Los cuerpos de 92 personas, que se creen eran migrantes, fueron descubiertos este jueves en el desierto del Sahara, en el norte de Níger. Todos murieron de sed cuando sus vehículos se averiaron camino a Argelia y luego fueron abandonados. Shafa, una niña de 14 años, sobrevivió y le contó a la BBC su historia.
Íbamos camino a Argelia a visitar familiares. Éramos más de 100 en un convoy de dos vehículos. Nuestro camión se rompió y tomó todo el día arreglarlo. Empezamos a quedarnos sin agua.
Logramos encontrar un pozo pero había muy poca agua. Uno de nosotros descendió y logró sacar un poquito, pero los demás seguimos sedientos.
Los conductores nos dijeron que esperáramos que otros fueran por agua, pero pasó la noche y el día y no regresaban. Ahí fue cuando la gente empezó a morir. Unos 15 murieron ese segundo día sin agua.
Nosotros esperamos con los muertos en el camión. Gracias a Dios, para ese momento el segundo vehículo volvió con un poco de agua.
Nos cruzamos con algunos soldados argelinos pero nuestros conductores los esquivaron porque no querían que los encontraran ya que lo que estaban haciendo era ilegal.
Ellos nos pidieron que nos escondamos en una suerte de trinchera, y ahí pasamos nuestra tercera noche. Eso significa que ya eran tres noches seguidas sin agua.
Una mujer comenzó a quejarse y uno de los conductores usó una manguera para golpearnos.
Muchas mujeres y niños murieron. Los conductores tenían algo de agua en sus cantimploras pero no la compartían.
Las enterré
Entonces decidieron llevarnos de regreso a Níger. Nos quedamos sin nada de agua de nuevo. Allí estábamos, hambrientos y sentados entre cadáveres en el camión.
Una vez que llegamos a Níger, los conductores sacaron los cuerpos del camión para enterrarlos. Los colocaron en el piso, las madres primero, sus niños sobre ellas.
A los que todavía nos podíamos mover nos dijeron que nos llevarían de regreso a nuestro poblado. En el camino nos quedamos sin gasolina y nos pidieron dinero para comprar más.
Nos dijeron que nos bajáramos del vehículo mientras iban a comprar combustible pero nunca volvieron.
Esperamos por dos días en el desierto, sin agua ni comida, pero luego decidimos caminar.
Algunos vehículos pasaron y tratamos de pararlos pero nadie se detuvo. Uno de los autos incluso le pasó por arriba a tres de los nuestros y los mató.
Quedamos ocho, incluyendo mi mamá y mis hermanas menores. Cuando nos cansábamos, nos sentábamos debajo de un árbol. Allí murió una de mis hermanas. La enterramos ahí.
Seguimos caminando y luego de otro día, mi segunda hermana murió. En el tercer día de caminata mi madre murió. Las enterré a todas.
Rescatada
Ninguno de los vehículos que pasaban quiso ayudarme.
Luego de un tiempo encontré un árbol y me senté a su sombra, a punto de resignarme. Luego pasó un auto.
Me quité la blusa y comencé a agitarla en el aire frenéticamente. Un hombre paró y me preguntó que había pasado. Le conté. Me dio leche, agua y una torta de arroz.
Comí un poco pero no pude continuar. Entonces me dieron algo de té.
Después me llevaron a Arlit, donde me rencontré con mi abuelo.
Y aquí estoy. Mi padre murió mucho tiempo atrás. Ahora mi madre está muerta. No tengo hermanas, no tengo hermanos.
Vivo con una tía.
Por lo que sé, solo una pequeña niña y 18 hombres sobrevivieron de los más de 100 que comenzamos el viaje.