Dos cortinas de terciopelo rojo recién instaladas le dan al balcón central de la Basílica de San Pedro en el Vaticano un aspecto teatral. Desde ese escenario, el futuro Papa realizará su primera aparición pública y pronunciará su primera bendición Urbi et Orbi.
Este martes, en torno a las cuatro y media de la tarde, los 115 cardenales electores marcharán en procesión desde la Capilla Paulina hasta la Capilla Sixtina.
Después, la sala será sellada y empezará el cónclave, que literalmente significa bajo llave. A partir de ese momento, el proceso electoral quedará bajo estricto secreto.
Y para entenderlo, hace falta un seguir un manual de instrucciones que nos oriente en un proceso complejo y lleno de matices.
BBC Mundo le propone diez mandamientos para no errar en la comprensión de la elección del futuro Sumo Pontífice.
1) Asumirás por qué este cónclave es diferente a los demás
Por primera vez en casi 600 años se produjo una renuncia papal. Esto implica que el cónclave no estará precedido de los funerales del anterior Sumo Pontífice, sino que habrá un Papa emérito.
Benedicto XVI argumentó razones de salud y falta de vigor físico y espiritual para su dimisión. Sin embargo, también se ha especulado con que Ratzinger abandonó su puesto por problemas con la curia.
Se dice que optó por una estrategia de shock que obligue a la elección de un Papa lo suficientemente fuerte como para impulsar una reforma tras los escándalos recientes, le dice a BBC Mundo Paolo Mastrolilli, experto en temas vaticanos del diario italiano La Stampa.
Mastrolilli habla de un cónclave en que los temas de gobierno y no los doctrinales serán claves en la elección.
En la medida que la renuncia de Benedicto XVI fue una sorpresa y a falta de un candidato claro, se especula con que el cónclave sea largo, a diferencia del anterior, que duró solo dos días.
2) Aceptarás que si eres católico tú mismo podrías convertirte en Papa
No hay ninguna normativa concreta al respecto. El Papa es el obispo de Roma, por tanto, cualquier católico que pueda ser ordenado obispo de Roma podría convertirse en Sumo Pontífice.
No obstante, el último Papa que fue elegido sin ser cardenal fue Urbano VI, en 1378.
De hecho es seguro que el Papa está entre los cardenales. Es una hipótesis abierta, pero el Papa está entre los cardenales, le comenta a BBC Mundo Javier Otaduy, profesor de Derecho Canónico de la Universidad de Navarra, en España.
3) Conocerás a aquellos que pueden elegir al Sumo Pontífice
Quizá una de las razones por las que el Papa suele ser elegido entre los cardenales es que éstos en concreto aquellos que no han cumplido 80 años en el momento de la sede vacante son los únicos con derecho a voto.
En este caso son 115 electores. De ellos, 60 son europeos, 14 de América del Norte, 19 de América Latina, 11 de África, 10 de Asia y 1 de Oceanía. El país más representado es Italia, con 28 electores.
Todos fueron nombrados por Juan Pablo II o Benedicto XVI, por lo que, en palabras de Mastrolilli, la continuidad ideológica de la Iglesia está garantizada.
4) Aprenderás las razones por las que el elegido cambia de nombre
Según la Constitución Apostólica Universi Dominici Gregis la ley que rige los cónclaves una vez un candidato resulta elegido, debe responder a dos preguntas: ¿Aceptas tu elección canónica para Sumo Pontífice?. Y, en caso de respuesta afirmativa, a: ¿Cómo quieres ser llamado?.
La contestación de Karol Wojtyla fue Juan Pablo II, la de Joseph Ratzinger, Benedicto XVI y la de Angelo Giuseppe Roncalli, Juan XXIII, por citar sólo tres ejemplos recientes de Papas que cambiaron de nombre.
Sin embargo, esto no siempre fue así. El primer Papa en cambiar de nombre fue Juan II, quien anteriormente se llamaba Mercurio, apelativo de un dios romano.
Esta coincidencia le pareció improcedente y eligió un nombre más afín a su nueva función.
El último Papa que usó su nombre de bautismo como Sumo Pontífice fue Marcelo II en 1555.
Desde entonces, señala Otaduy, esto es una praxis consuetudinaria que no cambia.
En el fondo, el nombre va muy unido a la función. Cuando uno cambia su situación, cambia su nombre. Lo mismo ocurre con Pedro, quien se llamaba Simón. Cristo lo elige y lo llama Pedro, adaptado a su función, porque serás piedra, sentencia.
5) Recordarás que siempre hubo papas
El Papa es el sucesor del obispo de Roma y en Roma siempre ha habido obispo. El que sucede a Pedro, en Roma, que es donde murió, es el que hace las veces de Pedro. Y eso siempre ha habido. La sucesión de los obispos de Roma está perfectamente establecida desde Pedro hasta Benedicto XVI, señala Otaduy.
6) pero no olvidarás que no siempre hubo cónclaves
No siempre hubo cónclaves. Según la fe católica, San Pedro fue designado por el mismo Jesucristo como su sucesor al frente de la Iglesia.
Después, durante siglos, el Papa elegía a una persona de su confianza para sucederle.
El primer cónclave como tal bajo llave tuvo lugar en 1276 y en él se eligió al papa Inocencio X.
Dos siglos más tarde, en 1492, se celebró la primera elección en la Capilla Sixtina, aunque este emplazamiento no fue obligatorio hasta que así lo disctaminó Juan Pablo II.
Hasta entonces, los cónclaves se podían celebrar en otros lugares de Roma o incluso en ciudades diferentes.
7) No te impacientarás con la duración de un cónclave
No existe una duración determinada. La elección de Gregorio X, en 1268, fue la más larga de la historia y duró tres años. Esa larga duración motivó la implantación de los cónclaves como proceso de elección.
En la actualidad suelen ser más breves. La de Benedicto XVI, por ejemplo, llevó sólo dos días.
No obstante, los cardenales disponen de todo el tiempo que necesiten para deliberar. El primer día se lleva a cabo una votación y, a partir de ese momento, dos votaciones por la mañana y otras dos por la tarde.
Según la norma, son necesarios dos tercios de los votos para que la mayoría sea válida. Si no hay acuerdo, al tercer día se produce un receso de una jornada para meditar.
A partir de ese momento, se llevan a cabo tres bloques de siete votaciones cada uno, con un descanso entre bloques.
Si aún así sigue sin haber acuerdo, se elegirá por mayoría cualificada de dos tercios entre los dos candidatos más votados en la elección anterior.
8) No cometerás el error de decir que nunca hubo un papa no europeo
Sí, de hecho, el mismo San Pedro, nacido en el actual territorio de Israel, era asiático. En los primeros tiempos del cristianismo, este origen fue común, como también el norte de África.
Sin embargo, de los 265 papas, 254 fueron europeos. Gregorio III, de origen sirio, fue el último de una procedencia diferente.
Lo que se puede asegurar es que no ha habido ninguno americano ni de Oceanía. La mayoría han sido europeos y lógicamente italianos porque son los obispos de Roma, señala Otaduy.
¿Será esta la primera vez que un latinoamericano se convierta en cabeza de la Iglesia?
9) No pronunciarás la palabra antipapa en vano
Esta expresión, a diferencia de lo que muchos piensan, nada tiene que ver con el satanismo ni la oposición a la Iglesia.
Un antipapa es quien afirma ser Papa sin serlo, porque tiene el apoyo de una parte del colegio cardenalicio que se ha separado del resto del colegio. O simplemente porque sí. Porque le parece que el Papa está en error y él mismo dice ser Papa, indica Otaduy.
Esto ha sucedido en alguna ocasión y han llegado a haber tres papas en el momento del cisma de Occidente, en torno al siglo XIV, XV. Uno de ellos era español, el Papa Luna, explica el profesor.
Precisamente por eso se ha intentado en los últimos siglos que las leyes de elección del Romano Pontífice estén muy blindadas y aseguren mucho la libertad de elección, agrega.
10) No dirás que ésta es una elección con candidatos y campaña electoral
La elección de un Papa es un proceso electoral sin candidatos ni campaña oficial.
Nadie se postula a sí mismo como papable. En realidad, cuando se dice, por ejemplo, que Odilo Scherer, arzobispo de Sao Paulo, o Angelo Scola, obispo de Milán, son los candidatos, más se trata de meras especulaciones, basadas en las necesidades de la Iglesia en ese momento y en las características de los nombres que se citan.
No obstante, las sorpresas son comunes y a menudo los favoritos no son elegidos. De ahí la expresión entrar Papa y salir cardenal.
En los días previos al cónclave, los cardenales electores discuten y entablan relaciones los unos con los otros en las llamadas congregaciones generales. Este momento sería lo más parecido a una precampaña electoral.
Desde el momento en que la Capilla Sixtina es sellada, comienza la verdadera campaña, los debates entre grupos y la defensa de los candidatos. Pero todo eso es secreto absoluto.