Salvador del Solar Labarthe pensó que Vizcarra lo llamó para ofrecerle la cartera de Cultura. El reto fue mayor. (Foto: Hugo Pérez/GEC)
Salvador del Solar Labarthe pensó que Vizcarra lo llamó para ofrecerle la cartera de Cultura. El reto fue mayor. (Foto: Hugo Pérez/GEC)
Fernando Vivas

El primer ministro nos recibe en el ala este de Palacio. Ya tiene paridad, antis, pros y debates que no puede eludir, como el de la ley de elusión tributaria que agita a la Confiep. Otras agitaciones, como la de Las Bambas, le demandan una apurada puesta al día. Responde con cautela, dejando los detalles a sus ministros. Y ruega por más tolerancia que empatía en la ronda de diálogo que nos anuncia en esta entrevista.

—¿El cargo es más difícil de lo que esperaba?
Sabía lo difícil que es cuando estuve en Cultura y veía la carga de la PCM. Otra cosa es estar en la silla. Sin embargo, uno ve que hay distintos estilos. Cuando estudié en el Maxwell School de la Universidad de Syracuse, Peg Hermann, una autoridad de la psicología política, analizaba la personalidad de los líderes. El rol es como un recipiente maleable que se va rellenando con el perfil de cada quien. Villanueva era distinto a la primera ministra Araoz y al primer ministro Zavala.

—¿El estilo se va encontrando en el camino?
Se va encontrando y es un trabajo en equipo. Soy un jugador de equipo desde el colegio, fui del seleccionado nacional de waterpolo, “Magallanes” fue un trabajo de equipo tremendo.

—Una curiosidad, ¿la apuesta por Ulla Holmquist en Cultura fue suya?
Todo fue conversado con el presidente. No recuerdo la hora del día jueves [7], pero desde entonces hubo una conversación: “¿Qué estás buscando, presidente? ¿Qué esperas de mí?”. El presidente la tiene clara. Dijo: “Mira, aquí comienza una nueva etapa”.

—¿Cómo define esa etapa en pocos rasgos?
No se trata de una estrategia postiza, es bastante orgánica. La situación era de inestabilidad, de precariedad. Nos ha consumido la discusión sobre la corrupción y ahora hay una sensación generalizada de que tenemos que pasar a algo más. Tiene que notarse que el Ejecutivo tiene otras ambiciones además de luchar contra la corrupción.

—Entre esas ambiciones hay prioridades.
El presidente dice: “¿Qué país queremos dejar? ¿Qué país queremos entregar en el bicentenario?”. Hay un trabajo para reformar la justicia en proceso, un trabajo para reformar la política en proceso. Estamos concentrados en el crecimiento económico. Pero hay otro patrimonio en el que no estamos tan concentrados y es la aplicación efectiva de la ley. Donde la ley se cumple, los derechos de cada quien se vuelven reales.

—La comisión de reforma política ha entregado un paquete, ¿sabe qué de ello será iniciativa legislativa?
Tal como sucedió con la comisión de justicia [de Allan Wagner], el presidente considera esto un insumo de especialistas reconocidos que ayudaría a que lo que ha venido pasando con nuestra política deje de pasar.

—¿La bicameralidad será un insumo asumido por el Ejecutivo?
Prefiero no adelantar una conversación que no hemos tenido. El estudio de la propuesta tiene que continuar. Y aunque tengo una posición que he discutido con el presidente, hemos llegado a un consenso.

—Ah, ¿con matices?
Hay margen para el desacuerdo. El presidente es una persona que escucha y te puede decir rápidamente que no está de acuerdo.

—¿Y no teme discrepar?
Parte de mi tarea es discrepar con el presidente. Decirle: “¿Y esto por qué no?”. Los ministros no estamos para decirle al presidente: “Usted tiene la razón en todo”. Eso es abandonarlo. Me parece que estamos viviendo otros tiempos. El aprecio que reciben el juez Concepción, los fiscales Vela y Pérez, el alcalde Forsyth, Susel [Paredes] es una señal de que nuestra ciudadanía quiere audacia, valentía y firmeza contra la ilegalidad, contra la corrupción. Queremos contagiarles a los peruanos que podemos ser ambiciosos en un montón de cosas. Hemos estado concentrados en limpiar la basura de la casa, pero una casa sin basura no alcanza para ser la casa de tus sueños.

—De los sueños pasemos al realismo. Trascendió que en el último consejo se habló de reajustar metas. ¿Está el 19% de anemia para el 2021?
El trabajo que hace el gobierno se guía por los tableros de control que ofrece la oficina de cumplimiento, con miradas intersectoriales y muchos indicadores. Ahora que estamos digitalizados ves que todo se ajusta a cada segundo. No estoy afirmando [que la meta del 19% va a cambiar], pero podría variar y para mejor también.

—La PCM resuelve conflictos. Hablemos de la elusión tributaria. Roque Benavides ha dado a entender que el gobierno ya no aplicará la ley con retroactividad .
Es un detalle que puede aclarar mejor el ministro [Carlos Oliva] porque es un tema sofisticado. Puede haber una enorme discusión de abogados para sostener si esto efectivamente sería o no retroactividad.

—Esto empezó con una norma antielusión que se suspendió, de modo que es discutible el concepto de retroactividad.
Por eso dije que es una discusión jurídica. ¿Una norma suspendida tiene efectos? No quiero entrar en más detalles, pero no perdamos de vista que vamos a recaudar mejor.

—Las Bambas lleva 40 días sin transportar mineral y con estado de emergencia. ¿Qué hacer?
El diálogo siempre es el mejor camino para resolverlo todo. Necesitamos que se cumpla la ley en todo sitio, incluido Las Bambas.

—El presidente dice que Chinchero se hará como obra pública. ¿Es una prioridad ajustable?
Sigue siendo una prioridad, todo se puede ajustar, pero hay prioridades que lo seguirán siendo.

—¿La interpelación a Vicente Zeballos será el bautizo del Gabinete Del Solar?
Uno pensaría que ha sido comunicado con claridad que el Ministerio Público no depende del Ministerio de Justicia, pero si hay suficientes congresistas que consideran que no, ahí estará el ministro Zeballos para explicarlo.

—Es un clásico que el primer ministro anuncie una ronda de diálogos con la oposición.
No la he anunciado, la vamos a hacer en los hechos. La próxima semana espero que podamos comenzar, pero no basta una ronda si la gente quiere que alcancemos acuerdos.

—¿Será con bancadas, partidos o con los dos?
Es una ronda con bancadas, pero si una bancada considera que alguien de su partido que no esté representado en el Congreso deba ser parte, no hay problema.

—Esa ronda podría llevarlo a una visita a la cárcel.
No lo había pensado, pero no creo que iría a visitar a la señora Fujimori a la cárcel. Puedo comunicarme con su bancada.

—Quienes le dicen caviar suelen detestar lo políticamente correcto.
No creo en lo políticamente correcto como dogma. Si, por ejemplo, un país como el nuestro sigue asumiendo que no es racista, no vamos a avanzar. Si la corrección política es un instrumento para corregir eso, defendámosla. Si en algún momento la corrección política impide ver algunos problemas que tenemos que resolver, pongámosla a un lado.

—Si la lucha contra la discriminación es asociada a la palabra caviar...
Algo interesante pasa con la empatía. Obama antes de asumir la presidencia dijo: “Nuestro país tiene un déficit de empatía”. Ocho años después tenemos a Trump. Tenemos que aceptar que la exigencia de empatía genera un rechazo que afecta a la tolerancia. La empatía dice “queremos ponernos en el lugar del otro”, a veces hablando desde una altura moral superior. La tolerancia no implica un desplazamiento al lugar del otro, sino un reconocimiento. La tolerancia ha sufrido un retroceso y es urgente recuperarla.

—¿Puede ser una autocrítica caviar lamentar esa superioridad moral?
Muchas veces esas sentencias de empatía se dicen desde una altura moral. No creo que sea la intención de quienes hablamos de estas cosas, pero si el efecto es negativo... desde ningún lado hay que tratar a la gente como si fuera tonta.

—¿Qué lección sacó de haber estado con PPK, se sintió engañado?
No engañado, decepcionado porque quería lo mejor para ese gobierno. Fue un error hacer [el indulto] así y se selló el destino de ese gobierno.

—Le dijo al presidente que le permitiera cumplir una meta personal.
No fue como un pedido de licencia. Le dije que trabajemos para que los peruanos y peruanas podamos ambicionar vivir mejor, convivir mejor, confiar en las autoridades. Hemos estado luchando contra un huaico permanentemente.