El martes, el expresidente de Liberia Charles Ghankay Taylor, quien cumple una sentencia de 50 años en una cárcel británica por crímenes de lesa humanidad, presentó una demanda contra su país exigiendo que se le pague su jubilación.
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La demanda en la que acusa a Liberia de violar sus derechos fue interpuesta ante el tribunal de justicia de la Comunidad Económica de Estados de África Occidental, precisó la agencia AFP.
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Adama Dempster, secretario de la Plataforma de la sociedad civil por la defensa de los derechos civiles en Liberia, explicó a la AFP que Taylor “no fue condenado por crímenes cometidos en Liberia, entonces esto no afecta a sus derechos aquí (...) Creo que tendría que recibir lo que la ley ha previsto para él”.
¿Quién es este antiguo señor de la guerra que impulsó el conflicto armado en Sierra Leona y por qué terminó preso en una cárcel británica?
LLEGADA AL PODER
Las historias sobre los primeros años de Charles Ghankay Taylor son diversas y contradictorias. Se puede afirmar que nació hace 73 años en el condado de Montserrado, al noroeste de Liberia, y a partir de entonces se presentan diferentes versiones.
En una, habría sido el tercero de 15 hijos producto de un matrimonio entre una trabajadora doméstica y un maestro américo-liberiano. En otra, se presume que creció en Trinidad y Tobago antes de volver a su país y terminara siendo encarcelado por motivos políticos.
Su historia de vida, en todo caso, comienza tomar claridad a partir de finales de los 70. Taylor vivió durante una época en Massachussets, Estados Unidos, donde estudió Economía en el Bently College, trabajó en un par de fábricas y comenzó el activismo político en la Unión de Asociaciones Liberianas.
Para 1979 dicho grupo habría ingresado a las oficinas de Liberia en la sede de la ONU, en Nueva York, exigiendo que el embajador del país africano difunda una proclama en la que pedían la caída del régimen de William Tolbert.
Tras su regreso a Liberia, invitado por el mismo Tolbert para encabezar una delegación estudiantil, se produjo un golpe de estado liderado por el sargento Samuel Doe, quien posteriormente reclutaría a Taylor, llegando a nombrarlo viceministro de Comercio.
En 1983, de forma inesperada, Taylor huyó del país hacia Estados Unidos provocando que Doe lo acuse de robar casi un millón de dólares de las arcas estatales. Al año siguiente, las autoridades estadounidenses arrestaron a Taylor y ordenaron su extradición para 1985. Antes de que esta se produzca, sin embargo, protagonizó una cinematográfica huida de prisión, viajó por México, España y Francia antes de llegar a Ghana.
Cuatro años más tarde, en 1989, apareció como jefe de las Fuerzas Nacionales Patrióticas de Liberia (FPNL), un grupo de resistencia que buscaba derrocar al gobierno de Doe, lo que dio inicio a la primera guerra civil del país.
Durante dicho conflicto el FPNL reclutó a jóvenes y niños como combatientes. Además, al año siguiente una parte de la guerrilla se separó y creó el Frente Nacional Patriótico Independiente de Liberia (INPFL), quienes terminaron capturando finalmente a Doe tras una emboscada.
Pese a la caída del régimen, el conflicto se extendió por cinco años más, en los que Taylor llegó a reclutar a cerca de 25 mil milicianos, principalmente de las tribus occidentales liberianas. Tras un acuerdo de paz en el país, se concretaron las elecciones para 1997 en las que Taylor terminaría ganando la presidencia con su recién fundado Partido Patriótico Nacional (NPP).
SEÑOR DE LA GUERRA
Durante el régimen de Taylor, la sangre siguió corriendo en Liberia. Un año después de alcanzar el poder, intentó asesinar a Roosevelt Johson, su exaliado y líder del INPFL, quien terminó huyendo del país.
Este, sumado a otros factores internos, principalmente los conflictos tribales en el país y las innumerables violaciones a derechos humanos denunciadas por organizaciones como Amnistía Internacional, hundió al país en una nueva espiral de violencia y aislamiento internacional.
A la par, Taylor comenzó a suministrar armas y entrenar a milicianos del Frente Revolucionario Unido (FRU) de la vecina Sierra Leona a cambio de diamantes de sangre.
El apoyo de Taylor al FRU, que buscaba derrocar al gobierno sierraleonés, se extendieron de 1997 hasta el 2000. Ese año, Estados Unidos impulsó una misión de la ONU para investigar las conexiones de Taylor y el FRU, apoyado también por el Reino Unido.
Las investigaciones fueron seguidas de paquetes de sanciones tanto contra el Gobierno de Liberia como hacia Taylor, impidiéndole entre otros aspectos exportar diamantes y que el entonces presidente viaje al extranjero.
En paralelo, el grupo revolucionario Liberianos Unidos por la Reconciliación y la Democracia (LURD) comenzó a ganar fuerza y terreno en el país. Integrado por exmiembros de otras milicias, ghanianos que acusaban a Liberia de alterar la convulsa situación en su país y miembros tribales, que tenían como interés en común el rechazo a Taylor.
El conflicto terminó sumando a los cascos azules de la ONU y a una alianza militar africana que terminaron obligando a Taylor a dimitir en el 2003 y refugiarse en Nigeria.
ANTE LA JUSTICIA INTERNACIONAL
El 29 de marzo del 2006, Taylor fue arrestado cuando intentaba huir de Nigeria tras enterarse de que el gobierno de ese país había aceptado deportarlo a Liberia para ser juzgado por crímenes de guerra.
Ante la inestabilidad reinante en territorio liberiano, el Gobierno de los Países Bajos aceptó que el proceso contra Taylor se celebre en el tribunal internacional de La Haya y el Reino Unido, por su parte, puso a disposición sus prisiones para que el exmandatario cumpla la condena que se le imponga.
Tres meses más tarde, Taylor llegó a La Haya acusado de 11 cargos de crímenes de guerra y delitos de lesa humanidad que incluían asesinato de civiles, uso de mujeres y niñas como esclavas sexuales, reclutamiento de niños soldados y facilitar armas al FRU durante la guerra civil de Sierra Leona, que se extendió desde 1991 hasta el 2002 y causó alrededor de 50 mil muertes.
El proceso inició en junio del 2007, fueron citados 110 testigos, y se extendió hasta marzo del 2011. En abril del 2013, el Tribunal Especial para Sierra Leona instalado en La Haya lo encontró culpable de los cargos en su contra. El fallo fue ratificado en septiembre de ese mismo año y a Taylor se le impuso una condena de 50 años de prisión.
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