Jorge Muñoz, virtual alcalde de Lima, se olvidó su DNI y tuvo que ir a su casa a recogerlo. (Foto: EFE)
Jorge Muñoz, virtual alcalde de Lima, se olvidó su DNI y tuvo que ir a su casa a recogerlo. (Foto: EFE)
Pedro Tenorio

Aquello de “la letra con sangre entra” tiene en la política peruana más vigencia de la que uno se imagina: después de cada elección la crudeza del resultado termina siendo la mejor maestra de nuestros políticos (o al menos debería serlo). Así, los números del último domingo dejan varias lecciones con miras a la próxima gran elección del año 2021. Veamos algunas de ellas.

La primera: que no se necesita ser demagogo, mandón, pendejerete (“¡yuca pa’ ti!”), ni criollazo para ganar una elección. Lo fue en varios comicios durante las últimas tres décadas, pero la gente parece empezar a cansarse de tanto avivato (y más después de la inagotable veta del ). El triunfo de en una plaza tan complicada como Lima lo demuestra, aunque no alcance a ser necesariamente una regla estática a futuro. Sí se puede (hacer política en serio). Cuesta, pero se puede.

La segunda: las cosas no volverán a ser las mismas en Fuerza Popular. El keikismo, que aspiraba a consolidar un partido –y no solo un movimiento personalista, como hasta ahora–, ha sufrido una debacle a nivel nacional, pues perdió sin atenuantes ahí donde participó convencido de que tenía posibilidades de ganar. Qué los llevó a esto es un factor clave, dado que el golpe sobrevino en el peor momento para Keiko. ¿Deberá cambiar de actitud? Parece más que evidente. El problema reside en que se ha pasado dos años empoderando en su entorno a quienes le vendieron una “estrategia de guerra” para doblegar a Kuczynski, ajochar a Vizcarra y acumular poder. El resultado es más que evidente: desaprobación y pocos –cada vez menos–votos en plazas importantes.

Al mismo tiempo, reanima los apetitos políticos de Kenji Fujimori, sus seguidores y financistas. Un competidor que Keiko consideraba neutralizado.

La tercera lección: los debates (por más tediosa que pueda parecer su mecánica, tiempos asignados por participante y número de los mismos) pueden ser claves, sí, pero dependerá del talento y preparación del candidato. Muñoz y Beingolea se dedicaron a conciencia, sobre todo para los encuentros organizados por el JNE, y los resultados saltan a la vista.

La cuarta: de “favoritos” un año antes de los comicios está empedrado el camino de la derrota. Si no que lo diga , quien desaprovechó la “sensación de ganador” con que arrancó en esta campaña descuidando el discurso (siempre era el mismo, sin novedad ni sorpresa) y sin estrategia de contingencia cuando era evidente que perdía respaldo aceleradamente. Se centró en un solo tema –seguridad–, pero fue reiterativo y sin variantes que incluyeran otros temas claves para el limeño promedio. Se confió y perdió.