El brasileño Roberto Azevêdo, electo primer jefe latinoamericano de la Organización Mundial del Comercio (OMC), enfrenta el gran reto de usar sus dotes de negociador para reanimar una entidad entumecida, cuyas entrañas conoce como la palma de su mano.

Diplomático de carrera de 55 años de edad, Azevêdo venció a su rival mexicano Herminio Blanco en la disputa por la dirección general de la OMC , revelaron este martes funcionarios vinculados a la organización.

Se espera que el anuncio oficial se efectúe el miércoles.

Azevêdo deberá asumir la dirección de la organización de 159 países miembros a partir de septiembre con un mandato inicial de cuatro años, en sustitución del francés Pascal Lamy

En su agenda figura la necesidad de devolverle a la OMC su relevancia como gran herramienta para facilitar el comercio multilateral, amenazada por el estancamiento de la ronda Doha de negociaciones lanzada hace 11 años.

Para eso, Azevêdo tendría que superar la brecha que separa a países ricos y emergentes, y restablecer la confianza entre norte y sur antes de una reunión ministerial de la OMC convocada para diciembre en Bali.

A su favor tendrá su experiencia dentro de la entidad con sede en Ginebra, donde ha sido representante de Brasil por años, y su habilidad para lograr consensos, evaluó Rubens Barbosa, un exdiplomático brasileño que conoce a Azevêdo de larga data.

Tiene la capacidad de buscar fórmulas de compromiso para avanzar en las negociaciones multilaterales, porque conoce muy bien el secretariado y la organización, dijo Barbosa a BBC Mundo.

CONOCE A TODOS Azevêdo inició en 1984 su carrera en el ministerio brasileño de Relaciones Exteriores, donde años después trabajó las áreas de economía y contenciosos.

Dirigió litigios importantes que Brasil mantuvo con Estados Unidos por los subsidios al algodón y con la Unión Europea (UE) por la exportación de azúcar, que en su país consideran que condujo con éxito.

Su conocimiento interno de la OMC data de 1997, cuando ingresó en la misión permanente brasileña de Ginebra que pasó a encabezar en 2008, con Brasil convertido en uno de los grandes negociadores de la ronda Doha.

Ha estado en Ginebra varios años, conoce a todos los embajadores, señaló Kim Elliott, una experta del Centro para el Desarrollo Global, con sede en Washington, consultada por BBC Mundo.

Azevêdo apostó a su experiencia dentro de la OMC como una carta ganadora ante Blanco, que era visto como alguien más ajeno al sistema multilateral de comercio.

En su campaña, el brasileño advirtió sobre el riesgo de que una OMC estancada y sin actualizar las reglas del comercio global pierda importancia ante el avance de negociaciones en ámbitos regionales o bilaterales.

¿VISIÓN BRASILEÑA? Pero una duda que plantea la elección de Azevêdo como próximo director general de la OMC es si podrá distanciarse de posturas asumidas por Brasil que algunos creen que contribuyeron al clima actual de desconfianza.

Rodrigo Branco, economista de la Fundación Centro de Estudios del Comercio (Funcex) en Río de Janeiro, recordó que Azevêdo impulsó en la OMC la idea de crear algún tipo de control a países que desvaloricen artificialmente sus monedas para ganar mercados externos.

Al asumir su próximo cargo tendrá que tener una posición más neutra, pero creo que esas ideas van a proliferar con más facilidad, evaluó Branco.

En cambio, Barbosa sostuvo que Azevêdo realizó esa gestión por instrucciones de Brasilia, consciente de que carecería del apoyo suficiente para cristalizar, y descartó que vaya a insistir con el tema.

Tuvo que defender las posiciones brasileñas, que algunos creen que son defensivas, sostuvo Barbosa, que ahora trabaja en la Federación de Industrias del Estados de Sao Paulo (FIESP).

Pero cuando pudo trabajar con independencia siempre tuvo una visión muy positiva de apertura comercial, de liberalización, agregó. No va a representar a Brasil; va a representar los intereses de los países miembros.