Sin el multi-millonario presupuesto que sí tuvieron otras películas como “El hombre gris”, no le ha sido muy difícil a “Clean”, drama co-escrito y protagonizado por Adrien Brody, mantenerse en la cima de las tendencias de Netflix para el Perú. Dirigido por Paul Solet, este filme llegó a cines estadounidenses en enero pasado y ahora, gracias al poder multiplicador de la plataforma de streaming con mayor número de sunoscriptores a nivel mundial, tenemos la oportunidad de conocer algo más del trabajo de quien ganase el Oscar al Mejor Actor por “El Pianista”.
“Clean” (limpio en español) es el nombre de un exconvicto que, ya laborando como recolector de basura, busca redimirse de su oscuro pasado ligado al crimen. Nuestro protagonista vive solo en Utica, una ciudad perteneciente al Estado de Nueva York con todas las características propias de un suburbio. Allí, además de trabajar por las noches, mantiene contacto con un círculo muy íntimo de personas: el dueño de una tienda de empeños (que además vende armas), un grupo de hombres que busca resocializarse, el dueño de una barbería, pero sobre todo una adolescente que le recuerda alguien muy importante de su pasado.
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Lo primero que resulta evidente al ver los primeros tramos de esta cinta es su carácter lúgubre, oscuro. Aunque ciertamente no ocurre en su totalidad de noche, la sensación de penumbra nos persigue de forma permanente. Esto fundamentalmente a causa del perfil que presenta Clean, un tipo melancólico, introvertido, pero capaz de guardar muchos recuerdos que no le permiten conciliar el sueño con facilidad. A este detalle habría que sumarle otro que, en el balance global, difícilmente podría considerarse un acierto: la narración en off que, a manera de ‘voz de la conciencia’, nos recuerda que todos merecemos una segunda oportunidad para “ser libres”.
En la película de Paul Solet hay otros detalles que quedan bien definidos. No habría podido elegirse un mejor lugar para dificultarle la (nueva) vida a Clean que Utica. Estamos frente a un territorio en el que las mafias luchan entre sí con la anuencia (o complicidad) de las autoridades. Así pues, aquí entra a tallar un segundo universo dentro de la historia, el del narcotraficante ruso Michael (Glenn Fleshler), su esposa, y prioritariamente su adolescente hijo Mikey (Richie Merritt).
En una ciudad atravesada por el delito, Michael se llama a sí mismo “el rey”. Recibe droga camuflada en pescados y, cuando descubre que le faltan algunos paquetes, no duda en masacrar a uno de los responsables. Lo hace en medio de la calle porque se siente poderoso, secundado por policías corruptos, adláteres y también observado por su hijo, un joven que parece hastiado de vivir en medio de una podredumbre moral que, valgan verdades, la película retrata con acierto.
Sin ninguna luz que le permita pensar en un futuro distinto, nuestro protagonista encuentra en una adolescente de nombre Dianda (Chandler DuPont) una especie de ancla para no hundirse. Convertido casi en su benefactor, le lleva comida, se preocupa por llevarla al colegio y la aconseja para que vaya por el camino del bien. Pero esta no es para nada la primera vez que el cine intenta mostrarnos personajes de origen oscuro que, de la noche de la mañana, encuentran un beneficiario de su renovado proceder. Pasó, salvando distancias, en “El Justiciero”, saga en la que Denzel Washington asume el cuidado primero de una joven y luego de un estudiante de música para evitar que la prostituyan y lo lleven por el camino delictivo, respectivamente.
Brody no es Washington y probablemente no le interese parecerse un poco. Pero en esta película el desarrollo guarda innegables cercanías. Un hombre que, aparentemente, busca llevar una vida de tranquilidad, termina forzado por las circunstancias a retomar su pasado ligado a la dureza, los golpes y la sangre. Sin dejar de lado cada una de las particularidades de este filme, en distintos momentos nos sentimos cercanos a otras propuestas como “Gran Torino” e incluso “John Wick”.
Mencionadas algunas fortalezas de la cinta, corresponde enlistar sus deficiencias. A la voz en off que, cual monólogo a ratos soso, persigue al protagonista en su búsqueda de libertad, habría que sumarle giros absolutamente predecibles. Un ejemplo de esto último: ni bien Clean salva a Dianda de una situación de peligro, todo se convierte en un ‘Blockbuster’ más de malos persiguiendo a un ‘bueno’ que, en medio de una lluvia incesante de sangre por todos lados y con flashbacks a ratos sin justificación, termina perdiendo cualquier viso de profundidad psicológica o dramática.
Más allá de todo esto, “Clean” garantiza una buena oportunidad para disfrutar del talento de un actor dedicado como Brody, además de aportes sumamente interesantes como el de Richie Merritt (Mikey), un joven que se rebela no para ir en pos del delito, sino más bien contra él. Solo este giro y su correcta interpretación hacen que, los 90 minutos frente al televisor valgan la pena.
CLEAN / NETFLIX
Sinopsis: Clean, un recolector de basura, intenta vivir una vida tranquila, alejado de su pasado. Sin embargo, un mafioso local pretende arrastrarlo de nuevo a la vida criminal. Ahora, debe reconciliarse con su violento pasado para sobrevivir.
Dirección: Paul Solet.
Elenco: Adrien Brody, Glenn Fleshler, Richie Merritt, Chandler DuPont, Michelle Wilson.
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