Las relaciones entre Rusia y Estados Unidos nunca han sido fáciles en la historia contemporánea, pero desde hace algún tiempo son pésimas y nadie debe esperar que la cumbre que mantendrán los presidentes Vladimir Putin y Joe Biden este miércoles 16 en Ginebra resulte en un cambio fundamental, aunque sí podría sentar las bases para evitar un deterioro todavía mayor.
”No habrá ninguna mejora. La relación de confrontación se mantendrá, al igual que las contradicciones sistémicas y concretas entre los dos países”, según el análisis del académico Dmitry Suslov, del Centro de Estudios Internacionales y Europeos de Rusia.
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La oposición entre Moscú y Washington en cuestiones esenciales como el estado del orden internacional presente y futuro, la arquitectura de seguridad europea, la situación del espacio post-soviético, así como la crisis en Ucrania o el caso de Siria, persistirán, según el investigador.
No obstante, si esta cumbre tiene lugar en momentos de tantos y tan profundos desacuerdos es porque a ambos países les interesa estabilizar la relación, incluso a niveles malos, para evitar peligros mayores o una confrontación incontrolable.
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Suslov cree que las criticas a lo que los rusos consideran sus asuntos internos seguirán siendo uno de los rasgos esenciales de la Administración de Joe Biden y que la cumbre ni siquiera llevará a una pausa en las sanciones de EEUU contra Rusia.
¿ENTONCES, PARA QUÉ SE REÚNEN BIDEN Y PUTIN?
Ambos países tienen un interés común: congelar su confrontación al nivel actual y evitar una escalada que pueda salirse de control y llevar a una nueva carrera armamentista, lo que Rusia especialmente preferiría evitar por el coste que esto supondría para su erario.
”La opinión pública rusa no apoya ningún elemento de política exterior que represente gastos adicionales y menos presupuesto para el desarrollo interno”, opinó Suslov.
El analista cree que una estabilización de la relación con Estados Unidos evitaría que Rusia entre en una fase de dependencia excesiva con respecto a China, que es el verdadero y gran rival del primero en la escena internacional.
La Administración de Biden es al mismo tiempo sensible al temor de sus aliados europeos a un mayor deterioro de las relaciones con Rusia, de la que tiene una dependencia energética importante.
EL PAPEL DE CHINA
La cuarta gran pieza en este complejo tablero es China, que se ha erigido como el mayor adversario de EE.UU., una condición que parece irreversible y que significa que para Washington sería mejor evitar un empeoramiento de las relaciones con Rusia.
En este contexto, la fórmula más probable que puede surgir de la cumbre de Ginebra sería la de una “confrontación manejable de las relaciones”, según el experto.
En que las expectativas de este encuentro Biden-Putin son bajas concuerda plenamente Robert Legvold, profesor del Departamento de Ciencias Políticas de la Universidad de Columbia.
”No habrá resultados destacables, ni un cambio fundamental en la relación. No creo que nadie piense que habrá un reinicio de la relación, pero sí que habrá una política a dos velocidades, con ambas partes que pondrán a un lado lo que deben para cooperar en lo que es posible”, de acuerdo con su análisis.
Esta dicotomía será difícil de manejar porque se tendrá que evitar que la tensión que imperará en la primera vía contamine la áreas donde el progreso es posible, sostuvo el académico.
UNA RELACION PREDECIBLE
Sin duda, ambos mandatarios comparten un objetivo común y es poner la relación entre sus países sobre bases “más predecibles y estables”, algo a lo que ya ha aludido Washington y en lo que el Gobierno ruso parece estar más que de acuerdo.
De modo más concreto, es de esperar que los presidentes anuncien el retorno de sus respectivos embajadores, retirados –primero por Rusia- luego de que Biden se mostrase de acuerdo con llamar “asesino” a Putin en una entrevista.
En el mejor de los escenarios, la cumbre podría evidenciar alguna voluntad de cooperación en la no proliferación nuclear, en el cambio climático (en particular en el Ártico), pero sin pasar por alto temas candentes de derechos humanos que implican a Rusia y las sospechas de su implicancia en ciberataques contra intereses estadounidenses. El ámbito sanitario también podría ser un terreno de encuentro, sobre todo si deciden evitar cualquier competencia entre las vacunas contra la covid-19 que EEUU y Rusia producen.
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