Sería imperdonable que este editorial no empiece felicitando al Gobierno, a las Fuerzas Armadas y a la Policía Nacional por el abatimiento de los temibles ‘Alipio’ y ‘Gabriel’, asesinos monstruosos y jefes militares del narcosenderismo. Con este golpe, el brazo militar de Sendero Luminoso queda prácticamente descabezado y esto puede ser el punto de inflexión que permita avanzar más rápidamente hacia la desarticulación total de esta perniciosa organización.

Hay mucho que destacar de esta operación. Para empezar, su precisión verdaderamente quirúrgica, casi sin precedentes. Hasta donde hemos podido conocer, el ataque se enfocó en tres altos mandos y no comprometió a la población civil ni a agentes del orden. Este tipo de victoria solo se consigue con un trabajo de inteligencia muy fino, capaz de anticipar los movimientos de los jefes, al punto que se logró saber en qué casa se alojaban en el pueblo de Pampas.

Adicionalmente, la exitosa operación demuestra que el Gobierno ha encontrado, por fin, una estrategia que le ha permitido tomar la iniciativa y pasar a la ofensiva. Así, parece que se confirma que el Estado ya no se contenta con mantener una acción meramente defensiva que venía costando muchas vidas de nuestros efectivos, quienes solían caer en las trampas y emboscadas hábilmente tendidas por los senderistas.

Ahora el juego da la impresión de haberse invertido: son nuestras fuerzas las que son capaces de tender emboscadas a las columnas enemigas. Esto ha sido posible gracias a que, por un lado, se ha construido una red de informantes y colaboradores que permite conocer los desplazamientos de Sendero, y, por otro, a que se utilizan sistemas electrónicos de escucha que hacen posible conocer sus planes. En este momento toca intensificar las emboscadas hasta producir el desbande de los terroristas.

Pero esto último no será fácil y puede tomar mucho tiempo si, simultáneamente, no se ataca al narcotráfico. Y es que este alimenta a las columnas terroristas, cuyos integrantes se calculan entre 200 y 400 hombres relativamente bien armados. Sin los ingresos del narcotráfico, los senderistas, para empezar, se pauperizarían definitivamente y no podrían seguir comprando víveres y medicinas.

Para conseguir este objetivo, es necesario poner en plena operación el sistema de control de insumos químicos de la Sunat, el cual fue diseñado para detectar cualquier desvío hacia las zonas cocaleras a fin de interceptarlo y lograr incautar mucha más cocaína. Nuestras incautaciones anuales de cocaína y de insumos químicos, a fin de cuentas, son ínfimas. El 2012 Colombia incautó 188 TM de dicha droga. El Perú solo 19. En insumos químicos Colombia incautó cerca de 10 mil TM y el Perú solo casi 2 mil.

También es indispensable cortar el puente aéreo que es ahora nuevamente el principal vehículo de salida de la droga, ya no a Colombia sino a Bolivia y Brasil. Esto fue lo que permitió reducir el área sembrada de coca de 129.000 hectáreas en 1992 a 38.700 en 1999. Ello, a su vez, permitió que los campesinos abandonasen el cultivo de coca porque ya nadie les compraba (lamentablemente, el área sembrada volvió a aumentar a 62.500 hectáreas el 2011).

Ahora, para cortar el puente aéreo sería necesario que la alianza estratégica Perú-Brasil salga del papel y se active realmente, de modo que ese país nos facilite el sistema de radares e incluso aviones para interceptar las narcoavionetas.

Es momento de acelerar estas decisiones, pues el abatimiento de ‘Alipio’ y ‘Gabriel’ llega en el momento preciso: en medio de una crisis de seguridad y cuando la caída en la popularidad del presidente ya amenaza la gobernabilidad.

Sin embargo, hay un último aspecto de esta operación que no podemos dejar de resaltar, pues resulta preocupante. Según lo que confirmaron nuestros enviados al lugar, el pueblo de Pampas habría sido abandonado por la policía y los militares luego de la operación. Teniendo en cuenta que los terroristas podrían regresar y tomar represalias contra la población, es imprescindible que el Gobierno recuerde que su presencia también es importante en los días siguientes a su victoria.