción y venta de armas de fuego: prohibir el comercio de armas de mentira.
Se espera que la veda, aprobada a fines de setiembre y en proceso de reglamentación, entre en vigencia en 2014 y comprenda todo tipo de armas falsas o de juguete en el DF, incluidas las pistolas de agua.
Los comerciantes que infrinjan la ley podrán ser sancionados con multas o incluso con el cierre temporario de su establecimiento.
La medida busca promover un cambio cultural en la infancia y a la vez sacar de circulación réplicas de armas usadas para cometer delitos, dijo Valéria de Velasco, subsecretaria de protección a las víctimas de violencia del Gobierno del DF.
El arma de juguete representa lo que el arma de fuego representa, que es la muerte y destrucción, indicó.
Pero en un país como Brasil, un gran exportador mundial de armas pequeñas y ligeras donde hay millares de muertes al año por el arsenal que circula en las calles, muchos se preguntan qué efecto real tendrá esa medida.
Es una contradicción, le dijo De Velasco a BBC Mundo. Pero mientras no logremos interferir en el comercio entre los adultos y las armas de verdad, vamos a trabajar con nuestros niños para que consigan transformar ese cuadro en el futuro.
MUERTE FÁCIL El debate sobre cómo enfrentar la violencia cotidiana es de larga data en Brasil, pero el problema persiste.
Un reciente estudio nacional denominado Mapa de la Violencia 2013 indicó que entre 1980 y 2010 las muertes por armas de fuego en el país crecieron 346,5%, y llegaron a 38.892 ese último año (sumaron cerca de 800 mil en el período).
El aumento fue especialmente acentuado entre los jóvenes de 15 a 29 años.
El estudio citó estimaciones según las cuales en la última década había 15,2 millones de armas en manos privadas en Brasil.
Julio Jacobo Waiselfisz, un sociólogo autor de ese mapa en la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso), dijo que la veda del DF es un pequeño paso en la dirección correcta.
Un país donde la muerte es tan fácil, le dijo a BBC Mundo, no se puede dar el lujo de incentivar una cultura de la violencia.
Pero sostuvo que existe una tolerancia institucional en Brasil ante el uso y la divulgación de armas de fuego reales.
FALTA VOLUNTAD Brasil cumple este año una década desde la aprobación de un Estatuto de Desarme que restringió el acceso a armas de fuego en todo el país, por ejemplo subiendo la edad mínima para tenerlas, de 21 a 25 años.
Tras esa ley, Brasil logró reducir en 2004 por primera vez en más de una década su cantidad anual de homicidios.
Sin embargo, Waiselfisz afirmó que desde entonces nunca se ha reiterado una gran campaña de desarme como la inicial y que los grupos de presión pro-armas consiguieron prácticamente paralizar el estatuto con varias modificaciones.
Se cree que esos grupos tienen una influencia real en la política doméstica, derivada en parte del gran negocio que significa para Brasil producir y vender armas.
El país está entre los cinco mayores exportadores mundiales de armas livianas y ligeras, según datos del Small Arms Survey, un proyecto independiente con sede en Ginebra.
En un referéndum realizado en Brasil en 2005, casi dos de cada tres votantes rechazaron la idea de prohibir totalmente la venta de armas.
Y a pesar de estar en vigencia el Estatuto de Desarme, la cantidad de nuevas armas de fuego registradas en el país se ha más que cuadruplicado desde 2007, superando el año pasado la que hubo antes de la ley, informó el diario O Globo.
Carolina Ricardo, del instituto Sou da Paz, una organización basada en Sao Paulo, dijo que en los lugares donde el Estatuto se aplicó mejor hubo efectos positivos de reducción de violencia, pero todavía precisa salir del papel y ser aplicado de forma integral en Brasil todo.
Aunque también saludó la prohibición de armas de juguete en el DF, Ricardo dijo que hay otras medidas previstas en la ley federal que podrían tener un impacto más directo, como las campañas de recolección de armas o una mejor coordinación policial en el terreno.
Falta voluntad política, afirmó.
Y recordó que aquella ley de 2003 ya estableció, bastante antes que el DF, una prohibición nacional de venta de armas de juguete y réplicas que puedan confundirse con las verdaderas.
Eso sí, no hubo penas previstas para quienes infringieran la veda.