GABRIELA RAMOS TRAVERSO

Pocos conocen que el Perú tiene un reactor nuclear dedicado a la investigación desde la década de los ochenta. Más aun, que este es el más potente en su tipo en toda Latinoamérica.

El reactor nuclear RP-10, denominado así por ser el único reactor peruano —y latinoamericano— con una potencia de 10 megavatios, es la estrella principal del centro nuclear Racso. Este fue inaugurado por el entonces presidente Alan García y el doctor Víctor La Torre, entonces director del Instituto Peruano de Energía Nuclear (IPEN), el 19 de diciembre de 1988.

En ese momento se contó con el apoyo del Gobierno Argentino y se invirtieron unos US$120 millones en su implementación con la finalidad de investigar y desarrollar nuevas tecnologías relativas a la energía nuclear. En el acuerdo entre los dos países se incluyó también la capacitación de físicos, químicos, biólogos e ingenieros peruanos en el Centro de Energía Atómica de Argentina.

Además del reactor, se construyeron otros edificios e instalaciones, tales como laboratorios auxiliares, una planta de producción de radioisótopos, laboratorios del Centro Nacional de Protección Radiológica, *la planta de tratamiento de residuos radioactivos, entre otros, distribuidos a lo largo de 125 hectáreas de terreno. *

IMPORTANTE ACTUALIDAD ¿Pero qué es lo que hace este centro? El reactor está enfocado básicamente en la producción de tres tipos de radioisótopos: el yodo 131, el tecnecio 99 y el samario 153. Los radioisótopos son las diferentes formas de un mismo elemento determinadas por el número de neutrones que han recibido radiación.

Estos radioisótopos pasan a una segunda planta donde se usan como materia prima para generar radiofármacos. Estos son compuestos químicos que contienen sustancias radioactivas destinadas a aplicaciones biomédicas, relacionadas principalmente a diagnósticos y tratamientos oncológicos.

“A través de procesos químico-térmicos, convertimos el radioisótopo en un radiofármaco. Por ejemplo, el dolosan es uno de los productos finales obtenidos a partir de óxido de samario. Es uno de los medicamentos recomendados para pacientes con metástasis ósea, pues logra reducir el dolor con mucha mayor efectividad que la morfina”, señaló a El Comercio el ingeniero Guilmer Agurto Chávez, jefe de la Planta de Producción de Radioisótopos.

Sin embargo, el centro nuclear hace más. “La principal función del reactor es la generación de neutrones que son aplicados a un elemento neutro para convertirlo en radioactivo. Estos elementos no solo son destinados a fines médicos, también pueden ser introducidos en alimentos, plantas o suelos para analizar sus componentes”, indicó Agustín Zúñiga, director de Producción del IPEN.

Otra aplicación es la formación de recursos humanos que permite esta planta. “Tenemos que preservar y mejorar el capital humano, los reactores como este pueden ser usados en investigación y entrenamiento para profesionales”, recalca Zúñiga.