Desde biografías a tratados sobre su ideología política, sobre pocos políticos latinoamericanos se ha escrito tanto como sobre el venezolano Hugo Chávez.

Y aun más: el fallecido presidente de Venezuela ha sido la inspiración del mundo de la cultura, como casi todo a su alrededor. Para muy bien o para muy mal, sin medias tintas.

Canciones y viñetas, sobre todo, pero también el arte urbano y hasta la literatura, han sido campos que ha nutrido el líder bolivariano.

El mandatario incluso cultivó a su manera su faceta artística: cantando en cuanto la ocasión lo permitía –y casi sin que lo permitiera–, pintando y hasta escribiendo.

EN CARICATURAS Casi todo en Chávez era exagerado. Así, su torrente de personalidad, sus formas abruptas en ocasiones y hasta su imagen, se prestaban mucho a la caricatura.

Sin embargo, no son demasiados en Venezuela los que se han animado a incluir en su repertorio una caricatura del presidente. Eso es decisión de cada quien, le dijo a BBC Mundo Edo Sanabria, uno de los pocos en ese país que hacen caricaturas explícitas del presidente.

Las del presidente, sin quererlo, se empezaron a convertir en parte de mi carta de presentación como caricaturista, agregó, al tiempo que señaló que, sin embargo, últimamente trataba de evitarlo.

En el humor gráfico lo obvio resulta contraproducente. No es censura; de verdad no he tenido ningún problema dibujándolo todos estos años, dijo Sanabria.

El que sí que ha tenido problemas es Roberto Weil, que denuncia que en los medios estatales fue acusado de racismo, incitar al magnicidio y hasta de traición a la patria. El caricaturista prefiere ya no dibujar personajes del oficialismo para evitar problemas.gente te entienda, le dijo Weil a BBC Mundo poco antes del fallecimiento de Chá

Antes decía que no era autocensura, pero es obvio que hay temor. No me gusta dibujar a personajes del gobierno porque me puedo meter en problemas y puedo llevar la misma idea sin hacerlo. Así que hay autocensura, pero no dejo de llevar mi punto, agregó.

Desde 2006, creo, lo empecé a dibujar con cabeza de bota, pero desde las elecciones lo he dejado para abrirme otros horizontes. Uno siempre tiene maneras de expresar su punto y no es necesario dibujar al presidente para que la vez.

Utilicé la bota porque es un símbolo militar y se la puse al revés en la cabeza para que el cuello quedara donde uno mete el tobillo, es ponerle el cerebro en los pies y simboliza el sistema que nos gobierna ahora. Voy a tratar de no dibujarlo más porque creo que estamos entrando en una etapa nueva, añadió entonces.

Fuera de los periódicos, Chávez también adquirió vida caricaturesca en series animadas como la conocida Isla Presidencial, que lo representaba como el inseparable Quijote de Evo Morales, conspirando para hacerse con el poder y, como no, hablador incansable.

Y más allá de las no muy favorables páginas de los diarios, casi siempre muy críticos al caricaturizar a Chávez, y la ácida sátira de Isla Presidencial, el oficialismo también aprovechó la capacidad de comunicación de la viñeta para representar al presidente en tono favorable.

Ése es el caso de ¡Uh! ¡Ah! La vida ilustrada de Hugo Chávez. Todo 11 tiene su 13, un cómic basado en el libro del periodista Eleazar Díaz Rangel Todo Chávez, y que narra el golpe de Estado que sufrió el mandatario el 11 de abril de 2002 hasta su regreso al poder el día 13.

La obra fue publicada y repartida gratuitamente por el ministerio de Cultura.

EN LA MÚSICA El mejor ejemplo de músicos que alientan a Chávez es probablemente el grupo español Ska-p con su El libertador, una auténtica oda al presidente venezolano, inspirada por el famoso Aquí huele a azufre que acuñó Chávez en una ocasión al subir al estrado de la Asamblea General de la ONU, después del entonces presidente de EE.UU., George W. Bush.

Los españoles se convirtieron en todo un éxito en Venezuela con sus críticas a los medios que manipulan la verdad y con su petición de enséñale los dientes a la cara al Tío Sam, sin dar un paso atrás.

Adelante comandante, ponte al frente con honestidad. Comienza a amanecer en Latinoamérica. Paso firme hacia adelante, pisa firme con rotundidad. Cuando el pueblo se sabe organizar es un pueblo libre, dice el pegadizo estribillo de la canción.

Las campañas electorales también han dado canciones como frutos. El último ejemplo de éxito chavista es Corazón de un pueblo, que casi convirtió en himno oficialista durante la pasada campaña presidencial.

Por supuesto, también hay músicos críticos de la gestión chavista, como Juan Medici, que en Alerta que camina lo llama farsante y fantasma del pasado con mentiras nuevas.

Manipula a la gente como ficha de ajedrez, juega con su miseria porque esto le da poder. Si lo vieras dándole regalos a Fidel, mientras que el pueblo en los barrios no tiene ni que comer…, comienza la dura crítica de la canción de Medici.

EN LA LITERATURA

El presidente venezolano inspiró no pocos poemas en sus filas. Incluso su enfermedad llevó al periodista y diputado oficialista Earle Herrera a escribir y leer Canción a Hugo Chávez por la vida, al conocerse la primera recaída en febrero de 2012.

En este tiempo, también el comediante Perucho Conde escribió y leyó Un canto por la vida, en un tono menos épico-histórico y algo más beligerante con los enemigos históricos de la revolución bolivariana encabezada por Chávez.

Pero la plasmación literaria de lo que ha supuesto Chávez para Venezuela y América Latina ha traspasado los límites de la poesía épica y se ha manifestado en la ficción, como por ejemplo, en la novela Alta traición.

El relato, escrito por Alberto Ambard y Amelia Mondragón, es una especie de novela histórica de suspenso que, partiendo de la ficción, trata de un plan para matar a Chávez.

Ambard, venezolano emigrado a EE.UU., le dijo a BBC Mundo que el personaje de Chávez, desde su colorido comportamiento y carisma hasta sus acciones políticas, tiene un gran potencial literario.

Lejos de oprimir al pueblo, le ha ofrecido un mundo fantástico que éste asume como realidad. Para la literatura, Chávez es en sí mismo un personaje del realismo mágico: cualquier escritor, hasta el más fantasioso, tendría que hacer un gran esfuerzo para representar la extensión de la irracionalidad que su mandato ha esparcido dentro y fuera de Venezuela, considera el autor.

Sin embargo, el escritor se negó a hacerlo protagonista. Es una presencia, una sombra, y la mayor parte del tiempo, la pesadilla de un grupo de personajes o la esperanza de otros. Y más importante aún, Chávez es el final de una larga cadena cuyos eslabones somos todos los venezolanos, pues en él están condensados nuestros desaciertos: desde el más ingenuo idealismo hasta la más ciega avaricia, explica.

Otra manifestación literaria algo particular son los Cuentos del arañero, obra que casi al dictado recopila las historias narradas por el propio presidente durante su programa de radio y televisión Aló presidente.

Obra de un grupo de periodistas cubanos que no ha querido que se pierdan en el olvido las muchísimas batallas relatadas por el presidente durante su programa, el libro repasa su vida familiar, su pasión por el béisbol, su carrera militar y otros de los cuentos que casi siempre en tono jocoso hacía Chávez durante los, en ocasiones, maratónicos programas.

EN LA CALLE El presidente también ha sido motivo constante de grafitis por casi todo el país. Sea parte de las campañas oficialistas, sea el arrebato más o menos espontáneo de sus admiradores, su cara y su nombre son casi inevitables en las fachadas venezolanas.

Y como alguien que levantó pasiones, también sus detractores aprovechan la más mínima oportunidad para expresarle su desprecio, con lo que son pocos los grafitis que permanecen intactos.