LUIS SILVA NOLE

Se cocina a leña, se siembra yuca, se baila huaino, se habla quechua y se hacen yunsas. La Casa Nuestra Señora Madre del Amor Hermoso, de Manchay, en el distrito limeño de Pachacámac, es un oasis en medio de cerros áridos, arenosos y pedregosos. Un lugar encantado, perteneciente al Arzobispado de Lima y al que unas cien personas oriundas de ciudades de la sierra de nuestro país acuden diariamente para sentirse, al menos por unas horas, nuevamente en su terruño.

Pero la música andina suena más temprano y más fuerte que de costumbre en el primer miércoles de febrero. Los globos y serpentinas multicolores anuncian un día de fiesta, de carnaval al estilo de la sierra, como en Ayacucho, de donde es la mayoría de personas de la tercera edad que son atendidas en esta casa, ubicada en el km 6 de la avenida Víctor Malásquez, en el sector 24 de Junio.

También hay adultos mayores de Huancavelica, Cusco y Cajamarca, entre otras zonas del Ande peruano. Muchos son parte de la primera generación de migrantes que pobló esta zona de Lima. “Varios fueron desplazados de sus tierras por la violencia terrorista”, comenta el sacerdote José Chuquillanqui, quien está al frente de la parroquia Espíritu Santo de Manchay y es el principal responsable del buen andar de la casa, construida a la usanza de la sierra, con tejado y plazuela.

“¡Daniel Ramos Huamaní! ¡De Chilcas, La Mar, Ayacucho! ¡Setenta y tres años!”, dice, con tono militar, uno de los más joviales asistentes cuando se le pregunta su nombre. “Paro solo en la casa. No hay quien me hable. Acá tengo amigos. Es un consuelo”, refiere Daniel en un recortado español, antes de mandar saludos en quechua a sus paisanos a través de la cámara de video.

El padre Chuquillanqui subraya que esta casa, que sobrevive con recursos del arzobispado y donaciones, acoge de día a vecinos de la tercera edad y les contagia entusiasmo y alegría por la vida. “La idea del cardenal Juan Luis Cipriani fue construir un lugar para los ancianos que se la pasaban solos, cuidando los lotes de sus hijos para que no sean invadidos. Estas personas estaban descuidadas. Acá se les da desayuno y almuerzo. Tienen revisiones médicas, capilla, sala de juegos y comedor. Un bus nuestro recorre Manchay recogiéndolos por la mañana y los devuelve a sus zonas en la tarde”, dice el párroco.

Tras el almuerzo, que incluyó choclo, papa y sopa de morón, es hora de la yunsa. En la plazuela interior, al costado de sembríos de yuca, el hacha da vueltas interminables, danza al ritmo del carnaval, numeroso, multicolor.

SOBRAN LAS ENERGÍAS

Ejercicios físicos y clases de lengua No se cansa en la bicicleta estacionaria. La cusqueña Julia Ccahua Salcedo, de 65 años , es la más activa dentro del gimnasio de la Casa Nuestra Señora Madre del Amor Hermoso, en Manchay.

Dice en quechua que se siente feliz en este lugar porque puede mantenerse en actividad y saludable. Las máquinas del gimnasio están adecuadas a las necesidades de los adultos mayores.

Asimismo, estudiantes de la Universidad Peruana Cayetano Heredia brindan a los adultos mayores de esta casa terapias físicas y clases de lenguaje, en las que les enseñan a escribir y leer primero las vocales.

Las hermanas franciscanas hospitalarias de Jesús Nazareno son las religiosas que atienden a las personas de la tercera edad en la casa, inaugurada el 22 de agosto del 2002, en las bodas de plata sacerdotales del cardenal Juan Luis Cipriani. Para brindar ayuda y donaciones, llamar a los teléfonos 345-5742 y 345-5036 o escribir a regionincaperu@hotmail.com.