DANIEL MEZA @daniel_mz Redacción online
El ‘monstruo’ –así han llamado a las protestas en las calles de ciudades brasileñas– parece crecer más con cada día que pasa. Las urbes más importantes, Sao Paulo y Rio de Janeiro, han sido pobladas por vehementes manifestantes que exigen más inversión para mejorar los servicios en las escuelas y los hospitales, la mejora del transporte público, tolerancia cero a la corrupción y una arremetida más contundente contra la pobreza, en lugar de destinar este dinero a la realización de megaeventos deportivos. La alarma ha llevado a decir que la propia Copa Confederaciones 2013 podría ser cancelada. El embajador de Brasil en Perú, Carlos Alberto Lazary Teixeira, nos plantea otra perspectiva de la convulsión en su país y la califica de “muy positiva”.
Los últimos años el gobierno de Rousseff parecía haber superado problemas realmente escandalosos como el de la ‘mensalao’ o la fatal ola delincuencial en Sao Paulo y Río de Janeiro a fines del año pasado. ¿A qué se debe hoy las protestas? Empezó con el tema de los pasajes y se desencadenó en un movimiento aun más importante. Como gobierno, estamos estudiando eso y tratando de interpretar de la mejor manera posible, con humildad y autocrítica. La primera interpretación que hacemos es que hay un fortalecimiento de la democracia y republicanismo del Brasil. Las manifestaciones son en su gran mayoría pacíficas, donde hay algunos desbordes lamentables. Pero los gobiernos, federal y estadual saben que la juventud necesita ser escuchada y esas voces están claramente buscando maneras de expresarse. Las instituciones, los partidos políticos, gremios laborales y de toda orden, la propia prensa brasileña. Estamos escuchando este mensaje con mucha humildad.
¿Qué hay de la actuación de la policía militar, muy cuestionada por la violencia aplicada en contra de revoltosos y de paso a manifestantes pacíficos? ¿Cree que hubo errores? Hay un dilema importante entre garantizar el legítimo derecho de manifestarse y al mismo tiempo cohibir la violencia y depredación de los bienes públicos. La policía está operando con esa doble preocupación y muchas veces es difícil encontrar el límite. Contener a los vándalos y garantizar la paz es para nosotros un proceso de aprendizaje. No obstante, creo que lo que se puede ver en Brasil es que se está garantizando el derecho a las manifestaciones pacíficas y se está perfeccionando la detención de episodios violentos. No es cosa fácil.
¿Si bien las protestas iniciaron con la demanda por rebajar el pasaje previamente elevado en 20 centavos de real, porqué continúan estas protestas masivas? La demanda traspasa las tarifas de buses urbanos. Exige también mejores escuelas, mejores hospitales, mejor atención de salud, derecho a la participación; estamos tratando como gobierno de comprender este mensaje. También tiene una fuerza importante de repudio a la corrupción y al uso ilegítimo de los recursos públicos. Esto comprueba el valor intrínseco de la democracia. También contradice a esa sensación respecto a que las redes sociales generaban una apatía de en las juventudes y tenían un poder anestesiante. Al contrario de eso, es una nueva fuerza.
¿Para el gobierno del Brasil, quién participa en estas protestas? ¿Ha sido complicado identificar los sectores de la ciudadanía que las conforma? Es un movimiento amplio con una agenda muy variada, muy rica. *No hay una contestación directa a las instituciones, no se critica la forma de gobierno, entonces, lo que creo que hay que hacer es ver de qué manera podemos perfeccionar más las instituciones. Hay una frase que se dijo: “La mejor fortaleza de la democracia es saber renovarse”. Ahí apuntamos, es ver de qué forma están poniendo en cheque los canales de diálogo con la juventud, tratar de canalizar las insatisfacciones en políticas públicas para responder eso. Es por eso que la presidenta Dilma Rousseff no viajó, tenía una agenda fuera, pero esta mañana se reunió con su gabinete y armará un debate para entender la agenda que las calles le han impuesto.
Algunos analistas han indicado que el descontento se ve impulsado por una clase media que ha dejado de ser pobre gracias a las políticas de lucha contra la pobreza de Brasil… Es una lectura muy válida, se entiende eso también como los dolores del crecimiento y del desarrollo, en medida que tú sacas de la pobreza a un conjunto de 40 millones de personas, que es lo que hizo Brasil en los últimos 15 o 20 años, sacar una Argentina de la pobreza nos falta todavía un Chile. Obviamente, la gente, al llegar a nuevos niveles no se satisface solamente con los niveles de consumo. Quiere también todas esas otras cosas que vienen y que conforman la ciudadanía: (1) el consumo (2) una ciudadanía como contribuyente, para tener certeza de que su dinero de impuestos es bien utilizado y finalmente (3) que sus deseos integrales sean representados en los municipios y estados.
El movimiento Passe Livre, que promovió originalmente estas protestas, logró que el gobierno retrocediera al rebajar la tarifa. Pero su motivación original era la eliminación total de los pasajes del transporte público del Brasil ¿Qué tan posible es esta aspiración? Este tema ya quedó atrás. Estos grupos ya tuvieron una victoria con la cancelación de los aumentos. La agenda es ahora otra más grande y no creo que el transporte urbano tenga prioridad. Hay cuestiones más de fondo: los dolores del crecimiento, la inflación, el uso de los recursos públicos, lucha contra la corrupción. Todo esto es un evento muy positivo. Está despertando una generación, ojalá que estos jóvenes entren a la política y replanteen los partidos, nos den una nueva representación.
Críticos del gobierno han apuntado a la desaceleración de la economía y a una devaluación de la moneda y un impacto en las familias como causas del descontento. ¿Qué dice de esto? Sobre lo primero, podemos decir que tenemos una tasa de desempleo muy baja. No es que la gente tenga menos empleo. La renta de las familias siguen garantizadas y hay una clara satisfacción. En cuanto a la segunda parte de tu pregunta, lo que yo te diría es que se detecta una reacción por los precios en general de las cosas, los productos y los servicios, y esto el gobierno está tratando de combatir con mecanismos legítimos de la política monetaria sin apelar al control de precios.