La historia del hombre que dio vida al programa de televisión ”Chespirito" sigue desarrollando el drama detrás de la vida pública de Roberto Gómez Bolaños. Creada por su hijo, Roberto Gómez Fernández, alterna entre los años 1959 y 1978 para revelar los momentos canónicos de la biografía de su padre. El segundo episodio continúa con las tensiones que surgen con Marcos Barragán, interprete ficticio de Quico, y su especial vínculo con Margarita Ruiz (inspirada en Florinda Meza).
El eje dramático del episodio gira en torno a la creciente incomodidad de Graciela (Paulina Dávila), esposa de Roberto, frente a la presencia constante y ambigua de Margarita (Bárbara López), mientras se graban los episodios del ‘Chavo’ en Acapulco. En paralelo, se introducen momentos de humor y esos pequeños chistes al estilo de Bolaños que los creativos han sabido inyectar en la serie. Por otro lado, la presencia de Don Ramón (Miguel Islas) como un equilibrio de fidelidad ante Roberto es bastante grato, sobretodo en una escena donde quiso ser tentado por Quico (Juan Lecanda).
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“Chespirito: sin querer queriendo”: ¿Qué pasó en el episodio 2?
La serie se divide entre el pasado (1959) y el presente televisivo de “El Chavo del 8″ (1978), una estructura que permite ver cómo se gestaron los éxitos y los conflictos alrededor de Bolaños. En el segundo capítulo, la acción principal se sitúa en Acapulco, en el contexto de las grabaciones que el equipo de Bolaños realiza en el balneario, una clara referencia a los famosos episodios especiales del programa. Lo que podría haber sido una escapada profesional idílica, se convierte en un campo minado de malentendidos y anhelos de parte de Margarita frente a la familia de cinco hijos de Roberto.
La cena organizada por los hijos de Roberto y Graciela se presenta como un intento ingenuo y tierno de reparar una relación a punto de romperse. Ellos dejan una nota anónima que Roberto interpreta como proveniente de Margarita. Este equívoco muestra un clic ante el deteriorado del matrimonio y cuán presente está la tercera parte en discordia, aunque no de forma explícita o provocativa. Recordemos que Margarita estaba comprometida con el director del programa, Enrique Segoviano.
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Pablo Cruz como Chespirito
El actor mexicano Pablo Cruz Guerrero es un Roberto Gómez muy humano, melancólico y absorbido por sus dilemas personales, pero con un toque de humor característico. Verlo es realmente un placer y probablemente la mejor parte de la serie. En el segundo capítulo, lo vemos más vulnerable, y al mismo tiempo respetuoso de no caer en compromisos negativos, sobre todo en sus reacciones ante los gestos de Margarita.
Cruz no exagera el papel, aunque sus mímicas se quieren parecer a un Chaplin o un Cantinflas. Más bien, a través de su actuación contenido, se puede ser a un Roberto imaginario que nunca pudo conocer el público fanático del ‘Chavo’. Pero, continuando con la historia, parece un Bolaños más distraído, menos conectado con su esposa, lo que acentúa la tensión.
Por su parte, Graciela intenta sostener la estructura familiar, mientras es muy paciente con Roberto, que se deja envolver por la dinámica del elenco, las risas, el trabajo. Ella es, en realidad, quien está pisando la tierra y preocupada por las finanzas familiares en cada decisión que toma su esposo. Hasta cierto punto, parece estar en la faceta de la víctima.
“Los supergenios de la Mesa Cuadrada”
Aunque el segundo episodio se centra más en lo interpersonal que en los logros creativos, no se deja de lado el peso de la fama de Bolaños. El contexto de las grabaciones en Acapulco resalta lo que está en juego: una producción en su pico de popularidad, pero con tensiones internas al borde del colapso, mientras que la década de los 60 sitúa al creador en su lucha por sacar adelante sus ideas con el nuevo programa de canal 8 (televisión pública mexicana) “Los supergenios de la Mesa Cuadrada”.
La historia comienza con el director Agustín Delgado, quien pone el apodo de “Chespirito” al escritor de su staff (Bolaños). El personaje es interpretado, como un cameo muy nostálgico, por Edgar Vivar, interprete del Señor Barriga y vigente a sus 76 años. Después, aparecen otros personajes de la producción del canal de antaño que intentan encajonar a Roberto. Entonces, nuevamente se encuentra en un aprieto por escribir lo que otros le exigen. Viene una icónica frase en este punto: “No voy a escribir comedia que mis hijos no entiendan”, dice el personaje a su esposa.
Más de Don Ramón, por favor
Uno de los momentos más disfrutables del episodio viene de la mano de Ramón Valdés, interpretado por el cantante y actor Miguel Islas, en un personaje que continúa siendo un punto de equilibrio entre el drama y la comedia. Porque realmente se parece física y singularmente a Valdéz, un comediante de familia artística y muy querido en México antes de “Chespirito”.
En Acapulco, hay una escena especialmente hilarante en la que Marcos Barragán le propone a Ramón abandonar el programa de “El Chavo del 8″ para hacer un show propio, según él, posiblemente más exitoso. “Es que no me dejan brillar”, le dice ‘Quico’. Pero Ramón, fiel a su estilo gracioso y respetuoso, le responde con ironía: “No me toques esa nalga”, en referencia a no quitarle su lealtad a Bolaños.
El personaje de Valdés representa la amistad sincera hacia Roberto, pero también una forma de vivir con sentido del humor y sin ambiciones desmedidas (por el momento). La forma de improvisar y mimetizarse con el personaje también ha sido un acierto de Islas, ante una figura entrañable que quisiéramos ver más tiempo en la serie. ¡O tal vez, que tenga su propio spin-off!
¿Villanos con matices?
El segundo episodio fortalece la idea de que Marcos y Margarita (Quico y Doña Florinda) podrían ser los “villanos” de esta historia, pero la serie se cuida de no mostrarlos como figuras planas, excepto en el caso del primero en mención. El ego de Marcos parece haberse desbordado sin demasiada explicación, o tal vez se irá develando sus intensiones más profundas en los siguientes episodios.
Por su parte, Margarita es más ambigua. Su vínculo con Roberto es sugerido más que explicitado, y aunque hay miradas, gestos y silencios que hablan de un interés mutuo, aún no cruza una línea definitiva. En el medio, está Horacio Gómez tratando de poner un alto a la situación extraña que está notando en los acercamientos entre Roberto y la actriz de Doña Florinda. La pregunta es si ella realmente quiere romper el matrimonio de su jefe o está intentando apartarse y no sucumbir a sus deseos por él. Ojalá, Max nos dé alguna sorpresa dramática pronto.
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