Deyvis Orosco
Deyvis Orosco
Luciana Olivares

¿Hace cuánto no te das un vuelta por El Huaralino, querido lector?

Yo estuve allí hace unas semanas aplaudiendo y moviéndole mis hombritos a uno de los jóvenes empresarios más talentosos que conozco. Su nombre, nombre que le costó 10 años ganar, es Deyvis Orosco.

Deyvis es empresario, productor, actor y cantante, y si bien mis hombros sucumben al ritmo de “No te creas tan importante”, uno de sus últimos éxitos, o de su nueva versión de “El arbolito” –canción emblemática del Grupo Néctar, que su padre Jhonny Orosco lideraba antes de morir en un trágico accidente–, mis palmas se las lleva la visión de un joven de 20 años que ante la muerte de su papá y de toda la agrupación, se pone al mando de una banda que no era suya, entiende el poder de la marca Néctar y que no podía dejarla morir. Entiende también que la marca no vive del aire, hay que alimentarla con calidad en la oferta de valor para su audiencia y con innovación para destacar sobre la competencia.

Deyvis se convierte en uno de los primeros exponentes de música cumbia que invierte en equipos de última generación que lo acompañan en su estrategia descentralizada de la marca. En los últimos años ofrece 40 conciertos al mes, con alcance de 100.000 personas a la semana en distintos puntos del país y ha presentado un gran concierto emblemático en Lima que nada tuvo que envidiar a muchos internacionales o los de otros géneros. (Géneros que, dicho sea de paso, no le respiran ni en las rodillas al arraigo que tiene la cumbia en los peruanos, género número uno en preferencia).

Deyvis sabe la importancia que tiene la reputación cuando se trata de una marca, por eso cuida su producto y su imagen y crea actividades colaterales para mantener vigencia a través de prestigiosos programas de televisión y hasta la producción de una película. Si hay algo que tiene claro desde el inicio es que las marcas tienen que construirse en el tiempo con consistencia, y eso puede tomar años. Tantos como los diez que a él le costó mirarse al espejo, levantar la cabeza y reconocer que hoy él es Deyvis Orosco. Con nombre propio y sin la ayudita de su padre. Y, sobre todo, con una marca propia que reinventa y dinamiza la pasada: Néctar.

La visión estratégica de Deyvis Orosco; la lucidez al asumir y abrazar la calidad como su ventaja competitiva frente a un público mal acostumbrado, mal tratado y hasta diría subestimado en lo que se refiere a productos de calidad; y su apalancamiento en la construcción de una marca sólida y de gran arraigo popular nos demuestran que todo bien con leer y estudiar los casos de éxito de las grandes empresas peruanas e internacionales desde nuestros escritorios o revisar el último estudio de tendencias económicas, pero eso sería limitarnos a asistir a un recital y perdernos el verdadero concierto del emprendimiento en el Perú.