Transportó a hippies durante la década de los sesenta, llevó a surfistas en busca de olas asesinas en los interminables veranos estadounidenses y sirve como vehículo de supervivencia en el mundo en vías de desarrollo. Ahora, el largo y extraño viaje de la furgoneta Volkswagen está a punto de terminar.
Brasil es el último país del mundo que sigue produciendo este emblemático vehículo, o furgoneta como la conocen sus fanáticos, pero Volkswagen dice que dejará de fabricarla a partir del 31 de diciembre de 2014. Las normas de seguridad brasileñas exigen que cualquier vehículo que se manufacture en el país, a partir de entonces, deberá incluir bolsas de aire y sistemas de frenos antibloqueo. La automotriz dice que no puede cambiar su sistema de producción para cumplir con la nueva ley.
Aunque la producción en Brasil se detendrá, aún quedarán un montón de furgonetas Volkswagen que seguirán rodando por las calles de Brasil durante décadas, pues todavía sobreviven muchas que, además, tienen la característica de ser muy duraderas. En su historia, Volkswagen produjo más de 10 millones de camionetas Transporter a nivel mundial desde que se creó el automotor hace 63 años en Alemania, aunque no todos son una réplica de la máquina clásica estilo hippie. Más de 1,5 millones se han producido en Brasil desde 1957.
La furgoneta está tan profundamente arraigada en la cultura popular que es probable que viva por mucho más tiempo en el imaginario colectivo.
La camioneta representa la libertad , dijo el estadounidense Damon Ristau, director del documental The Bus, que sigue a los fanáticos del vehículo. Tiene una magia y un encanto del que carecen otros vehículos. Se trata de viajar por las autopistas, de que genera sonrisas en las caras de las personas cuando ven a una vieja furgoneta Volkswagen andando por ahí.
FALLAS PARTE DE SU ENCANTO Quizás ningún vehículo motorizado haya representado tanto a la cultura pop estadounidense y europea como esta furgoneta, conocida tanto por su durabilidad como por su tendencia a quedarse varada. Sus fanáticos dicen que sus fallas son parte de su encanto, pues el motor es tan sencillo, tan fácil de arreglar, que ello refuerza su sentido de propiedad sobre el vehículo.
La camioneta apareció en la carátula de discos de Bob Dylan y del grupo musical Beach Boys, entre muchos otros, aunque su vínculo musical más estrecho en Estados Unidos es con el grupo de rock Grateful Dead y su legión de fanáticos que siguieron a la agrupación durante sus giras en Estados Unidos viajando en la furgoneta, que les sirvió como una casa rodante.
Steve Jobs dice que vendió su camioneta en la década de los 70 para comprar una consola con circuitos, que le ayudó a construir y lanzar su primer computador Apple. El vehículo también está vinculado con la cultura del surfing en California pues su interior, que parece una cueva, era ideal para transportar varias tablas a la vez.
EN AMÉRICA LATINA Pero en las regiones más pobres del mundo, como América Latina o África, el vehículo no goza masivamente del mismo atractivo romántico. En Sao Paulo, no tiene el aura mística que posee en San Francisco, por ejemplo.
En Brasil es utilizado por correo para transportar correspondencia, por el ejército para llevar soldados, o por empresarios de funerarias para llevar cadáveres. También es usado como bus escolar, taxi colectivo o para le entrega de materiales de construcción. Los brasileños han convertido sus furgonetas en carros de comida, que estacionan en las esquinas concurridas por la clase obrera durante el almuerzo.
En Brasil se le conoce como la Kombi, abreviatura de la palabra en alemán Kombinationsfahrzeug que significa camioneta de carga y de pasajeros. En el resto de América Latina es la Combi.
Una reciente y lluviosa mañana en Sao Paulo, Jorge Hanashiro se tomó un descanso dentro de su Combi verde, modelo 1974 , mientras que su esposa Anna servía carne frita y pasteles de verduras a los clientes de un mercado al aire libre.
Es posible que haya vehículos más seguros y modernos, pero para mí la Combi es el mejor vehículo para el transporte de mis productos a los seis mercados que visito cada semana, dijo Hanashiro, de 77 años. Es económico, resistente y fácil de reparar.
El vehículo conquistó los corazones de brasileños como Enio Guarnieri, de 54 años, que sonreía al lado de su furgoneta azul y blanca, modelo 1972, que estaciona en su desordenado garaje en un barrio popular de Sao Paulo.
Guarnieri compró el vehículo hace un año para guardar en ella los recuerdos de su infancia. Cuando tenía diez años, su padre le enseñó a conducir una.
Conducir una Combi con tu cara pegada contra el parabrisas era toda una aventura, dijo. No hay ninguna camioneta como ésta. No hay otra camioneta que sea tan fácil y barata de mantener. Cualquier persona con un mínimo de conocimientos sobre motores y algunas herramientas puede arreglar una Combi.
ÚLTIMO BASTIÓN Una planta de Volkswagen en México dejó de producir la versión clásica de la furgoneta en 1995, lo que dejo a la fábrica de las afueras de Sao Paulo como su última tabla de salvación. Su producción en Alemania se interrumpió en 1979 debido a que la camioneta ya no cumplía con los estándares de seguridad europeos.
Marcello Serpa, un ejecutivo de publicidad, dice que el espíritu de la furgoneta vivirá tras su desaparición.
Él compró una camioneta modelo 2007 diseñada para conservar ese ambiente hippie de los sesenta. La pintó de verde, amarillo, azul y rojo con caricaturas de sus hijas, esposa, y de él mismo, cada uno con una tabla de surf en la mano.
Para Serpa la furgoneta evoca un espíritu de alegría y felicidad, y que algunas personas sonríen cuando él la conduce por las caóticas calles de Sao Paulo.
La Combi forma parte del paisaje cultural y emocional de Brasil, dijo Serpa. Y eso explica el fuerte afecto que la mayoría de la gente siente por ella.