¿Qué sucede cuando se bombea más agua por una tubería oxidada y con huecos? Pues, simplemente, se pierde más agua. Y la que no se pierde, se contamina.
Algo similar es lo que podría suceder el próximo año con Qali Warma. Y es que se ha decidido aumentar su presupuesto a pesar de la evidencia de que muchas de las comunidades a las que atiende dicho programa aún no cuentan con la capacitación e infraestructura necesarias para hacer un adecuado uso de sus recursos ni para garantizar la salubridad de los alimentos que reparte.
De marzo a junio del presente año, la Defensoría del Pueblo supervisó el funcionamiento de Qali Warma en una muestra compuesta por 343 instituciones educativas de zonas rurales del país. Para empezar, encontró que solo en el 29% de las instituciones supervisadas los integrantes de los comités dedicados a la compra y preparación de los alimentos habían recibido capacitación para realizar sus labores. Esto significa que dichas personas no tienen información adecuada, entre otras cosas, sobre cómo verificar los productos entregados por el proveedor, cómo reportar irregularidades o cómo manipular y preparar los alimentos. Un caso citado por la Defensoría del Pueblo que ejemplifica el tipo de problemas que esta falta de capacitación genera es el de la comunidad nativa de Pandora, en Loreto, cuyas madres recibían maicena, pero no sabían cómo prepararla.
Por otro lado, según la defensoría, solo el 19% de las instituciones supervisadas indicó que cuenta con un ambiente exclusivo para el almacenamiento de los productos, lo cual dificulta su conservación. Asimismo, el 44% de las instituciones monitoreadas reportó que tampoco tiene un espacio dedicado a la preparación de los alimentos. Y de las instituciones que señalaron que sí cuentan con el mismo, no en todos los casos tales ambientes gozan de las condiciones de salubridad mínimas para realizar dicha labor.
Estos hallazgos son muy graves, además, porque en el 91% de las instituciones supervisadas se escogió entregar alimentos que necesitan preparación (en vez de raciones preparadas y listas para su consumo), lo cual se complica aun más una vez que tenemos en cuenta que únicamente el 31% de las 343 instituciones dispone del acceso al servicio de agua de la red pública y solo 21% cuenta con alcantarillado.
Para colmo de males, el 48% de dichas instituciones en las cuales se encontraba operativo Qali Warma manifestó que los productos recibidos no son suficientes y 47% indicó que hay demoras en su entrega.
Los problemas del sistema, finalmente, no deberían ser una sorpresa, pues no en vano en el 54% de los casos los directores indicaron que ninguna autoridad había supervisado la operación del programa.
Estos importantes hallazgos muestran que el Ministerio de Desarrollo e Inclusión Social tiene mucho por parchar en el programa antes de aumentar lo que se invierte en él (aunque es cierto que, como señaló ayer la ministra, durante el año parecen haber habido algunos considerables avances). Más aun cuando faltando mes y medio para que concluya el año solo se ha logrado ejecutar el 43,5% de su presupuesto modificado para este año, lo cual es otra evidencia de los importantes problemas administrativos y logísticos existentes.
¿Por qué, entonces, el Gobierno quiere invertir el próximo año más de S/.400 millones adicionales (comparados con el presupuesto de apertura del 2013 de Qali Warma) que correrían el riesgo de ser desperdiciados o incluso de financiar un esquema alimenticio que podría poner en riesgo la salud de los niños?
La respuesta a estas preguntas, probablemente, es que sobre lo técnico se viene privilegiando lo político. En otras palabras, porque se quiere usar el programa populistamente, dando la impresión a las familias más necesitadas de que Gana Perú se acuerda del pueblo (aunque deficientemente y en condiciones poco salubres).
De lo que estamos hablando es de cómo ayudar a los niños más pobres del país. Se trata de un programa alimenticio, no de un programa clientelista de cosecha de votos. Por eso, el Gobierno debería hacer lo lógico: parchar y limpiar la tubería antes de bombear más agua por ella.