Ayer se llevó a cabo la juramentación de cuatro nuevos integrantes del Consejo de Ministros. José Arista (Economía y Finanzas), Walter Astudillo (Defensa), Rómulo Mucho (Energía y Minas) y Juan Carlos Castro (Ambiente) han pasado a formar parte del equipo ministerial que dirige Alberto Otárola desde hace poco más de un año.
Hay que decir que por lo menos dos de los cambios concretados ayer se caían de maduros. El primero es el de Alex Contreras como titular del MEF. Como se sabe, él arrastraba una serie de cuestionamientos que hacían muy difícil su continuidad en el cargo; entre estos, su negativa a reconocer que el país atravesaba por una recesión (que finalmente aceptó cuando otros especialistas ya la daban por sentada), su intento –infructuoso, por cierto– de cumplir la regla fiscal transfiriendo por adelantado al Tesoro Público las utilidades del Banco de la Nación y su reacción destemplada contra el titular del Consejo Fiscal, Carlos Oliva, por haber criticado esta medida.
Todo ello sumado al hecho de que, bajo su conducción del MEF, la economía peruana no había logrado los resultados esperados. Es cierto que, en sus inicios, su gestión se vio sacudida por las protestas que siguieron al golpe de Estado de Pedro Castillo y por los embates del ciclón Yaku. Sin embargo, un año después, estos eventos ya no podían servir para explicar el pobre rendimiento de nuestra economía, por lo que su salida parecía no solo recomendable, sino también imperativa. Por lo pronto, su sucesor, José Arista, parece tener las credenciales para desempeñar una buena función, pero su mención en un chat entre el exministro vizcarrista Edmer Trujillo y Carlos Revilla, exdirector de Provías Descentralizado, como parte del Caso Los Intocables de la Corrupción empaña su nombramiento.
El segundo de los cambios que no podían esperar más era el de Oscar Vera como titular de Energía y Minas. Como se recuerda, su imagen había quedado comprometida con el desaguisado en torno de Petro-Perú y su enésimo pedido de rescate financiero al Gobierno, que le será concedido, aunque parcialmente. Esto, además, en una coyuntura en la que El Comercio reveló que el proyecto estrella de la petrolera estatal, la modernización de la refinería de Talara, realmente costaría cinco veces más de lo que inicialmente se había estimado hace 16 años.
Sin embargo, es justo decir también que la presidenta Dina Boluarte desaprovechó la oportunidad de cambiar a otros ministros que concentran una serie de críticas fundadas. El primero es el titular del Interior, Víctor Torres, cuya imagen ha quedado ensombrecida tras el escándalo motivado por el pase al retiro del ex comandante general de la PNP Jorge Angulo y por la fallida estrategia de inseguridad ciudadana del Gobierno que, pese a lo que se esgrimió en su momento como una de las razones para sacar a Angulo, insiste en la declaración de estados de emergencia en diferentes lugares del territorio nacional como la medida estelar para frenar el avance del crimen. Existen, por otro lado, dos mociones de interpelación presentadas en el Congreso contra Torres, por lo que su salida le habría ahorrado al Gobierno el costo político de tener que ver a uno de sus integrantes asistiendo al hemiciclo para recibir preguntas y cuestionamientos de la representación nacional.
Otro ministro muy criticado es el de Trabajo, Daniel Maurate, quien además de haber llegado al Ejecutivo con una serie de denuncias a cuestas, le abrió un flanco hace algunas semanas al decir que había un compromiso de la mandataria de subir el sueldo mínimo y que este podría anunciarse para el próximo julio. Finalmente, sobre la continuidad del presidente del Consejo de Ministros, Alberto Otárola, creemos que la última encuesta realizada por Datum y publicada el domingo pasado en este Diario habla por sí misma: solo un 8% aprueba el trabajo que viene realizando.
En síntesis, estamos ante un refresco del Gabinete que se ha quedado corto y, si bien es positivo que algunos cambios que se pedían desde hace semanas se hayan materializado, también es verdad que la jefa del Estado desperdició la oportunidad de deshacerse de una vez de todos los ministros cuestionados que la acompañan. Para otra ocasión será.