El Gobierno sirio de Bashar al Asad aceptó abrir temporalmente dos cruces fronterizos adicionales entre Turquía y la zona del noroeste del país bajo control rebelde para facilitar el suministro de ayuda humanitaria tras el reciente terremoto.
Así se lo comunicó este lunes el jefe humanitario de la ONU, Martin Griffiths, a los miembros del Consejo de Seguridad durante una reunión a puerta cerrada celebrada después de entrevistarse en Damasco con Al Asad, según dijo a EFE una fuente diplomática.
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La apertura de estos dos pasos fronterizos, que fue solicitada por Naciones Unidas ante la crisis desatada por el terremoto de la semana pasada, tendría una duración inicial de tres meses.
La noticia la confirmó poco después el secretario general de Naciones Unidas, António Guterres: “Doy la bienvenida a la decisión hoy del presidente de Siria Bashar al Asad de abrir los dos cruces de Bab al Salam y Al Ra’ee desde Turquía en el noroeste de Siria por un periodo inicial de tres meses para permitir la oportuna entrega de ayuda humanitaria”.
“A medida que el número de víctimas del terremoto del 6 de febrero sigue aumentando, la entrega de suministros alimentarios, de salud, nutrición, protección, refugio, para el invierno y otros productos vitales a los millones de afectados es de máxima urgencia”, señaló Guterres en un comunicado.
Hasta ahora, la ONU y sus socios humanitarios solo estaban autorizados a usar el paso de Bab al Hawa, entre territorio turco y la provincia de Idlib, en virtud de una resolución del Consejo de Seguridad, que les permite suministrar ayuda a esta zona opositora sin permiso del Gobierno sirio.
Aunque la organización reclama más accesos desde hace años, la crisis de los últimos días llevó a Naciones Unidas a buscar de urgencia la apertura de estas dos nuevas vías para entrega ayuda a la población, y con esa intención viajó Griffiths a Damasco.
En los últimos días, el Gobierno sirio había mantenido su postura de que toda la asistencia debería canalizarse desde el interior del país, una vía que la ONU ha usado en algunas ocasiones, pero por la que asegura que es mucho más complicado proceder al necesitar coordinación entre las partes del conflicto y requerir atravesar el frente de combate.
Ya el domingo Al Asad se había mostrado abierto a considerar la apertura de accesos adicionales en la frontera, según había dicho tras verse con él el director general de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Tedros Adhanom Ghebreyesus.
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A priori, la decisión del Gobierno hace innecesario un voto en el Consejo de Seguridad de la ONU, donde varios países estaban preparando una resolución para autorizar el uso de estos dos nuevos pasos fronterizos.
La cuestión de la ayuda transfronteriza a las zonas rebeldes de Siria ha sido en los últimos años un tema muy controvertido en el Consejo, donde Rusia -el gran aliado de Al Asad- ha ido obligando a recortar el número de cruces disponibles hasta dejarlo solo en uno.
Aunque el cruce de Bab al Hawa quedó intacto tras el terremoto, los daños en carreteras aledañas hicieron que el noroeste sirio tuviese que esperar cuatro días desde el seísmo para recibir ayuda, una demora por la que la ONU ha sido muy criticada en esas zonas.
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