El asalto al Capitolio de Estados Unidos a manos de un grupo de manifestantes que denunciaban un fraude electoral en los comicios presidenciales que ganó el demócrata Joe Biden a fines del año pasado no solo dejó una de las manchas más oscuras en la historia democrática de ese país. Elevó, además, al centro de la polémica las diferencias que existen en la respuesta policial dependiendo del color de piel de los manifestantes.
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El miércoles 6 de enero, partidarios del presidente saliente de Estados Unidos, Donald Trump, incitados por él mismo, se dirigieron en masa hacia las instalaciones del Capitolio e ingresaron causando disturbios durante la confirmación de la victoria electoral del demócrata Joe Biden.
Trump repitió ante sus seguidores que las elecciones presidenciales habían sido un completo “fraude”, pese a que los diversos registros estatales y hasta el Departamento de Justicia han señalado que los comicios fueron un proceso limpio.
Según informaron los medios internacionales, el plan de los partidarios de Trump se sabía desde hace semanas; sin embargo, la policía no hizo nada al respecto. Incluso en múltiples videos publicados en redes sociales se observa cierta complicidad de parte de los agentes.
Uno de los episodios que más atención ha causado es aquel en el que se ve a miembros de la turba que irrumpió en el Parlamento fotografiándose con agentes de seguridad y paseando por las instalaciones con bates de béisbol y hasta armas de alto calibre.
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Solo 52 personas fueron arrestadas tras el asalto al Capitolio y los refuerzos policiales, que llegaron a ser más de 2.000 agentes, llegaron recién dos horas después de haber iniciado el incidente.
Durante las marchas en contra del racismo y la violencia policial, lideradas por el movimiento Black Live Matters, que se dieron entre el 30 de mayo y el 2 de junio del año pasado, 427 personas fueron arrestadas, incluidos 24 menores. Además, el uso de gases lacrimógenos y perdigones dejaron muchos heridos y 125 casos registrados de violencia.
Aquella ola de manifestaciones, motivada por el asesinato del afroamericano George Floyd, tuvo otro episodio memorable cuando Donald Trump, con una biblia en la mano, fue ante la iglesia de St. John y posteriormente calificó a los manifestantes como “terroristas”.
Muchos afirman que esta situación es parte de lo que se conoce como el “privilegio de los blancos”.
¿Qué es el “privilegio de los blancos”?
El White Privilege, su denominación en inglés, es “la experiencia de ventajas que un grupo experimenta basado exclusivamente en sus características físicas y sociales”, según el artículo “El ‘privilegio de los blancos’: otra fuerza de dominación social de las clases privilegiadas”, publicado en la revista educativa argentina Espacios en Blanco.
Los autores, Fabricio E. Balcazar, Luciano Berardi, y Taylor-Ritzler, dicen también que este privilegio es resultado de las condiciones históricas de opresión que hay en la sociedad y esto provoca ventajas en aquellos que cuentan con esas características.
“Dichas ventajas son adquiridas sin esfuerzo, no son el resultado de talentos particulares y no son comunes ni universales. El constructo está asociado con estrato social y posiciones de poder, reflejando fuerzas hegemónicas de dominación social de parte de grupos privilegiados. Notamos cómo la característica psicológica del ‘privilegio de los blancos’ es su naturaleza inconsciente, es decir, quienes lo experimentan lo reciben como una condición natural de su estatus y quienes lo otorgan han sido condicionados a hacerlo como conducta deseable y esperada”, señalan los expertos en dicho estudio.
Por su parte, en un artículo titulado ‘¿Qué es el privilegio blanco, realmente?’, escrito por Cory Collins, un redactor del proyecto Teaching Tolerance del Southern Poverty Law Center, explica que el privilegio blanco está relacionado directamente con el racismo y el sesgo racial.
“Tener privilegio blanco y reconocerlo no es racista. Pero el privilegio blanco existe a causa del racismo y los sesgos históricos y duraderos. El racismo es un proceso y estructura a nivel individual y grupal que están implicados en la reproducción de la desigualdad racial. El racismo sistémico ocurre cuando estas estructuras o los procesos son llevados a cabo por grupos con poder, tales como gobiernos, empresas o escuelas. El racismo difiere del sesgo, el cual es un prejuicio consciente o inconsciente contra un individuo o grupo basado en su identidad”, dice al inicio de su artículo.
Además, aclara que el privilegio blanco no aplica para todas las personas que tengan ese color de piel y que muchos no disfrutan de este privilegio en materia de salud, educación o accesos; sin embargo, considera que es una ventaja adicional de la realidad de cada individuo.
¿Hubo tal privilegio durante el asalto al Capitolio?
El internacionalista y activista afroperuano especialista en temas de discriminación racial Owan Lay afirma que hubo privilegio de blancos durante las manifestaciones del miércoles y que este problema no solo está ligado a los estadounidenses y a Donald Trump, sino también al resto del mundo.
“No solamente se trata del episodio del Capitolio de Washington, hay que mirar que en otros estados supremacistas blancos han entrado a otros Capitolios con armas largas y no ha sucedido absolutamente nada. Eso es completamente evidente, ahí no solo hay un tema vinculado a este privilegio, sino a un tema del color de la piel, en este caso, sobre todo hay un problema de carácter estructural que no solamente se da en Estados Unidos, sino en el mundo”, declara Owan Lay, y añade: “El mundo todavía sigue pensando de forma racializada, quiere decir, en racismo como lo conocimos y como se estructuró en los siglos XVI o XVII en adelante para sustentar las empresas de sistema colonial y esencialmente el sistema esclavista sigue operando en el mundo, ese es el mayor llamado de alerta.”
El activista afirma que esto data de hace 500 años, cuando en la época de la colonia se separaban a los afrodescendientes e indígenas y los colocaban en la escala más baja del sistema social, quitándoles privilegios que otras personas sí disfrutaban.
“Esta estructura todavía opera en las mentes y no solo ostentan poder de forma habitual, sino que son aquellas que ostentan poder de forma relativa y hasta que no seamos conscientes que esa estructura no permite generar igualdad real”, asevera Lay. Agrega que esta forma de pensar afecta las oportunidades de desarrollo de muchas personas en el mundo, por lo que si no se cambia esta situación “el mundo seguirá girando en el sentido que sigue girando hasta ahora.”
Lay menciona que este privilegio se visbilizó aún más con la llegada de Donald Trump al poder, ya que les ha permitido olvidar a las personas lo “políticamente correcto”.
Por otra parte, el internacionalista comenta que la falta de efectivos policiales fue uno de los factores que ayudó a los trumpistas a ingresar al Capitolio con facilidad, pero el criterio de estos agentes sobre la utilización de la fuerza con las personas de diferente tono de piel también influyó en la situación.
“El Capitolio se vio vulnerado en su seguridad, pero se ve vulnerada porque hay un criterio no solamente desde la perspectiva numérica donde hay un número mayor de manifestantes frente a las personas que tiene que proteger el Capitolio, sino también hay un criterio de como utilizar la fuerza sobre ese grupo de manifestantes que tiene un color de piel distinto a otros que -cuando se han manifestado reclamando para reivindicar sus derecho- se han visto seriamente afectados en muchas ocasiones”, finaliza Lay.
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