En estos días de encierro las series disponibles en las plataformas de streaming parecen ser una salvación contra el aburrimiento. Es inevitable no encontrar una, la precisa, que nos capture y nos invite a no perdernos ni un episodio. Siguiendo una temática que combina lo juvenil y el misterio tenemos a dos contendientes españolas: “El Internado: Las Cumbres”, estrenada este mes en Amazon Prime Video, y “Élite”, un éxito ya conocido lanzado en Netflix.
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En la esquina izquierda se encuentra “El Internado: Las Cumbres” de Amazon Prime Video. Esta serie es un ‘reboot’ de la conocida producción de Antena 3 “El Internado: Laguna Negra”, que fue emitida de 2007 a 2010. La trama actual, si bien se desarrolla en un mundo donde se conoce lo ocurrido en la serie anterior, no explora nada de eso. Más bien, nos presenta a nuevos personajes, nuevos escenarios y nuevos misterios a los que enfrentarse.
La historia se sitúa en un colegio para “jóvenes problema”, donde el castigo y el maltrato son las medidas correctivas. Aquí se conoce a un grupo de estudiantes cuyo objetivo es uno: escapar. En medio de sus intentos de huida, uno de los alumnos desaparece de forma extraña y con esto se desenvuelven misterios de un terrible pasado.
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Al otro lado del cuadrilátero se posiciona “Élite”, el éxito de Netflix que cuenta con cuatro temporadas, aunque esta última no tiene fecha de estreno aún. Aquí se narra la vida de un grupo de estudiantes de un exclusivo colegio privado, que se ve trastocada cuando llegan nuevos alumnos, becados y de clase humilde. Esto provoca una serie de confrontaciones que alcanzan su punto máximo con asesinatos y desapariciones de alumnos.
En esta nota vamos a exponer los argumentos a favor para ver cada producción: exploraremos desde la trama, los personajes, la fotografía y todo aquello que sume puntos. Pero, sin dudas, el juez definitivo de este ‘match’ serás solo tú.
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MISTERIO EN EL BOSQUE
La primera temporada de “El Internado” sin duda se caracteriza por un aura de misterio y terror capaz de cautivar a cualquiera. Esto, precisamente, es uno de sus argumentos a favor. La trama se desarrolla en un colegio ubicado junto a un antiguo monasterio, que de por sí ya es lúgubre. Ambos se encuentran en un lugar inaccesible, rodeado de montañas y de un bosque tenebroso. Es como si el paraje fuese un personaje más en la historia, “alguien” de quien estar pendiente y cuyos secretos se van desentramando poco a poco. Todo sin llegar a exponer la historia completa, lo que da cabida a una segunda temporada que fue recientemente anunciada.
Otro factor importante son las pistas que tanto alumnos como profesores van descubriendo. Esto no se trata de un asesino o criminal, va más allá. Aquí se habla de fuerzas antiguas que están al acecho, de tradiciones macabras cuyos efectos perduran hasta el día de hoy. Y, los tiempos en los que se presenta esta información, a paso lento pero seguro, causan intriga y que cualquiera se interese en la historia.
El aura lúgubre y llena de suspenso se completa gracias a aspectos más técnicos de la serie como la fotografía, las paletas de color que se manejan en la producción y las tomas llenas de oscuridad donde, de un momento a otro, aparecen figuras indescifrables.
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A la par de la trama, es interesante ver los vínculos y relaciones que se generan entre estos estudiantes, los profesores y el personal de la escuela. Al estar en un internado para jóvenes problemáticos, personajes como los de Amaia (Asia Ortega) y Paul (Albert Salazar) son ejemplos de lo que una educación basada en el castigo y maltrato físico y psicológico podrían generar: más rebeldía. Ellos harán hasta lo imposible por escapar y descubrir qué pasó con Manuel (Carlos Alcaide), tras su desaparición.
También es intrigante el personaje interpretado por Claudia Riera, quien hace de Inés, una misteriosa alumna e hija de Darío el dueño del internado. La actriz parece captar y plasmar la confusión, desesperación y angustia por las que pasa el personaje, marcado por un accidente que le hizo perder la memoria.
Las dinámicas de poder entre los mismos profesores y la dirección del internado parecen acompañar a la perfección la historia, porque no solo los estudiantes tienen cosas que esconder. Desde un docente cuyo propósito parece ser el cuidar a Inés hasta dos de ellos que se inician en una complicada relación. Todos lidian con la estricta directora Mara (Natalia Dicenta) y sus deseos por controlar y reformar a los jóvenes.
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“El Internado: Las Cumbres” aún no permite que alguien se identifique con cada uno de los personajes por la falta de desarrollo de la historia de cada uno. Hay que recordar que solo hay una temporada y la información que se da es algo vaga. Pero, es innegable la empatía ante un grupo de jóvenes que está entre la espada y la pared. Por un lado, un sistema educativo controlador que parece encasillarlos como estudiantes sin remedio y, por el otro, una serie de enigmas que parece poner en peligro la vida de más de uno.
Calificación: ★★★.
“ÉLITE” NO ES UN MELODRAMA
Esta serie de Netflix, más que una telenovela romántica juvenil, parece un filme policiaco de esos que desencadenan pasiones en el público y a la vez encadenan al espectador a la pantalla hasta descubrir cada uno de los crímenes y amores de los personajes.
El gancho es un asesinato que se desarrolla a mayor escala en la segunda temporada de la serie en comparación con la primera, pues inicialmente y como en la mayoría de series, el guionista marca las dimensiones de sus personajes en los primeros capítulos para poder conocerlos, en este caso, las historias de Marina (María Pedraza), Samuel (Itzan Escarmilla) y Guzmán (Miguel Bernardeau), sobre quienes gira el conflicto principal.
“Élite” combina muchos de los temas, al igual que “El Internado: Las Cumbres”, como el crimen, la rebeldía y el misterio, pero agrega el componente sensual e identidad sexual con un diálogo susurrante y envolvente. A nivel de vestuario, tienen protagonismo los colores azules; en la fotografía, la luz cálida y natural, aunque proyectada a ser más oscura y en cable baja hacia los últimos capítulos.
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Algunas críticas señalan que hay personajes divertidos, como el de “Lu” (Danna Paola) y Carla “La Marquesa” (Ester Expósito), que quedan de lado por otros conflictos que van avanzando, por ejemplo, el ‘plot point’ de Polo (Álvaro Rico) en el último capítulo de la primera temporada. Es posible perderse entre los arbustos de capítulo a capítulo, pero finalmente parece que los guionistas tienen controlada la trama.
Al existir una línea conservadora sobre la identidad de género o la religión en algunos personajes mayores, como por ejemplo los padres de los estudiantes, los romances y culturas encontradas pueden resultar un poco abrumadores para quienes prefieran un género de acción o thriller. Pero cuidado con confundir a “Élite” con un melodrama, pues su estilo es policiaco. Aquí, una agente de la policía española funciona como la guardiana de la verdad.
Hacia la segunda temporada, un nuevo personaje, Valerio (Jorge López), ingresa al colegio “Las Encinas” junto a su media hermana Lucia “Lu”. Ya previamente los estudiantes más adinerados de la institución habían desafiado a quienes tenían becas de estudio. Una recurrente forma de trato social que marca los estereotipos de poder.
Valerio es la manzana de la discordia en muchas formas, porque impulsa los abismos de los personajes al vender drogas, incitar al libertinaje, descubrirse a sí mismo y pagar por sus excesos. Sus acciones arrastran a los conflictos de otros personajes.
Y ni qué decir del final de la tercera temporada. Sin spoilers: la situación empieza a ser más lo que el público quiere que suceda, al ver tanto tiempo personas sufriendo y verdades sin descubrir. Pero finalmente todos llegan a un acuerdo y el status quo del sistema de mentiras da un giro con un toque de cinismo y justicia. ¿Pero decir “justicia”? Pues esa pregunta la resolverás cuando termines las tres temporadas y empieces la cuarta en breve.
Calificación: ★★★1/2.
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