La formación profesional y la educación en el Perú son aspectos que aún requieren atención. De acuerdo con el Ministerio de Trabajo y Promoción del Empleo (MTPE), apenas un 25% de los jóvenes continúa su educación después de la secundaria y, anualmente, más de 340.000 jóvenes que no han cursado estudios superiores se suman a la fuerza laboral.
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En este contexto, la competitividad laboral en el país enfrenta retos significativos. Según el MTPE, un 73% de los egresados de secundaria no accede a educación superior, lo que resalta la importancia de la formación académica para el mercado laboral.
La relación entre la educación y el desarrollo económico es directa. Al reducir la informalidad y mejorar la preparación de los jóvenes, se incrementa la competitividad del país.
Con la reciente disposición de fondos de la CTS y AFP, los peruanos ahora tienen la oportunidad de manejar recursos adicionales, lo que les permite aumentar su consumo, mejorar su salud financiera mediante la liquidación de deudas, o realizar inversiones estratégicas.
La educación superior está asociada con una ampliación de conocimientos y habilidades, y diversos estudios indican que puede influir positivamente en los ingresos. En Perú, la inversión en educación universitaria se refleja en un incremento salarial significativo.
Según el Observatorio de Educación Superior del Consorcio de Universidades, los graduados universitarios pueden esperar un aumento en sus ingresos, lo que subraya la importancia de la educación como una inversión estratégica.
Programas como el de Carreras para Personas con Experiencia Laboral (CPEL), han reportado un incremento promedio del 30% en los salarios de sus egresados. Este dato, proporcionado por Susana Lamas, directora de Empleabilidad de la Universidad San Ignacio de Loyola, evidencia cómo la educación adaptada a las necesidades del mercado laboral puede traducirse en beneficios económicos tangibles.