El último jueves, bajo un sol abrasador, Diego Armando Planes se desplazó de rodillas por varias cuadras hasta llegar a Casa Rosada. El hincha de 26 años debía despedir a quien le debe su nombre. “Ante Dios, de rodillas”, dijo a las cámaras que transmitían el masivo velorio de Maradona. Por cuestión de calendarios no alcanzó a ver jugar a su ídolo, pero eso poco importa para la feligresía maradoniana.
Innumerables postales de agradecimiento y devoción como ésta se reproducen en diversos puntos del país. “Estamos ante un nuevo santo popular”, nos dice la periodista feminista Nadia Fink, después de respirar el dolor colectivo en Plaza de Mayo y los estadios de Boca y Argentinos Juniors. Camisetas multicolores, pelotas, posters amarillentos, velas y estampas permanecen en improvisados y genuinos altares levantados sobre las fachadas por las que pasó el ‘Diez’.
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Los precursores de ese culto pagano continúan movilizados. “La ficha me cayó recién cuando pasamos por el féretro”, cuenta a “El Comercio” Hernán Amez, fundador de la Iglesia Maradoniana. Estos conspicuos fieles aún no digieren el golpe. Intentan explicar el 25 de noviembre en su calendario. “Al ver toda la gente que fue a despedirlo y las portadas de diarios del mundo, creo que señalaremos esta fecha como el Día de la Cultura Maradoniana. Todo esto es una devolución de lo que él generó”, expresa Amez.
Como símbolo popular, el ‘Pelusa’ en Argentina atraviesa clubes de fútbol, partidos políticos, credos religiosos, clases sociales. “Maradona ejerce unos niveles de representación popular que casi nadie, en casi ninguna parte, consigue generar. Fue un extraordinario generador de alegrías”, señala a este Diario el periodista deportivo argentino Ariel Scher. El cronista, con cuatro décadas de profesión, advierte que le cuesta hablar de Diego en pretérito.
Ídolo del pueblo
Ese arraigo popular se vio expresado en la marea de hinchas que el último jueves convirtieron el centro porteño en una inmensa procesión. “Son horas de tristeza individual acompasada bajo el manto de la tristeza colectiva”, describe Scher.
Aunque como correlato de su agitada vida, la despedida del ex futbolista no podía tener ribetes tranquilos. En algún momento, la desesperación ciudadana por llegar al féretro y el desprolijo accionar policial jugaron en favor del descontrol. Tres días después, representantes del Gobierno Nacional y de la Ciudad de Buenos Aires, parados en dos frentes ideológicos distintos (peronismo y macrismo), se siguen echando culpas sobre las responsabilidades de los disturbios y represiones que se vieron en las calles durante el velatorio.
“Si no lo organizábamos, todo habría sido peor”, dijo el presidente Alberto Fernández, quien fue denunciado penalmente por un grupo de dirigentes liberales por haber favorecido con este acto la propagación del coronavirus. En un país donde se cuestiona el manejo de la pandemia – la compañía Bloomberg colocó a la Argentina como uno de los dos peores lugares para transitarla- las despedidas masivas de Maradona abrieron una nueva discusión.
“A Maradona lo usaron políticamente muchas veces, pero creo que aquí no. La estrategia del gobierno frente al Covid fracasó y es entendible la crítica de quienes no pudieron velar a sus muertos. Pero, este hecho trastocó todo. Hubiera sido complicado que la gente no pudiera velar a Maradona, el gobierno puso eso sobre la mesa”, nos expresa Bernardo Vásquez, subeditor del diario “El Cronista”.
Los claroscuros del ídolo
Bárbara Pistoia, coautora del libro “Todo Diego es político”, estuvo en las largas colas para despedir al ídolo. Fue una de las tantas personas que no alcanzó a entrar antes de las 4 p.m. a Casa Rosada, hora pactada para el final del velorio. De todos modos, pudo manifestar su dolor en las calles. “Diego es indispensable para los pueblos que no tienen voz. Enfrentó siempre al poder”, señala a este diario.
La partida de Maradona avivó también los claroscuros. Despegar al ídolo de su escabrosa vida afectiva, con actitudes machistas, es materia de debate en las redes sociales de colectivos feministas argentinos. Para Pistoia ser ‘maradoniana’ no es una contradicción. “No me interesa un feminismo que me diga lo que tenga que hacer, que repita la estructura patriarcal”, señala.
La escritora considera que la muerte del ‘Diez’ sienta una buena oportunidad para definir perspectivas. “El feminismo actual suele representar a la mujer blanca, de clase media, instruida. Nos hace daño ese relato. En un país tan racializado, cuando se desprecia a Diego siento que aflora mucho el racismo y el clasismo”, expresa.
La periodista Nadia Fink, conocida por la colección de libros Antiprincesas, nos dice que es peligrosos juzgar el sentir del pueblo. Rescata a Maradona como generador de alegrías y su perspectiva de clase. “La incorrección que tuvo en su vida política, apoyando a gente que el poder no apoyaba, también genera tensiones. No creo que haya otra figura tan genuina. Estamos ante el fin de una época”, apunta.
Durante cuatro décadas, el ex futbolista fue un proveedor permanente de noticias y fuente inagotable de expresiones artísticas ¿Cómo será la vida en el país sin Maradona? es la inesperada- y hasta hace poco, impensable- pregunta que muchos se hacen en estos días. “Es un desafío para la sociedad argentina aprender a vivir sin Maradona. Será tiempo de convivir con la leyenda”, esgrime Vásquez.
Mientras los canales locales ya anuncian una batalla legal por la herencia del ‘Diez’, millones de argentinos descubrieron en estos días que Diego nunca dejó de ser un ‘cebollita’. Así como los hizo llorar tantas veces de alegría, también podría llenarlos de tristeza con su adiós.
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