Durante tres meses, un equipo de El Comercio recorrió cerca de 15 mil kilómetros en busca de historias protagonizadas por compatriotas que estuviesen generando algún cambio en su comunidad.
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El resultado de aquella travesía es Peruanos que Suman, una campaña de El Comercio y el BCP, con la que se busca resaltar y difundir todas estas buenas acciones. El viaje, además, resultó convirtiéndose en una experiencia única para nuestro equipo, quienes comparten sus reflexiones en las siguientes columnas.
“Somos un país de guerreros”, por Renzo Giner
Desde hace diez años existe un ránking bastante curioso, se llama el Reporte Mundial de la Felicidad y según su última edición, presentada en marzo de este año, el Perú es el segundo país menos feliz de Latinoamérica, superando únicamente a Venezuela.
Y cómo podemos pedirle lo contrario a una nación que lleva más de un lustro inmersa en una oleada de crisis políticas, que fue profundamente golpeada por el COVID-19 y en la que aún está pendiente garantizar el acceso universal a derechos tan básicos como la educación o la salud. Debo confesarle, estimado lector, que hasta el 1 de junio mi visión del país se limitaba a eso. Cuando fui convocado para formar parte de Peruanos que Suman, me entusiasmó conocer a personajes interesantes, sin pensar que personificarían la esperanza.
Para problemas como la anemia infantil o los desastres naturales, encontramos a talentosas inventoras poniendo sus ingeniosas creaciones a disposición.
Ante el olvido de las autoridades y la población de ciertas expresiones culturales o técnicas milenarias, nos cruzamos con danzantes, artesanos y promotores que dedicaban noche y día a preservar diversos legados.
Frente a las mafias de tráfico de vida silvestre y a quienes creen que es una locura cuidar el medio ambiente, hay guardianes de la fauna y profesores capaces de modificar ecosistemas.
Cada mañana, un septuagenario despierta con el único sueño de dar de comer a todos los animales callejeros de su barrio y una joven con la esperanza de que los niños de menos recursos de su ciudad tengan oportunidades a través de la lectura.
Dicen que no somos un país feliz, pero nadie podrá decir que no somos un país de guerreros, en el que muchos se han cansado de esperar y han decidido generar el cambio por ellos mismos.
“Teníamos en mente lo pesado de la ruta”, por Paolo Valdivia
El primer tramo de la ruta empezó con la ilusión de mostrar a personas que contribuyen no solo con su comunidad y región, sino también con el Perú. Ya teníamos en mente lo pesada que sería la travesía, por la accidentada y variada geografía del país.
Iniciamos el periplo rumbo a Cañete y Chincha, donde realizamos las primeras entrevistas, y luego fuimos a Ica. El siguiente destino fue Nasca, una tierra llena de secretos y también de paz. Después, iniciamos el camino a Mollendo.
La carretera es oscura y difícil, e incluso fuimos testigos de un accidente en el que falleció una persona, lo que despertó las alertas ante cualquier percance en la ruta.
En el terminal de Mollendo nos recibió una lluvia intensa, y luego fuimos a Moquegua. Después nos dirigimos a Tacna, donde coincidimos con la crisis de migrantes expulsados de Chile que quedaron varados en la frontera.
Después, Arequipa, donde conocimos a otros personajes entrañables. Con el ánimo en alto, iniciamos viaje a Cusco. La aclimatación al pie del Misti fue esencial, pues para arribar a la Ciudad Imperial tuvimos que pasar la noche en Juliaca con -6 °C.
Y luego, uno de los sitios más calurosos: Puerto Maldonado. La paradoja fue que para llegar tuvimos que recorrer tramos a gran altitud, incluso a más de 5.200 m.s.n.m. Y una vez en destino, nos esperó una caminata de 11 kilómetros selva adentro para conocer a nuestra entrevistada.
Tuvimos que volver a Cusco y recorrer los mismos abismos para ir a Abancay y Andahuaylas, donde conocimos a más peruanos ejemplares, el sello de oro para esta etapa inicial del periplo.
“Con mis fotos pude contar historias”, por Hugo Curotto
Un viaje, así sea corto o de 1.000 kilómetros, ha de comenzar siempre con un simple paso. Así empezó la ruta buscando a los diferentes, a los Peruanos que Suman. Una campaña en la que tuvimos la oportunidad de viajar en auto por todo el país y conocerlo más.
Empezamos por el sur, desde Ica hasta Andahuaylas, lugares donde encontramos grandes paisajes y enormes personajes. El segundo tramo arrancó por Junín y no paró hasta Ucayali. Debo confesar que quedé pasmado por la belleza de Oxapampa, su deliciosa comida y la energía positiva de la gente.
La tercera ruta apuntó hacia el norte, desde Huaral hasta Tumbes. Ni qué hablar de las playas maravillosas que tenemos y las carreteras, la mayoría bien asfaltadas.
En este viaje pudimos conocer a inventores, artesanos de diferentes tipos, danzantes, socorristas de animales, productores, entre muchos más. Fue una experiencia agotadora y extenuante, pero enriquecedora.
Tuve la oportunidad, con mis fotografías, de contar historias y conectarlas con la esencia de cada protagonista, con sus valores, sentimientos y actitudes.
Esa fue mi intención: siempre buscar una imagen que transmita sensaciones y percepciones que las palabras no pueden explicar.
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